La incertidumbre por la pandemia vuelve a ser central

La crisis sanitaria recupera terreno entre los elementos que determinarán la evolución económica mundial este 2022

10 enero 2022 09:39 | Actualizado a 10 enero 2022 10:21
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La montaña rusa de la pandemia no cesa. Si, a mediados del pasado verano, la crisis sanitaria había pasado a un segundo plano y todas las miradas se centraban en la crisis de los semiconductores, la cadena global de suministros, el alza en los precios de las materias primas, la energía, la inflación y la vuelta a la presencialidad después de más de un año de teletrabajo, de nuevo la Covid-19, con su variante ómicron, acapara los focos en este arranque de año y añade incertidumbre a casi dos años ya de pandemia global.

Las convenciones establecen, con el arranque de cada nuevo año, que junto a esos buenos propósitos personales se escrutine el horizonte y se trate de dar una respuesta a un año vista, con las claves que marcarán los próximos doce meses que empiezan ahora. La tarea, nunca fácil, es hoy más incierta que nunca.

Antoni Cunyat, profesor colaborador de los estudios de Economia i Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), es claro: «Se presenta un 2022 lleno de incertidumbres. Es el tópico más tópico de los economistas, pero es que es así».

«La recuperación económica que se preveía para 2022, lo más probable es que se corrija a la baja» - Antoni Cunyat, UOC

«Por un lado está la incertidumbre de la pandemia -explica Cunyat-, con la nueva variante ómicron, y esto tiene un impacto en el crecimiento del PIB. Hasta el pasado verano se era bastante optimista, con unas previsiones de crecimiento del PIB que ahora se han ido actualizando. En segundo lugar tenemos la inflación, con subidas en el precio de la energía, el gas, la electricidad... Hasta hace poco, todos los bancos centrales estaban tildando este crecimiento de la inflación como transitorio. Pero cada vez hay más economistas que están dudando de la transitoriedad de la subida de la inflación».

«Y como esta situación se vaya prolongando en el tiempo -añade este profesor de la UOC-, existe el peligro de entrar en una espiral inflacionista. En octubre, los precios industriales habían subido un 30%, algo que no se veía desde la crisis del petróleo de los años setenta. Y estas tensiones inflacionistas pueden provocar que la política expansiva del Banco Central Europeo (BCE) lo sea menos, con el impacto que ello puede tener en la actividad económica. Esta es, junto al impacto de la nueva variante de la pandemia, la otra fuente de incertidumbre».

Precios industriales: El pasado mes de octube, los precios industriales habían subido un 30%.

A eso se le añade otra derivada del retorno del virus a la centralidad: «Está por ver el impacto de la nueva variante en la contracción de la demanda, y la recuperación económica que se preveía para 2022, lo más probable es que se corrija a la baja. De momento, se ve una recuperación, pero hasta cierto punto. Sin duda, el primer trimestre de 2022 no será de gran recuperación».

«No creo -insiste Antoni Cunyat- que movamos pieza este primer trimestre, e incluso es posible que el BCE prolongue la compra de activos más allá de marzo de 2022». Sobre este punto, Cunyat destaca que la decisión no es sencilla: «Si quieres aumentar la demanda, tendrás más inflación. Si quieres reducir la inflación, cae la demanda».

Al final, destaca Cunyat, «en el tema de la inflación son muy importantes las expectativas. Si los sindicatos ven que los trabajadores pierden poder adquisitivo, querrán aumentar salarios. Esa es la espiral inflacionista. Y es un fenómeno global». Pero, llegados a un punto de decisión, Antoni Cunyat recuerda que «el BCE, si ha de elegir entre crecimiento económico e inflación, siempre elegirá mantener a raya la inflación, al contrario de lo que hace la Reserva Federal de los EEUU».

