Salvador Martínez 'Si no ponemos talento dentro de las pymes, no podremos competir'

Salvador Martínez es consultor en organización, cambio cultural y personas. Coautor de ‘El día después. Guía para pymes: cómo enfrentarse con éxito a la era pos-Covid’ 

08 febrero 2021 09:12 | Actualizado a 24 febrero 2021 13:15
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Hablamos del Gran Reinicio, del ‘día después’ de la pandemia de Covid-19 y de cómo serán las cosas, pero parece que no escapamos a la improvisación en el ‘mientras tanto’...
Porque aquí no tenemos tradición de utilizar la estrategia, y eso nos hace daño. Se tienen muy en cuenta los resultados a corto plazo y, en este sentido, lo que hemos hecho bien tradicionalmente es una proyectiva, proyectando el presente hacia el futuro. En función de cómo nos había ido el año, proyectábamos el siguiente.

Hacer eso no es fácil hoy.
En efecto. Esto, en un mundo tan cambiante como el que tenemos hoy, ya no tiene sentido. Pero la parte mala de esto es que nos hemos creído que ya no hace falta estrategia, y aquí es donde nos equivocamos.

¿Por qué?
Porque aquí ya no hay que hacer la proyectiva, sino imaginar escenarios futuros.

¿Cómo, si apenas sabemos qué medidas decretarán las administraciones públicas  la semana que viene?
Es cierto que cuando tú trabajas en el corto plazo, cuando te estás ahogando, lo único que importa es salir del agua. Pero ni las cosas buenas suceden por siempre, ni las malas para siempre. Cuando llegue el momento, ¿nos habremos preparado para ello o habremos perdido el tiempo?

Prepararse imaginando escenarios futuros. ¿Es eso?
Sí. Sería la diferencia entre una proyectiva y una prospectiva. Se trata de analizar qué pasa y, a partir de aquí, imaginar posibilidades, porque proyectar el presente hacia el futuro ya no sirve. Para eso hace falta hacer una reflexión y un cambio en la perspectiva y la mirada que tenemos en nuestros negocios.

¿En qué consiste?
Lo primero que hemos hecho ha sido buscar soluciones a toda prisa. Y lo hemos hecho en muchos casos cambiando los instrumentos, pasando de unas empresas más bien analógicas a una digitalización forzada. Pero no hemos cambiado la cultura empresarial. No hemos cambiado los vicios que había y sigue habiendo. Si antes teníamos reuniones improductivas que se alargaban en el tiempo, ahora lo hemos trasladado a una pantalla.

‘Reunionitis’ digital.
No hemos hecho una transformación cultural, para que las personas cambien la manera de trabajar y que las culturas de las empresas pasen de ser reactivas a ser innovadoras. No se ha trabajado de manera más colaborativa, no se han puesto las herramientas para crear más valor colectivo... Si no cambias eso, por mucho que digitalices, sigues funcionando con una mente analógica.

Pongamos que lo hacemos y cambiamos esa cultura empresarial. ¿Cómo imaginamos ese ‘día después’?
Primero hay que pasar la travesía del desierto, con la única posibilidad de que los poderes públicos den apoyo, porque hay que recordar que esta es una crisis puramente sanitaria con consecuencias económicas y que, si dejas caer la ocupación, la recuperación será muy difícil. Una vez pasemos eso, que se está alargando mucho, para ‘el día después’ las empresas se tienen que profesionalizar.

¿A qué se refiere?
A que hay mucha pyme y empresa familiar que tiene que dar el paso a contratar una dirección que sea profesional. Hoy en día, ser pequeño es un problema. Pero tenemos un país de pymes. La respuesta es tener unos órganos de dirección que les permitan innovar, obtener crédito, conseguir plantillas valiosas... La clave está en la gestión del talento. Si no ponemos talento dentro de las pymes, no podremos competir. Hay que fomentar la innovación con otra manera de funcionar, donde las personas tengan libertad para crear y equivocarse.

Eso es lo que está en manos de las empresas. ¿Cómo se preparan por su cuenta los trabajadores para ese Gran Reinicio?
Las personas trabajadoras han de invertir en formación: upskilling o reskilling. Te tendrás que reciclar en tu propio puesto de trabajo, con competencias continuas, e incluso cambiando de ocupación. Has de estar dispuesto a estos cambios. Eso es algo que ciertamente puede ser un poco un drama para los mayores de 45 años, pero no para los menores. La otra gran tendencia es que las relaciones laborales cambiarán tal y como las hemos entendido hasta ahora.

¿Cómo?
Hay muchos profesionales que hoy venden sus conocimientos a las empresas, pero que además lo hacen en un mercado global.

Trabajar por proyectos, con equipos diversos...
Sí. Y hay más cuestiones. Por ejemplo, qué pasará con la Inteligencia Artificial y la automatización. Trabajos con menor valor añadido serán sustituidos y todo lo que sea mecanizable está muerto. La buena noticia es que las máquinas son muy buenas haciendo operaciones, pero para tomar decisiones y en todo lo que se refiere a la parte emocional, seguirán estando los humanos. Por eso hablaremos mucho de competencias ‘blandas’, y gente como filósofos o lingüistas podrán tener un papel destacado en el futuro, porque se tendrán que tomar decisiones éticas.

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