Más agricultura ecológica

La Unión Europea se ha propuesto que en 2030 un 25% del suelo agrícola cultivado sea ecológico

12 abril 2021 09:55 | Actualizado a 12 abril 2021 10:55
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Más alimentos ecológicos en los menús de los europeos. En su Plan de Acción para el desarrollo de la producción ecológica presentado hace apenas dos semanas, la Comisión Europea (CE) ha propuesto que, en el año 2030, un 25% de la superficie agraria útil de la Unión Europea esté certificada como ecológica. El objetivo es ambicioso. En 2019, ese porcentaje apenas alcanzaba el 8,5% para el conjunto de la Unión, con claras diferencias entre Estados miembros.

Así, mientras estados como Austria (con un 25,3% de su superficie agraria certificada como ecológica, según datos de la CE), Estonia (22,3%) o Suecia (20,4%) superaban o rozaban ese objetivo faltando todavía más de una década para alcanzarlo, otros como Malta (0,5%), Irlanda (1,6%), Bulgaria (2,3%), Rumanía (2,9%) o Polonia (3,5%) estaban muy lejos.

El peso de la agricultura ecológica es desigual en la Unión Europea. Con datos relativos a la superficie agraria útil certificada en 2019, la Comisión Europea destaca el liderazgo de Austria, con un 25,3%. A la cola se sitúa Malta, con apenas un 0,5%.

Grandes productores agrícolas como España (9,7%) o Francia (7,7%) se encuentran en un punto algo mejor, aunque a mucha distancia todavía de esa meta, mientras que en el caso de Estados miembros como Italia, también referente agroindustrial en Europa, su posición de partida, con un 15,2%, es algo mejor.

En el caso de Catalunya, los últimos datos publicados por el Consell Català de la Producció Agrària Ecològica (CCPAE), relativos también al año 2019, indican que la superficie certificada en este territorio sumaba 229.609 hectáreas, lo que supone, según cálculos del sindicato Unió de Pagesos en base a datos del Idescat relativos a 2009, un 20% de las 1.147.532 hectáreas de superficie agraria útil en el conjunto de Catalunya.

«Vemos ese 25% como un objetivo muy ambicioso y difícilmente alcanzable» Xavier Pié. FCAC

La demarcación de Girona, con 48.027 hectáreas certificadas, lidera en términos porcentuales, con un 29% de su superficie agraria con sello ecológico, las cuatro demarcaciones catalanas. Le siguen Barcelona (con un 22% y 42.369 hectáreas certificadas), Lleida (un 20% y 117.537 hectáreas) y Tarragona (10% y 21.676 hectáreas).

Salvando el caso de las comarcas de Tarragona -cuyo bajo porcentaje de superficie agrícola certificada como ecológica se atribuye, desde el CCPAE, fundamentalmente a la menor presencia de pastos en comparación con las otras tres demarcaciones-, alcanzar de forma ‘natural’ ese objetivo del 25% en el año 2030 es perfectamente posible para el conjunto de Catalunya.

David Torrelles, presidente del CCPAE, destaca que «en Catalunya, el crecimiento anual de la agricultura ecológica está entre el 10% y el 12%». Respecto al conjunto de la UE, calcula que, «basándonos en el crecimiento medio, en 2030 podríamos llegar a entre un 15% y un 18% de forma global». Un empujón para promocionar los productos ecológicos entre los consumidores europeos, tal y como se plantea en este Plan de Acción, ayudaría a lograr ese 25%.

Aunque, cuando se desciende al detalle de los cultivos, surgen las dudas. Xavier Pié, vicepresidente primero de la Federació de Cooperatives Agràries de Catalunya (FCAC), piensa que ese objetivo se encuentra bastante más lejos. Descontando las zonas de pasto, «en Catalunya solo el 6,3% de la superficie cultivada está certificada como ecológica», asegura Pié.

«No creemos que este Plan de Acción de una mayor capacidad de reforzar los circuitos cortos y la venta directa» Ferran Berenguer. Unió de Pagesos

«Entendemos que, en los últimos años, la agricultura ecológica -razona el vicepresidente de la FCAC- ha tenido un fuerte incremento de demanda por parte de los consumidores, porque la asocian a alimentos más saludables, pero vemos ese 25% como un objetivo muy ambicioso y difícilmente alcanzable».

«Los promedios -prosigue Pié- están muy lejos, y hay sectores que, para alcanzar esos objetivos, necesitarían mucha inversión en tecnología». Pone como ejemplos los cítricos (con un 2,2% de la superficie en Catalunya certificada) o el cereal (un 2,4%), mientras que otros cultivos como la huerta (con un 8,4%) o la viña (con un destacado 33%) cuentan con realidades muy distintas.

«En el caso de la viña -explica-, hemos de ser conscientes de que ha habido una innovación tecnológica que le ha permitido dar un salto adelante, porque en este caso concreto se ha encontrado una solución para el gusano de la uva, con la tecnología de la confusión sexual. Eso explica por qué hemos podido llegar al 33%, y nada impediría seguir creciendo hasta el 100%».