¿Podría estar marcado este año 2022 por una espiral de conflictos laborales motivados por esa pérdida de poder adquisitivo, de mantenerse la subida de la inflación durante los próximos meses? Antoni Cunyat lo duda: «Viniendo de donde venimos, el poder negociador de sindicatos y trabajadores no es muy alto. En los años 2006 y 2007, en pleno boom, los trabajadores tenían más poder negociador. No creo que de momento la conflictividad laboral sea muy alta».

  • Fondos Next Generation EU
Este 2022 debería ser el año de los ‘Next Generation’. Mediante su Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, España aspira a captar hasta 140.000 millones de euros en forma de créditos y ayudas directas a empresas a través del instrumento extraorinario ‘Next Generation EU’, puesto en marcha por la Comisión Europea en 2020 como respuesta a los efectos de la crisis sanitaria sobre el tejido productivo europeo.
A partir de cuatro ejes (Transición ecológica, Transformación digital, Cohesión social y territorial e Igualdad de género), distribuidos en diez palancas y treinta componentes, el gobierno español ha propuesto a la Comisión Europea la distribución de 69.528 millones de euros en ayudas directas, a los que se les podrían llegar a sumar hasta 70.000 millones de euros más en forma de créditos.

Una parte sustancial de estos fondos quieren destinarse, en este plan, a una serie de PERTE (Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica) en los que el gran reto es conseguir el acceso de las pymes.

Porque, si bien es cierto que las manifestaciones para que estos fondos de recuperación y transformación lleguen a las pymes impregnan todo el documento, cuando se examina con detalle por partidas presupuestarias, el resultado es que, de forma explícita, las pymes figuran en uno de los 30 componentes en que se divide el plan, bajo el enunciado ‘Impulso a la pyme’. A este componente se quieren destinar en toda España 4.894 millones de euros de los 69.528 millones previstos en ayudas directas, lo que representa un 7% del total.

Los fondos, que empezaron a llegar en pequeñas proporciones en el tramo final del año pasado, deberían hacerlo en mayores cantidades a lo largo de este año 2022, a medida que empiecen a publicarse convocatorias que permitan liberar progresivamente cantidades de dinero.
La Comisión Europea ya ha advertido de que va a ser muy exigente con el cumplimiento de los criterios que guían el despliegue de estos fondos, y que en cualquier momento, tras una de las revisiones semestrales que se llevarán a cabo para evaluar su despliegue, puede cortarse la financiación si no se está cumpliendo con lo que se ha plasmado en este plan.

  • Previsiones a la baja
Miquel Àngel Fúster, presidente territorial en Tarragona del Col·legi d’Economistes de Catalunya (CEC), aporta su visión: «El problema es que la incertidumbre, sobre todo la derivada de la pandemia, condiciona desde la producción hasta los flujos turísticos. Las previsiones de crecimiento del PIB estaban en torno al 5%, pero si las cosas continúan como hasta ahora, se tendrán que revisar a la baja de forma sustancial. En la última encuesta de otoño del Col·legi d’Economistes de Catalunya (Enquesta de Situació Econòmica de Tardor de 2021), muchas respuestas iban en esta línea. Y si la encuesta se hiciese ahora, sin duda se pondría en tela de juicio el crecimiento previsto».

«Las incertidumbres son máximas, y el elemento esencial vuelve a ser el sanitario» - Miquel Àngel Fúster, CEC

«A nivel personal -explica Fúster- creo que en este 2022 habrá un crecimiento moderado, más fuerte en la segunda parte del año, pero siempre en función de la evolución sanitaria». La postura de este economista se sitúa en la mayoritaria entre los colegiados de Tarragona en esta última encuesta, donde un 54% vaticinó un crecimiento económico moderado para este año 2022, mientras un 34% no apreciaba un crecimiento significativo y un 12% aseguraba que habría un crecimiento fuerte.

Pensando en la economía de las comarcas de Tarragona, Miquel Àngel Fúster destaca que «el peso del sector terciario es muy importante y, en el turismo, la nueva variante sí que complica los viajes de extranjeros, con lo que [en la demarcación de Tarragona] lo pasaríamos peor que otros que no dependen del turismo exterior. Esto es algo que haría mucho daño a la economía de nuestra zona».

