La conectividad como proceso catalizador

«Tarragona puede llegar a convertirse en un centro de atracción de talento si aprovecha la creciente tendencia de trabajadores cualificados»

09 junio 2021 09:58 | Actualizado a 12 julio 2021 17:40
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Afortunadamente, con el final del estado de alarma, la economía y, concretamente, los sectores más castigados por las restricciones de la pandemia empiezan a remontar. Los servicios de estudio de las principales entidades financieras han detectado un incremento de más de dos dígitos en el consumo, en las reservas de viajes, en la restauración, etc., noticia que todos estábamos esperando. A pesar de todo, volver a una cierta normalidad todavía nos llevará mucho tiempo.

Recuerdo que durante la crisis financiera del 2008 nos preguntábamos por los retos que debíamos asumir a nivel local, concretamente en Cataluña y, por supuesto, también en la demarcación de Tarragona. Desde entonces, las grandes asignaturas pendientes continúan sin estar resueltas: la falta de conexión entre el aeropuerto de Reus y la estación de tren de Alta Velocidad, la conexión de Tarragona, Reus, Valls y Tortosa con Barcelona, y hasta incluso la comunicación interprovincial. El desarrollo económico forzosamente pasa por tener sus territorios bien comunicados, y de ello el Imperio Romano nos dejó muchas evidencias: por ejemplo, la construcción de la Vía Augusta que bordeó el Mediterráneo fue la red viaria de comunicaciones y comercio más importante de la época.

En todo esto también juega un papel muy importante la conectividad. Tarragona puede llegar a convertirse en un centro de atracción de talento si aprovecha la creciente tendencia de trabajadores cualificados que abandonan las grandes ciudades para vivir en entornos más confortables y con una mejor calidad de vida.

Sin embargo, para ello hay que seguir invirtiendo en tecnologías para la conectividad que garanticen a las empresas la viabilidad de deslocalizar su capital humano. Y, por qué no, incluso poder llegar a ser pionera en el despliegue y aplicación de la red 5G que, más allá del ámbito privado, también podría suponer la introducción de los mayores avances tecnológicos en materias de salud pública, urbanismo, seguridad, medio ambiente, etc.

Lo dicho hasta ahora confluye hacia otro punto que requiere de nuestra máxima atención, pues puede ser el catalizador que tanta falta hace para acelerar estas transformaciones.

Tarragona necesita reforzar sus centros de investigación, que en estos momentos son pocos y pequeños. En este sentido, uno de los activos más importantes es, sin duda, la Universitat Rovira i Virgili. Estos días se ha hecho público el proyecto de la ‘Vall de l’Hidrogen’, liderado por la URV y la empresa Enagás, y contando con el apoyo de la Generalitat. Se trata de un magnífico ejemplo de lo que somos capaces de hacer si todos los activos del territorio aúnan esfuerzos ante los organismos competentes tanto a nivel autonómico, nacional y europeo para potenciar la investigación y la innovación aplicada.

Sin duda, el Camp de Tarragona tiene muchas fortalezas, pero hemos de saber conectarlas para que su impacto actúe como tierra fértil de las aspiraciones que todos queremos para nuestro territorio.

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