«Pero en aquellos cultivos en los que no haya una alternativa tecnológica -razona Xavier Pié-, habrá una caída de producción. Desde las cooperativas agrarias tenemos la sensibilidad, pero pensamos que este objetivo, en tan pocos años, sería muy difícil de alcanzar».
Decrecimiento

Hasta la fecha, el Plan de Acción presentado por la Comisión Europea habla de un objetivo común para el conjunto de la Unión Europea, con lo cual los mayores porcentajes de suelo agrario certificado en determinados Estados miembros podrían compensar los déficits de otros. Nada se indica, además, sobre que ese 25% deba cumplirse en cada uno de los tipos de cultivos. Así, determinados sectores (como es el caso de la viña) podrían equilibrar los bajos porcentajes de otros, como los cereales.

«En 2030, basándonos en el crecimiento medio, la UE podría llegar a un 15% o 18%» David Torrelles, CCPAE

Pero ni aun así ven alcanzable el objetivo organizaciones como la FCAC: «Pienso -razona Xavier Pié- que ni a nivel europeo es realista. Esto ha descolocado incluso a los estadounidenses, que han hecho notar que esta acción podría tener efectos en la producción mundial de alimentos, en el sentido de decrecimiento. Una renuncia por parte de Europa a la capacidad de producir puede acabar suponiendo un decrecimiento de la producción».
«La pregunta -plantea Xavier Pié-, ante la posible pérdida de competitividad de la agricultura europea respecto al resto del mundo, es: ¿Exigiremos reciprocidad a las importaciones?».

Una pregunta que también se plantean desde organizaciones como Unió de Pagesos, que reclaman a la estrategia Del campo a la mesa (donde se enmarca este Plan de Acción para la producción ecológica) un mayor compromiso en fomentar la venta directa y los circuitos cortos de distribución (con un solo intermediario), a la vez que mayor concreción en su voluntad de introducir unos cambios en el comercio internacional de alimentos que solo serían posibles con un acuerdo global de la OMC que hoy está muy lejos de llegar.

Ferran Berenguer, responsable nacional de Agricultura i Ramaderia Ecològica de Unió de Pagesos, incide en ello: «Dedicarse a mover cereales por todo el mundo no es más sostenible». Y es en este punto donde, a su entender, se podrían marcar diferencias, porque, «desde el punto de vista de la agricultura ecológica, no veo un cambio radical con este Plan de Acción de la Comisión Europea».

«Con la agricultura ecológica -prosigue-, ya hace muchos años que hacemos venta directa, circuitos cortos y producción local, y no vemos que se esté dando una mayor capacidad de reforzar los circuitos cortos y la venta directa. En todo caso, hacer más corta la cadena. Pero eso no es un circuito corto, donde entre el productor y el consumidor solo hay el comercio».

En Catalunya, el crecimiento anual de la agricultura ecológica supera el 10%

Poner el foco en establecer como objetivo un porcentaje de suelo agrario útil certificado como ecológico abre otro debate: el de si es correcto asimilar ecológico con sostenible. En este debate se ponen como ejemplo conceptos como la huella hídrica o la huella de carbono, donde puede darse la paradoja de que un producto elaborado según los criterios de la agricultura ecológica llegue a ser menos sostenible que otro de agricultura convencional.
«El objetivo de la Comisión Europea -explica Xavier Pié, de la FCAC- es hacerlo más ecológico, pero no hablan de más sostenible. Y, personalmente, pienso que en determinadas cuestiones más ecológico no significa más sostenible».

«El tema ecológico -prosigue- ha sido un éxito porque se ha encontrado con un marco mental favorable por parte del consumidor, pero la preocupación del consumidor también es que sea sostenible, y eso es algo que tendríamos que hacer el esfuerzo de explicarle. Aquí, seguramente en el sector agrario no hemos sido capaces de poner en valor conceptos mucho más amplios, como la huella de carbono, hídrica, conceptos sociales...».  

Se trata de un debate que se está dando en toda Europa, y del que fuentes del sector aseguran que ya se han hecho eco, por ejemplo, administraciones como el Departament d’Agricultura, Ramaderia, Pesca i Alimentació de la Generalitat de Catalunya, donde se trabaja en la posibilidad de reemplazar el sello de Producció Integrada, que no ha logrado un conocimiento profundo en la sociedad, por otro de Producció Agrària Sostenible.
Ferran Berenguer, de Unió de Pagesos, replica que «en general, la agricultura ecológica siempre es más sostenible, y si bien se puede dar el caso de que no lo sea, es algo minoritario». Y añade: «La agricultura ecológica es la más sostenible, y si empezamos a sacar denominaciones de sostenibilidad para cosas no ecológicas, pienso que es algo que solo generará confusión».

David Torrelles, del CCPAE, aunque admite el riesgo de «confundir al consumidor», razona sobre la posibilidad de crear un sello que distinga la sostenibilidad de los alimentos, conviviendo con el que certifica la producción ecológica: «No tienen por qué enfrentarse ni comerse el uno al otro. No es una guerra de sostenible contra ecológico, sino que son dos líneas paralelas».

Austria, con un 25,3% certificado, supera ya los objetivos fijados por la CE para el año 2030

Sea como sea, todos coinciden en que la demanda por alimentos más ecológicos y sostenibles por parte del consumidor europeo está ahí, y sigue al alza.

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