La evolución de la crisis sanitaria vuelve a ser el elemento central sobre el que gira todo

« Las incertidumbres son máximas -prosigue-, y el elemento esencial vuelve a ser el sanitario. Todo son elementos relevantes -añade Fúster en alusión a cuestiones como el precio de las materias primas y el transporte, la energía o la llegada de los fondos Next Generation EU-, pero en todos los casos muy condicionados a la propia evolución de la pandemia».

Y recuerda: «Hay un ahorro embalsado que todavía está por explotar, porque la gente no ha podido gastar como habría querido. Si la situación sanitaria se normalizase y se pudiese dominar de verdad el virus, entonces es cuando realmente las puertas de la economía se abren, salta una gran demanda y la oferta se pone a trabajar».

Mantener la confianza en una solución sanitaria es clave para la recuperación

«Estamos sujetos -insiste Miquel Àngel Fúster- a la evolución de la pandemia, y cuando surgen mutaciones como ómicron volvemos a la casilla de salida, al menos parcialmente. El binomio salud-economía está interrelacionado, y por eso pienso que debería haber habido una mayor coordinación a nivel de la Unión Europea, porque hace falta mucha más Europea y coordinación para luchar contra esta pandemia».

Enfilar de manera recurrente el camino a esa ‘casilla de salida’ a la que alude este economista no está exento, en su opinión, del riesgo de sufrir los «efectos de una cierta desmoralización de la sociedad, y si cogemos el índice de confianza de hace tres meses y lo comparamos con el de ahora, la caída ha sido en picado. La clave es la incertidumbre. Si el virus se acaba dominando de verdad, sin duda ese índice de confianza volverá a subir», vaticina Fúster.

  • Transformación digital y trabajo híbrido
La aceleración de la transformación digital es un hecho consumado tras casi dos años de pandemia global de Covid-19. El confinamiento masivo y el teletrabajo de emergencia introdujo a amplísimas capas de población en nuevas formas de organizar el trabajo y las relaciones laborales, que hoy perviven en formatos híbridos entre lo presencial y lo remoto.

Si en 2021 estos modelos organizativos ya fueron una tendencia central en materia laboral, sin duda este 2022 van a seguir ocupando importantes espacios de debate.

Pero la transformación digital no se limita solo al teletrabajo. La pandemia de Covid-19 ha acelerado también cambios profundos entre los consumidores, disparando el comercio electrónico y la forma de relacionarnos con proveedores y clientes. Logística de última milla y nuevos perfiles profesionales en comercio electrónico seguirán ganando peso este año, en un proceso de digitalización que es imparable.
La industria, a primera vista un sector menos ‘teletrabajable’ que el sector servicios, tampoco ha escapado a esta aceleración digital, y el desapliegue de la Industria 4.0 sensorizada y conectada, con Big Data e Inteligencia Artificial, seguirá empujando con fuerza este año.

  • Crisis en la cadena de suministros
La crisis en la cadena de suministros desatada en 2021 seguirá teniendo consecuencias por lo menos en este primer tramo del año, con escasez y encarecimiento de determinadas materias primas y componentes, junto a costes de transporte, en especial marítimo, que seguirán disparados. Una de las consecuencias de esta crisis logística, ya apuntada el año pasado, será la de un cierto proceso de relocalización y reindustrialización de determinados componentes industriales. Sin duda, una tendencia que en Europa abrirá nuevas oportunidades empresariales y laborales. 

  • Aumento de costes e inflación
La crisis de la cadena de suministros, junto al encarecimiento de determinadas materias primas y un precio de la electricidad disparado en Europa, llevaron a un incremento sostenido de la inflación en el tramo final del año 2021 que, en el caso del sector de la distribución, va a tener repercusiones en este inicio de 2022 en muchos de los productos de gran consumo. La pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores a consecuencia de la persistencia de esta inflación (que se espera que remita en el segundo tramo del año) puede ser un elemento a tener en cuenta en el ámbito de las relaciones laborales, con revisiones salariales que añadirán presión a la empresa.

