Los salarios solo suben para mandos y directivos

Mientras la retribución real de los empleados apenas creció un 1,3% entre 2007 y 2019, la de sus superiores lo hizo casi un 6%

30 enero 2020 19:20 | Actualizado a 31 enero 2020 18:21
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Más de una década de salarios a la práctica congelados. Descontada la inflación acumulada entre 2007 y 2019 (de un 17,4%), el poder adquisitivo de los empleados españoles a lo largo de estos años apenas aumentó un 1,29%, hasta los 23.250 euros brutos anuales.

Frente a esas cifras,  los salarios reales de los mandos intermedios acumularon un alza del 5,95% en este mismo periodo, hasta los 42.929 euros brutos anuales, mientras que los de los directivos crecieron un 5,99% en términos reales, hasta situarse en una cifra promedio de 84.773 euros brutos al año.

Son algunos de los datos contenidos en el informe Evolución salarial 2007-2019, elaborado por la escuela de negocios EADA y por la consultora ICSA Grupo a partir del análisis de datos salariales de más de 80.000 empleados por cuenta ajena en España. La primera conclusión es que, con los datos en la mano, se acentúa la brecha salarial entre empleados, por un lado, y mandos intermedios y directivos, por el otro.

Lo explica el presidente de ICSA Grupo, Ernest Poveda: «A la inadecuada correlación entre el crecimiento económico de los últimos cinco años, cuantificado a través del PIB y su asignación a las rentas salariales, se une la desigualdad entre dichas rentas; las posiciones directivas y los empleados, los primeros con un incremento del 4,58% frente a un 1,89% de los segundos, ambos respecto del 2018, y por consiguiente la brecha salarial en la retribución de dichos colectivos se cronifica».

 «Con las prácticas actuales -añade- ha quedado más que evidenciado que no estamos avanzando en la dirección correcta. Es necesario que realicemos un ejercicio de imaginación e inteligencia y replantear nuevos modelos retributivos que equilibren esta situación».

La brecha es todavía mayor cuando se toman las conclusiones de otros estudios, como el reciente informe elaborado por UGT Catalunya en base a la última Encuesta Anual de Coste Laboral, donde entre el año 2011 y 2018, descontada la inflación acumulada, la evolución del salario real entre los empleados no solo se mantuvo congelada sino que perdió un 8,5% de poder adquisitivo.

Sobre este asunto, y tomando como referencia el más que tímido crecimiento de los salarios de los empleados contemplado en el informe Evolución salarial 2007-2019, Jordi Costa, profesor de EADA Business School, reconoce que «el coste de la Seguridad Social a cargo de la empresa es un freno al incremento de los salarios y a la creación de empleo en las pymes, que generan más del 60% del empleo».

Dicho lo cual, en referencia a las nuevas formas de empleo (trabajo por proyectos, a tiempo parcial o microempleos, entre otros) «sería deseable que conciliaran la flexibilidad que supone para la empresa con la sostenibilidad para el trabajador. Sus salarios deberían reflejar el valor añadido que aportan estos trabajadores para las empresas, que disponen de ellos cuando los necesitan».

Reequilibrio social de rentas

En opinión de Àngel Hermosilla, gerente del área institucional de Pimec, esta congelación salarial, especialmente acusada entre el colectivo de empleados, fue la que sustentó la devaluación interna durante los años más duros de la Gran Recesión, logrando con ella «un incremento de competitividad que, también hay que decirlo, ha sido nominal, pero que entre otras cosas ayudó a la exportación». En la otra cara de la moneda encontramos, «en negativo, un consumo y unas expectativas familiares que no se han podido alcanzar».

Ése fue uno de los motivos principales que llevaron a esta patronal (precedida por la demanda de los sindicatos) a defender una subida de sueldos cuando la recuperación económica se consolidaba: «Éramos partidarios -explica Hermosilla- de un aumento salarial por un cierto reequilibrio social de la renta, dentro de una cierta moderación, porque ha de ir acompañado de un incremento de la productividad».

La ampliación de la brecha salarial entre mandos intermedios y directivos, por un lado, y empleados por el otro, siembra dudas de que ese reequilibrio social de la renta que se reivindicaba haya llegado a buen puerto. Con los datos en la mano, más bien ha sido lo contrario.

Ernest Poveda, presidente de ICSA Grupo, destaca que los directivos ganaron el año pasado 3.715 euros brutos anuales más que en 2018, por 1.422 euros más de los mandos intermedios y apenas 431 euros más de los empleados, una «falta de equidad» que hace que «se profundicen las desigualdades», lo que conlleva que esta brecha salarial, a medio y largo plazo, «no favorece a nadie».

Àngel Hermosilla, de Pimec, admite que «esta descompensación es sorprendente» y la atribuye a factores como la mayor incidencia entre mandos intermedios y directivos de elementos retributivos variables.

En este punto, asegura que, aunque su presencia es mayor en estos perfiles, estas formas retributivas fijadas a indicadores variables «están entrando con fuerza en todas partes, con una evolución muy expansiva en las empresas», y empiezan a calar también entre empleados no vinculados a posiciones donde tradicionalmente se llevaban a cabo (como en el caso de los vendedores), alcanzando toda la estructura organizativa.

Lo que se busca con la retribución variable es, según relata Hermosilla, «corresponsabilizar al trabajador en la marcha de la empresa», lo cual es positivo y contribuye a sus resultados, pero advierte de que hay que ser muy cuidadoso con ello, porque «o pones indicadores correctos y justos [como referencia de esa parte variable de la retribución] o, desde un punto de vista ético, es algo desaconsejable. Porque si nunca consigues alcanzar los objetivos que te marcan, porque no son correctos ni justos, lo único que consigues es desmotivar a la gente».

Llegados a este punto, y con todas las alertas en marcha ante un escenario de desaceleración económica, ¿quien no haya conseguido a día de hoy un aumento de sueldo puede ir olvidándose de ello en los próximos meses? No necesariamente.

«Las previsiones que tenemos todos ahora -explica Àngel Hermosilla, de Pimec- no son demasiado halagüeñas, con poco crecimiento de la ocupación, pero eso no significa que en negociación colectiva no se marquen subidas salariales. Será muy importante la evolución que puedan tomar los precios, que determinarán mucho la evolución de las retribuciones».

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