Lehman Brothers: estragos de una década de crisis

Estados Unidos, origen del caos, presenta una Bolsa cerca de máximos históricos, fuerte crecimiento y paro en mínimos. Europa, en cambio, sigue renqueando 

15 septiembre 2018 09:13 | Actualizado a 15 septiembre 2018 09:14
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Este sábado se cumplen diez años de la quiebra de Lehman Brothers. Fue el lunes 15 de septiembre de 2008 cuando Estados Unidos dejó caer su cuarto banco de inversión, enfangado hasta las cejas en productos tóxicos vinculados a las hipotecas ‘subprime’. Aunque ya había turbulencias, aquel día en que los empleados de la entidad salieron cabizbajos con sus cajas de objetos personales marcó un antes y un después. Fue el pistoletazo de salida de la Gran Crisis. No sólo se hundió Wall Street. El contagio arrastró a todo el sistema financiero mundial, lo que obligó a los gobiernos a salir a su rescate con el dinero de los contribuyentes y a los bancos centrales a inyectar billones de euros, además de bajar los tipos a cero. Eso evitó una depresión como la de 1929 pero no un gran sufrimiento: cierre de empresas, despidos masivos, recorte de las condiciones laborales…

Una década después, los efectos de la hecatombe siguen siendo palpables, aunque hay grandes diferencias por barrios. Estados Unidos, origen del caos, se recuperó en cuestión de meses y, en la actualidad presenta una Bolsa cerca de máximos históricos, fuerte crecimiento y paro en mínimos. Europa, en cambio, sigue renqueando tras encadenar varias sacudidas en los últimos años, mientras los emergentes vuelven a estar en el ojo del huracán. La crisis se gestó en los despachos de Wall Street pero la factura la han pagado las clases más desfavorecidas, con una fuerte precarización del mercado laboral y un grave incremento de la desigualdad: los ricos se han hecho más ricos en este tiempo. 

Los estragos de la recesión sumados a los de la globalización han generado un auge del populismo, con Trump y el Brexit como principales exponentes. 

La banca, por su parte, ha sido sometida a un fuerte saneamiento y a nuevas regulaciones, pero también se ha disparado el endeudamiento de los Estados. Y son muchos los que advierten de que una nueva crisis está al llegar. 

El país donde se gestó el lío está boyante. En Europa, sin embargo, donde faltaba una unión integral, todo se complicó mucho más. Las diferencias afloraron cuando, debido al vínculo entre la banca y los Estados, estalló la crisis de deuda soberana. En mayo de 2010 hubo que rescatar a Grecia, en noviembre a Irlanda y un año después a Portugal. Costó mucho dar con una solución debido a las reticencias de los países del Norte a pagar las deudas de los ‘manirrotos’ países del sur. Se impuso entonces la austeridad a ultranza, lo que derivó en una segunda recesión.

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