La energía nuclear reverdece

El mundo asiste a un auge en la construcción y planificación de nuevas centrales, liderado por Asia

07 febrero 2022 14:20 | Actualizado a 08 febrero 2022 15:32
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La energía nuclear reverdece. La inclusión de esta tecnología, junto al gas natural, en la Taxonomía de la Unión Europea de actividades sostenibles ha puesto de nuevo a las nucleares en el centro del debate ciudadano. ¿Es ‘verde’ la energía nuclear? ¿Lo es el gas natural? La discusión es bastante más compleja, y escapa de mucho a los límites de la Unión Europea.

Reactores en camino

En todo el mundo hay en estos momentos un total de 154 reactores nucleares en construcción o con planes detallados

Lo que dice la Comisión Europea en el acto delegado complementario en materia climática que presentó esta semana -y cuyo texto encara ahora un proceso de cuatro meses (prorrogable otros dos meses) para que el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo lo examinen e incluyan objeciones, con entrada en vigor y aplicación el 1 de enero de 2023- es que la inversión privada en actividades gasísticas y nucleares puede tener un papel en la transición hacia la neutralidad climática.

En otras palabras: si lo que se pretende es descarbonizar la UE para lograr que en el año 2050 se convierta en el primer continente climáticamente neutro del planeta, debemos «acelerar la transición haciendo uso de todas las posibles soluciones que nos ayuden a alcanzar los objetivos climáticos», según expresaba esta misma semana la CE en un comunicado.

La Comisión Europea ha concluido que la nuclear y el gas tienen un rol en la transición climática

A partir de aquí, se trata de que la inversión privada pueda incluir la energía nuclear y el gas natural en los criterios ESG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza) de finanzas sostenibles, ampliando la taxonomía verde que la Comisión Europea estableció en junio de 2020 con el primer sistema de clasificación unificado para las finanzas sostenibles, donde se definen los seis ámbitos en los que una inversión puede ser calificada como sostenible o ‘verde’ si se contribuye como mínimo a uno de ellos.

Esos seis ámbitos definidos por la CE son: mitigación del cambio climático; adaptación al cambio climático; uso sostenible y protección del agua y los recursos marinos; transición hacia una economía circular; prevención y control de la contaminación; protección y restauración de la biodiversidad y los ecosistemas.

«Prescindir ahora de la energía nuclear es suicida»

Lluis Batet, UPC

Si nada cambia en los próximos meses, el 1 de enero de 2023, la energía nuclear y el gas natural formarán parte de los criterios ESG para las finanzas sostenibles en la Unión Europea, abaratando la financiación y facilitando la implantación de proyectos en estas actividades.

La fotografía, sin embargo, es mucho más amplia y trasciende la geografía de la UE. Porque la energía nuclear no reverdece por el simple hecho de que ahora se hable de ella en las instituciones europeas, sino que experimenta un auge sin precedentes en todo el planeta, al margen de lo que diga o haga la UE al respecto. Unos cuantos datos lo ilustran.

Con 53 reactores nucleares operativos en enero de este año 2022, China es el tercer país en número de reactores nucleares, por detrás de los EEUU (con 93 reactores) y Francia (con 56), según los últimos datos actualizados del Organismo Internacional de Energía Atómica de Naciones Unidas (IAEA). En una década y media, su posición podría ser muy distinta, disputando el liderazgo nuclear a los EEUU. Hoy China tiene en construcción 18 nuevos reactores nucleares, a los que se añaden otros 35 reactores planificados (con la previsión de estar operativos en menos de 15 años) y la friolera de 168 más propuestos, con calendarios todavía sin determinar.

Y, aunque el de China es de lejos el caso con las cifras más abultadas, no es el único que ha decidido emprender esta senda. India tiene hoy en construcción 8 nuevos reactores, que se añadirán a los 23 que ya tiene operativos, y a los que hay que sumar otros 12 planificados y 28 propuestos. La lista sigue país tras país (Rusia, Japón, Corea del Sur, Egipto, Turquía, Emiratos Árabes, Reino Unido, Bangladesh, Eslovaquia, Irán...), hasta terminar en unas cifras donde las perspectivas de nuevos reactores nucleares en el mundo duplican las actuales.

A los 437 reactores operativos a día de hoy en el planeta hay que añadir los 57 más actualmente en construcción, los 97 planificados y los 325 propuestos. Unas cifras que, lejos de augurar el final de esta tecnología, presagian un florecimiento de ella, acompañada en buena parte por el auge de los Reactores Modulares Pequeños (SMR, por sus siglas en inglés), de menores dimensiones que los grandes reactores que la mayoría de los ciudadanos tenemos en mente, con una necesidad de inversión mucho más baja e industrializables en su construcción (están prefabricados para simplemente ensamblar en destino) y mantenimiento (se pueden ‘devolver a fábrica’ para una puesta a punto).

