¿Qué coche me compro?

Las dudas entre los consumidores acerca de las regulaciones y el futuro de las distintas tecnologías congelan las compras de nuevos vehículos

29 septiembre 2019 19:30 | Actualizado a 30 septiembre 2019 10:11
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Hace poco más de un año, el 1 de septiembre de 2018, entró en vigor el nuevo procedimiento WLTP, que establecía la medición del consumo de combustible y de las emisiones de CO2, entre otras, en el momento de homologar los vehículos. El mes de agosto previo a la entrada en vigor de este procedimiento, las automatriculaciones de concesionarios y la venta de vehículos a precios rebajados dispararon las ventas en toda España.

La demarcación de Tarragona no fue una excepción, con un récord de matriculaciones, solo en turismos, un 20,79% superior al mismo mes del año anterior. Un porcentaje que, en el caso de los todo terrenos, se disparó hasta el 60,45% interanual. A partir de ahí, con alguna que otra pequeña subida excepcional, todo ha ido cuesta abajo en las ventas de vehículos. La razón, en opinión del sector, es una: incertidumbre.

¿Incertidumbre por la coyuntura económica? No tan rápido. Básicamente, incertidumbre normativa y legislativa. Dudas sin resolver que terminaron por contraer el consumo en este segmento de bienes duraderos, en unas proporciones que ni de lejos han tenido quienes se dedican a vender electrodomésticos o muebles.

El del nuevo procedimiento WLTP es solo uno de los factores que han sumido en la incertidumbre a los compradores de vehículos. Fue quizás el primero, pero no el de mayor impacto. Noviembre de 2018 fue el mes en el que el Gobierno salido de la moción de censura del PSOE contra el último Gobierno del PP presidido por Mariano Rajoy dejó caer una fecha: 2040.

Ése era el calendario que el Ejecutivo de Pedro Sánchez manejaba para prohibir las nuevas matriculaciones de coches diésel, gasolina e híbridos, al que añadía 2050 como fecha a partir de la cual ya no podría circular por España ningún vehículo propulsado mediante un motor de combustión interna. Ninguna de estas dos propuestas llegó a materializarse en la nueva Ley de Cambio Climático y Transición Energética que impulsaba ese Ejecutivo, pero el ruido de fondo caló entre los consumidores.

Un descalabro de las ventas de turismos del 25,96% ese mismo mes de noviembre de 2018 en la demarcación de Tarragona es una muestra elocuente de que las dudas estaban condicionando ya el comportamiento del mercado.

A todo esto hay que añadirle, en el caso concreto de Catalunya, las idas y venidas en la Llei 5/2017 de la Generalitat de Catalunya, que establecía un nuevo impuesto sobre las emisiones de CO2 de los vehículos en Catalunya, y que hoy está pendiente de aplicar, cuando finalicen los trámites de la Llei 16/2017 que regula el método de cálculo del impuesto.

La guinda la ha puesto el ayuntamiento de Barcelona, que a partir del 1 de enero de 2020 confía en que entre en vigor la nueva ordenanza que regulará su Zona de Baixes Emissions (ZBE), un área de más de 95 kilómetros cuadrados que incluye Barcelona y los municipios circundantes a las rondas, donde se restringirá progresivamente la circulación de los vehículos más contaminantes.

Desde la Associació Empresarial de Tallers de Reparació i Venedors d’Elements d’Automoció (Astave), que acoge a empresas de este sector en la demarcación de Tarragona, su secretario general, Emili Beltran, reconoce que «tenemos una caída en el mercado, y uno de los motivos fundamentales es la generación de una opinión pública de nerviosismo, con los sucesivos anuncios de desaparición del diésel a partir de 2040, la prohibición de circular con vehículos de combustión interna en 2050, la Llei 16/2017 a nivel catalán...»

«Todo esto -prosigue Beltran- nos lleva a que en el sector se genere un problema de caída de ventas, no tanto por la situación económica sino por la incertidumbre creada en la opinión pública, que sin duda ha tenido una incidencia significativa en las ventas de los últimos años».
El resultado de todo esto es que hoy, un vendedor de automóviles en un concesionario puede estar dedicando más tiempo a resolver dudas normativas que a enseñar cómo se abaten los asientos y se regulan los espejos.

Y mientras esto sucede, en lo que llevamos de año, las matriculaciones de vehículos no han dejado de caer en la demarcación de Tarragona en términos interanuales. En el caso de los turismos, con meses como marzo (donde las matriculaciones cayeron un 12,73% interanual), abril (un 25,02% menos), junio (-12,48%), julio (-21,66%) o el pasado mes de agosto (-24,47%), donde los descensos porcentuales fueron de más de dos dígitos.

Tampoco le fue mucho mejor al segmento de todo terrenos (un 21,66% menos en enero y un 30,05% por debajo en agosto) ni al de derivados (turismos de uso industrial), con acusados altibajos. Se salva el mercado de motocicletas, con incrementos porcentuales (muchos de ellos de dos dígitos) en todos los meses a excepción de enero, aunque su incidencia sobre el volumen de ventas del sector es muy limitado.

Un panorama que es básicamente el mismo en toda España, aunque con el agravante, en el caso del mercado catalán, de que la legislación propia de la Generalitat de Catalunya ha hecho que las ventas  de vehículos en el canal de empresas se desplace hacia otras comunidades autónomas sin perspectivas de aplicar esas cargas fiscales.

«El impuesto a las emisiones no distingue entre particulares y empresas -relata Emili Beltran-, y cuando hablamos de la venta de vehículos de empresa, cuando pueden deslocalizarse, lo hacen. Este año, la caída de ventas en el canal de coches de alquiler [en la demarcación de Tarragona] estará entre un 30% y un 40%».

Cuatro legislaturas en cuatro años en el gobierno español y unos presupuestos prorrogados que todavía llevan la firma del ministro Cristóbal Montoro no ayudan, desde luego, a despejar las incertidumbres. Pero eso no es motivo, según argumentan desde el sector, para congelar el mercado de la automoción.

«Hay que decirle al usuario -reivindica Beltran- algo muy claro: en 2019 puede comprar cualquiera de los vehículos que hay en el mercado, dependiendo de sus necesidades y de su uso, con la tranquilidad de que podrá hacer uso de él el tiempo que quiera, porque no se lo acabará. Si la incidencia de las manifestaciones políticas se solventa y la crisis que dicen que llega no es tal, las ventas se pueden animar». 

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