Romper la hucha al llegar a la edad de jubilación

Los activos inmobiliarios suelen ser el principal ahorro de los españoles: tendencias para convertirlo en ingresos pasados los 65 años

16 septiembre 2019 10:30 | Actualizado a 16 septiembre 2019 12:53
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Renta vitalicia, hipoteca inversa, venta de la nuda propiedad... son algunas de las fórmulas que están entrando con fuerza en estos últimos tiempos para encontrar ingresos complementarios más allá de la jubilación. ¿En qué consisten, cuál es el perfil de quienes recurren a ellas y qué debería tenerse en cuenta antes de ponerlas en práctica?

Solo durante el primer semestre de lo que llevamos de año -entre enero y junio de 2019-, el número de personas mayores de 65 años que en España han transformado en una renta vitalicia el dinero logrado con la venta de algún elemento de su patrimonio (una segunda residencia, fondos de inversión, acciones en Bolsa...) creció un 31,17% respecto al mismo período del año pasado, hasta situarse en 29.023 personas aseguradas, según datos de la patronal Unespa, que agrupa a las principales aseguradoras que operan en España.

Unos ingresos mensuales constantes, de por vida, que pueden proporcionar estabilidad económica en una franja de edad donde los ingresos de las pensiones de jubilación suelen reducir la capacidad adquisitiva. Aunque no un producto para todos. La primera barrera es el patrimonio. Para obtener una renta vitalicia, hay que tener previamente un patrimonio que transformar o una cantidad de ahorros para destinar a eso. Se trata de una opción para personas con recursos, especialmente interesante para operaciones de cierto volumen.

Las ventajas fiscales asociadas a este producto (ver información adjunta) son las que, según relata Ingrid Vinaixa, abogada de Vinaixa Legal & Fiscal, despacho de Tarragona especializado en derecho fiscal, bancario y mercantil, explican en parte su buena aceptación, aunque alerta: «el producto te lo hacen ver como atractivo fiscalmente, pero en el fondo lo que están haciendo es devolverte lo que has puesto».

Si bien es cierto que estas rentas vitalicias tributan como capital mobiliario (no como rentas del trabajo), al 8% a partir de los 70 años, «al final -prosigue Vinaixa- es dilatar en el tiempo un importe determinado que pagas al banco, fruto de una aportación».

En su opinión, «es una forma de poner orden a tus ingresos mensuales, lo que hace que, de cara a la gente mayor, tengan una vida bastante ordenada». Dicho lo cual, y pese a que admite que «puede ir muy bien para personas muy mayores que por ejemplo están en una residencia y necesitan unos ingresos periódicos, si tú tienes la cabeza clara para administrar tu patrimonio no necesitas una renta vitalicia: es algo que limita a aquellas personas con un perfil más emprendedor».

Además, comporta sus riesgos. El principal, tal y como alertan desde la asociación de usuarios de banca y seguros Aicec-Adicae Catalunya, es que «el dinero que has aportado no está cubierto por el Fondo de Garantía de Depósitos», explica Eduard Romo, secretario general de esta organización. Un extremo que corrobora Ingrid Vinaixa, de Vinaixa Legal & Fiscal, que advierte que «la garantía es la solvencia de la propia aseguradora, y si ésta quiebra, pierdes el importe invertido en rentas vitalicias».

Necesidad

En otra dimensión se sitúan tendencias como la venta de la nuda propiedad y las hipotecas inversas, ambas muy vinculadas a la necesidad de obtener recursos económicos básicos, y no ingresos complementarios que mantengan el nivel de renta previo a la jubilación.
Pese a que hay operaciones de venta de la nuda propiedad e hipotecas inversas (ver informaciones adjuntas para su descripción) en segundas residencias, suele ser la vivienda habitual el activo que termina aquí. La vivienda en propiedad acostumbra a ser el principal ahorro de los españoles al llegar a la jubilación, y recurrir a ella para obtener ingresos va al alza.

El problema es que, siendo estos inmuebles la residencia habitual, desprenderse de ella puede dejar sin opciones de vivienda a no pocos jubilados. Unido a cuestiones de orden más personal o sentimental, la opción de obtener una renta vitalicia a cambio de poder seguir viviendo en ese inmueble, bien como usufructuarios (venta de la nuda propiedad), bien como propietarios hipotecados (hipoteca inversa), gana atractivo.

«Son personas que necesitan recursos», explica Ingrid Vinaixa, que añade que, «hasta ahora, estas operaciones se habían dado con segundas residencias». Pero precisa: «Si las personas viven más años, necesitan más dinero. Una forma de garantizar que tú puedas vivir en tu casa y conseguir ingresos es ésta».

Una forma que Eduard Romo, de Aicec-Adicae Catalunya, califica como «la última instancia, si no tienes más remedio, porque al final es dar el capital al banco. Si tuviese hijos y me viera necesitado, antes hablaría con ellos».

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