  • Salud mental, otra pandemia al acecho
Las consecuencias psicológicas de dos años de Covid-19 son visibles 

La salud mental de los trabajadores es ya un tema tan central como la inflación, los fondos Next Generation EU o la crisis de la cadena de suministros. Ansiedad, miedo, preocupación, estrés y burnout (o síndrome de estar ‘quemado’) son algunas de las consecuencias palpables de casi dos años de pandemia.

Un estudio del marketplace Doctoralia cifraba el pasado mes de octubre en 93.000 el número de visitas a psicólogos registradas en lo que llevaban de 2021, con un incremento del 98% respecto a 2019, cuando alcanzaron las 47.000 visitas. En 2020, primer año de pandemia de Covid-19, la cifra había escalado ya hasta las 77.000 consultas en Psicología.

El auge de la telemedicina explica en parte ese incremento, pero no solo. Los confinamientos, el teletrabajo y la poca preparación de muchas organizaciones para incluir la salud mental de forma adecuada en sus políticas de riesgos laborales y de bienestar de los trabajadores son elementos centrales.

La realidad hoy es que alrededor de un 13% de la población española presenta sintomatología depresiva en distinta gravedad, mientras que un 59% de los trabajadores sufre estrés laboral, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) el pasado 2021 destaca, además, que entre un 11% y un 27% de los problemas de salud mental de los españoles se atribuyen a problemas laborales y que más de la mitad de las personas que padecen un trastorno mental no reciben un tratamiento adecuado.

Salud emocional

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala, por su parte, que la salud mental es ya la segunda causa de enfermedad relacionada con el absentismo laboral, detrás de la salud muscular, y prevé que la salud emocional pase a ser el primer motivo de baja laboral en los próximos años.

Especialmente preocupante, en el caso de la salud emocional, es el auge experimentado por el síndrome de burnout o síndrome de estar ‘quemado’, catalogado desde el año 2019 por la OMS como un riesgo laboral y que desde el pasado 1 de enero forma parte de la nueva Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Conexos.

Asociado al agotamiento mental, emocional y físico causado por el trabajo, la OMS define el burnout como un «síndrome derivado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no fue gestionado con éxito», con tres características que sirven para identificarlo: estado de agotamiento emocional; actitud cínica o distante frente al trabajo; sensación de ineficacia e insatisfacción en el trabajo.

Un 59% de los trabajadores españoles sufre estrés laboral, según datos del INE

En un informe elaborado a finales del año pasado por el Grupo Adecco y titulado Resetting Normal: redefiniendo la nueva era del trabajo, se ponía de manifiesto que cuatro de cada diez españoles había sufrido burnout en el último año y reclamaba a sus empresas que aplicasen medidas para garantizar la salud mental.

En este informe elaborado a escala global por el Grupo Adecco en base a las percepciones laborales de los 25 países en los que opera, se constata un deterioro en 2021 de la salud física y mental, tanto de los líderes como de los trabajadores, en comparación con los resultados del informe elaborado en 2020, con uno de cada tres encuestados admitiendo que su salud física y mental fue a peor en el último año.

El ‘burnout’ o síndrome de estar ‘quemado’ es un riesgo laboral catalogado desde 2019

En España, el 37% de los encuestados en la última edición de este estudio admite que su salud mental empeoró tras el estallido de la pandemia, lo que sitúa esta tasa cinco puntos por encima de la media global (32%). En relación al burnout, un 39% de los trabajadores españoles manifestó haber sufrido el síndrome del trabajador ‘quemado’.

El problema se agranda cuando se confronta con las expectativas que esos trabajadores ‘quemados’ tienen sobre su futuro bienestar. Apenas un 14% de los encuestados españoles cree que su empresa proporcionará apoyo para prevenir el burnout en un futuro.

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