Las perspectivas de nuevos reactores en el mundo duplican a los que existen a día de hoy

¿Qué impulsa esta tendencia global a la proliferación de reactores nucleares? El caso de China sirve de nuevo para entender el fenómeno, y la palabra clave es carbón. Lo explica Lluís Batet, profesor de recursos energéticos, director de la División de Ingeniería Nuclear y del máster en Ingeniería Nuclear de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC): «Entre una central nuclear y una de carbón, la diferencia de emisiones de CO2 está en un factor de cien».

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), un organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas, cifraba en un informe (con datos de 2014) en 820 gramos por kWh las emisiones de CO2 de una central de carbón.

Frente a ellas, las emisiones de CO2 de una nuclear eran de apenas 12 gramos por kWh, equiparables a las de la eólica (12 gramos por kWh), mejores que las de renovables como la hidráulica (24 gramos por kWh), la solar concentrada (27 gramos) o la solar dispersa (48), y a mucha distancia de energías fósiles como el gas natural, con emisiones de CO2 del orden de 490 gramos por kWh.

En China, buena parte de su crecimiento económico hasta hace bien poco se ha basado en quemar carbón. Reconducir eso pasa por utilizar todas las tecnologías a su alcance, lo que implica no solo construir grandes presas hidroeléctricas, parques eólicos y fotovoltaicos, sino también centrales nucleares y de ciclo combinado.

«Si miras el consumo de energía primaria -explica Lluís Batet, de la UPC-, donde se encuentran el petróleo, el carbón, las energías renovables o el gas natural, hoy está dominado por los combustibles fósiles en un 70% u 80%. Si vamos a descarbonizar la generación eléctrica y a la vez electrificar otros sectores como el transporte, el cementero o la siderurgia, hay un proceso en el que hemos de atacar ese 70% de nuestra energía primaria, y en este proceso no puedes prescindir de ninguna de las fuentes energéticas, con lo que prescindir ahora de la nuclear es suicida».

En menor medida, también del gas natural, que pese a que «su orden de magnitud de emisiones de CO2 sería el del carbón -explica Batet-, si lo quemas en una central de ciclo combinado baja a un tercio, y te ahorras además las partículas de NOx y SO2, que un ciclo combinado no tiene».

Su principal ventaja, en opinión de este experto en energía, es que «una planta de gas es muy flexible en entrar y salir [de la red eléctrica] y en subir y bajar potencia, con lo cual es un complemento necesario de las renovables». 

«La descarbonización es una montaña -prosigue Batet- que hay que escalar, y sin cuerdas y crampones no sé si lo podrás hacer, porque las renovables tienen el problema de que son intermitentes. Si esa energía renovable la tienes bien repartida en una red europea, puede haber una compensación y transmisión, es cierto, pero también hay pérdidas».

China

La República Popular China tiene en construcción y planificados a corto plazo 53 nuevos reactores nucleares

Visiones enfrentadas

Dos visiones enfrentadas se han evidenciado estos días en el debate europeo sobre la inclusión de la energía nuclear y el gas natural en la taxonomía verde de la Unión Europea, con Alemania y Francia en cada extremo. La primera, fiándolo todo al gas natural. La segunda, haciendo lo propio con la energía nuclear. En ambos casos, sin embargo, compartiendo que las energías renovables van a necesitar un respaldo de otras tecnologías, más aún en plena transición energética y electrificación de sectores hasta ahora dependientes de recursos fósiles. 

Desde Foro Nuclear, su presidente, Ignacio Araluce, reconoce que «una cosa que falta en Europa es cierta armonización, y para un ciudadano choca un poco el contraste entre el caso francés, donde el porcentaje de generación nuclear no solo es altísimo, con más del 70%, sino que han anunciado que construirán más reactores, y el caso alemán, que va en sentido completamente distinto, apostando por un modelo de renovables que, mientras tanto, con el cierre de las nucleares, quema gas y carbón, lo cual deja un poco perplejo».

«Francia -añade- ha apostado no solo por la descarbonización, sino por la independencia energética, y la vía más corta para ello es la nuclear. En el caso alemán, han apostado por lo mismo, pero con una vía mucho más larga, que a mí personalmente no me parece el camino». 

