La innovación empieza en el campo: llega la Agricultura 4.0

Robotización, sensorización, Internet de las Cosas, Big Data e Inteligencia Artificial dibujan los cambios de la última revolución agrícola llamada a solucionar los retos alimentarios de este siglo

29 noviembre 2018 12:13 | Actualizado a 30 noviembre 2018 15:05
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Drones, tractores con autoguiado GPS, sistemas de riego controlados de forma remota a través del smartphone, análisis de datos... la Agricultura 4.0 ya es una realidad, aunque su incorporación masiva queda todavía lejos.

Fran Garcia, responsable del grupo de trabajo de Agricultura 4.0 en la comisión de Industria 4.0 de Enginyers de Catalunya, cree que apenas un 10% del total de agricultores de Catalunya utiliza de forma recurrente alguna de las herramientas y tecnologías que ofrece la Agricultura 4.0 pero que, sin embargo, hay un consenso en el sector sobre el hecho de que «no es sostenible, ni económicamente ni medioambientalmente, seguir produciendo alimentos tal y como lo hacíamos hace 30 ó 40 años».

Ante una población global al alza, que llevará a que «el mundo tenga que incrementar su producción de alimentos en un 70% de aquí al año 2050», explica Fran Garcia, la solución pasa por la tecnología. Y, en especial, por la digitalización. Éstas son algunas de las grandes tendencias.

Sensorización y Big Data

El Big Data es una de las grandes tendencias en el sector primario. La sensorización de suelos, cultivos y ganado está en plena eclosión, con empresas que prestan servicios para la captación de datos y su transmisión a la nube.

Luego, sistemas provistos de capacidad de aprendizaje, que mejoran con la práctica y los comentarios que les hacemos, nos ayudan a diagnosticar y a tomar decisiones. La Inteligencia Artificial irrumpirá con fuerza en el análisis de datos y en el manejo de robots especializados.

Porque la clave no está en el sensor que capta la intensidad de la lluvia o en el dron que hace la foto, sino en que detrás haya un equipo técnico que genere algoritmos capaces de interpretar la información recabada, creando una plataforma mediante la que el agricultor pueda tomar decisiones.

Y, cuanto más grande la muestra y mayor el volumen de datos analizado (uniendo, por ejemplo, datos de diferentes agricultores), mayor será el valor de esos análisis.

Robotización

La robotización en el sector primario no ha hecho más que empezar. Brazos robóticos móviles provistos de visión artificial, que se mueven entre viñedos y que son capaces de ver la estructura arbórea de las vides, equipados con unas tijeras y un algoritmo que, en función de los datos recibidos, decide ejecutar cortes quirúrgicos como los que ejecutaría, previo análisis y decisión, una persona.

Robots pastores en forma de dron, que sobrevuelan los rebaños e informan de dónde se encuentran los mejores pastos y qué dirección tendrán que tomar. Y que, en no mucho tiempo, serán capaces de conducir ellos mismos ese rebaño hacia los pastos más adecuados.

Mucho más cerca, un ejemplo  tangible a día de hoy de esta Internet de las Cosas (IoT, en sus siglas en inglés) lo encontramos en el mapeado de terrenos agrícolas para establecer zonas de vigor en el campo y así poder asignar al tractor la dosis de siembra o abono según las condiciones, detectando franjas de suelo pobre o menos productivas.

Con sensores a bordo del tractor, pequeñas cámaras infrarojas nos indican cómo hace la fotosíntesis la planta. Con imagen satelital, miramos cómo refleja la luz la planta y vemos así su capacidad de fotosíntesis y la necesidad de nitrógeno que tendrá.

Estos mapas de ambiente se pueden poner en la controladora del tractor, para que la máquina sepa qué dosis de siembra, pesticidas o herbicidas ha de dejar en cada punto.

Pero la lista es larga: estaciones climáticas, sensores de humedad del suelo, de pluviometría... son algunas de las tecnologías que tenemos hoy al alcance para tener unas pautas sobre cómo se comportan los campos y, a partir de aquí, poder hacer diagnósticos, establecer dosis de riego y alertas de climatología a nivel de parcela, para que el pequeño agricultor pueda tenerlo conectado a una plataforma web y con la posibilidad de gestionar desde el móvil.

Por último, la edición genómica, llamada a substituir a la edición transgénica, promete recuperar especies desaparecidas y adaptarlas a las nuevas condiciones climáticas, mejorando su ADN.

Comentarios
Multimedia Diari