Los cuidados informales a personas dependientes suponen más del 2% del PIB

Algunos estudios valoran estre trabajo ‘invisible’ entre los 23.065 y los 50.160 millones de euros, con más de 4.000 millones de horas dedicadas

29 abril 2019 10:10 | Actualizado a 29 abril 2019 10:24
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Las mejores condiciones de vida, los avances médicos y de investigación y una amplia cobertura sanitaria han contribuido a un aumento de la expectativa de vida. Esta mayor longevidad de nuestra sociedad se ha traducido, inevitablemente, en un incremento del gasto en servicios sociales y en un crecimiento de los cuidados informales, aquellos que son prestados a las personas dependientes, especialmente, por familiares pero también por amigos o vecinos.

Los cuidados informales en nuestro país, aunque de gran valor, han sido un bien económico invisible hasta hace poco. Y es que existen muchos costes asociados al cuidado informal, tanto monetarios como no monetarios: aquellos relacionados con el empleo, pagos de ayuda doméstica, pérdidas de ingresos de los trabajadores, problemas físicos, emocionales, sociales…  Pero ¿qué valor económico tiene el tiempo que dedican estos cuidadores no profesionales? 

La fundación Funcas ha realizado esta semana en Madrid el seminario ‘El valor y el coste de los cuidados familiares a personas dependientes’, donde se han presentado diversos estudios con el fin de aproximarse a cuantificar económicamente estos cuidados no profesionales que se prestan a personas dependientes en España. Estos trabajos han partido de los datos de la última Encuesta de Discapacidad, Dependencia y Estado de Salud, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2008, que arrojaba unas cifras muy significativas.

Más de un millón de cuidadores

Ese año, el número total de horas dedicadas por el millón y cuarto de personas cuidadoras no profesionales ascendió, como mínimo, a 4.193 millones, con un valor estimado de entre 23.065 y 50.160 millones de euros. Según el estudio ‘An estimation of the value of informal care to dependent people in Spain’, publicado por la revista Applied Health Economics and Health Policy, estas cantidades suponen entre el 2,1% y el 4,6% del PIB de ese año. Estas cifras son superiores a los recursos que invierte España en su sistema de atención  a la dependencia (por debajo del 1% del PIB).

Diferente metodología

Juan Oliva, profesor del Departamento de Análisis Económico y del Seminario de Investigación en Economía y Salud (SIES) de la Universidad de Castilla-La Mancha y coautor de los estudios, explica al Diari que  «la diferencia de millones de euros del valor económico del trabajo de estos cuidadores informales viene dada por la metodología aplicada». 

El que ofrecería unos valores más altos es el método de coste de sustitución. Es decir, el que nos dice cuánto costaría sustituir a estos cuidadores informales por unos profesionales. 

Después estarían los métodos de coste de oportunidad (en función de a lo que los cuidadores informales renuncian) y de valoración contingente (¿Cuánto estaría dispuesto a pagar un cuidador informal a uno profesional si lo sustituyese una hora?), que arrojarían unos valores económicos más bajos.

Oliva defiende la realización de estos estudios de una forma contundente. «La idea es hacer visible un recurso social que es invisible, el de los cuidados informales a personas dependientes. Existe un gran esfuerzo por parte, sobre todo, de familiares pero todo queda diluido», asegura este profesor de la UCLM, quien añade que “el Gobierno se encarga de distribuir el gasto sanitario, educativo, etc. ¿pero y el de los cuidadores? No está ni cuantificado».

La red de prestación de servicios a personas dependientes está compuesta, básicamente, por la familia. Por eso, según Oliva, «la valoración monetaria del tiempo permite contemplar con mayor perspectiva el enorme valor social del llamado cuidado informal, dedicado a personas con limitaciones en su autonomía personal».

Formación y apoyo

Una vez visibilizado y cuantificado este trabajo es el momento de «incidir en aspectos como la formación y el apoyo de estos cuidadores, o el diseño de políticas por parte de la administración enfocadas a ellos, porque son activos fundamentales a los que hay que tener en cuenta», comenta el coautor de estos estudios. En este sentido, es recomendable aprender de la experiencia de algunos países europeos donde se ejecutan modelos mixtos en los que la responsabilidad en el cuidado está compartida entre el Estado y las familias.

Oliva pone el ejemplo de Suecia «que hace más de 60 años reconoció por ley que el Estado tienen que hacerse cargo de estos cuidados, pero con una gran relevancia del cuidador informal, con formación sesiones de respiro y una normativa legal que los regula».

Por último, otros estudios –además de incidir en el valor económico del cuidado no profesional- también analizan los problemas y las cargas que soportan las personas cuidadoras, tanto de salud, como laborales o sociofamiliares. También se identifica que son las mujeres cuidadoras las que soportan una mayor sobrecarga y presencia de problemas.
 

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