Por encima de estas visiones particulares, Ignacio Araluce observa que «aquí hay un debate que quizás es un tanto simplista, que es el de si la energía nuclear es verde o no es verde: vivimos en un mundo de etiquetas». En su opinión, «lo importante es si la Comisión Europea propone que la energía nuclear es necesaria durante la transición energética o no, e incluso si sigue siendo necesaria después. Y aquí, la CE dice que sí».

«Hasta que no se desarrollen más energías renovables y almacenamiento -prosigue Araluce- es necesaria una tecnología de apoyo que no emita CO2 o minimice sus emisiones, y aquí la alternativa es la nuclear, que nos ayudará muchísimo en la transición».

«Es importante -destaca el presidente de Foro Nuclear- que la CE diga que la nuclear es necesaria, por lo menos en esta transición, porque las renovables son estupendas, pero nos falta ese apoyo».

Una central de carbón emite 820 gramos de CO2 por kWh, frente a los 12 gramos de una nuclear

Dicho lo cual, aprecia «un cambio de trayectoria, un giro en España desde hace unos meses a ahora, con un cambio de percepción en la sociedad. Hasta hace un año, la gente resaltaba de la nuclear la problemática, y ahora se empieza a destacar también la parte buena. Se ve como positivo la firmeza que aporta al sistema, que produce siempre, que es competitiva y no presiona en el precio, se aperciben de que no emite CO2 y ayuda a mitigar el cambio climático... Sí que veo un cierto cambio de tendencia, y luego un tema estratégico: ven que Francia duerme tranquila si le cortan el gas».

Araluce coincide, sin embargo, en que la fotografía del momento va mucho más allá de la Unión Europea: «Hay un auge global de lo nuclear pero, igual que está pasando con un montón de temas, se están cambiando los escenarios por Asia. China tiene un programa impresionante de construcción, con 150 unidades nucleares en proyecto hoy, una barbaridad. Incluso los productores de petróleo quieren invertir en nuclear. Hay un claro auge de lo nuclear y una firme decisión de alargar la vida de las centrales en funcionamiento», que aclara que no es el escenario que se contempla en España, donde «no trabajamos con un escenario diferente al pactado» para el cierre de las nucleares.

«Hay un auge global de lo nuclear, y se están cambiando los escenarios por Asia»

Ignacio Araluce, Foro Nuclear

Alfredo García, divulgador científico en el área de la energía y uno de los perfiles en lengua castellana más influyentes hoy en redes en esta materia, donde es conocido como ‘Operador Nuclear’ (como tal dedica su tiempo libre a la divulgación, cuando no ejerce de supervisor en la central nuclear de Ascó), coincide en el momento de empuje global que vive la energía nuclear: «Estamos hablando de duplicar los reactores que hay ahora en el mundo. Una tecnología que se está muriendo no tiene estos números, y una de las razones es que conseguir los objetivos de reducción de emisiones sería mucho más largo y costoso sin energía nuclear».

«Estamos hablando de duplicar los reactores que hay en el mundo: una tecnología que se está muriendo no tiene estos números»

Alfredo García 'Operador Nuclear'

Salvo casos como el de Alemania o Italia, donde el accidente de Fukushima tuvo un fuerte impacto en la opinión pública y la presión del electorado para acelerar el proceso de cierre de centrales nucleares o la paralización de proyectos de nuevos reactores, «en el resto de países desarrollados del mundo se está manteniendo o aumentando la apuesta nuclear», explica García.

«La tecnología rusa -prosigue- es hoy la más avanzada del mundo, y todos los países de la antigua Europa del Este tienen o quieren tener energía nuclear. Finlandia quiere construir su quinto reactor, Suecia sigue adelante y toda la zona de Oriente Medio también está inmersa en proyectos, con Emiratos Árabes, Arabia Saudí, Turquía...».

«Hay un resurgimiento -explica este divulgador científico-, y después están los pequeños reactores modulares (SMR), que no son una tecnología nueva, porque ya los llevan desde hace muchos años los submarinos y los rompehielos, de los que a día de hoy se están construyendo 72 proyectos en todo el mundo. Son reactores pensados para lugares muy concretos, como por ejemplo la cogeneración en un polígono industrial».

«Hoy no tenemos la  capacidad -resume Alfredo García- de almacenar grandes cantidades de energía con baterías enormes, y no sabemos cuándo la tendremos. La apuesta 100% renovable de hoy es sin tener una solución tecnológica, con lo que necesitas una solución complementaria cuando no tienes viento ni sol. Y solo tienes dos opciones: gas y nuclear».

Entrevista relacionada: Juan Puertas: «La energía nuclear no está muerta»

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