Sueldos a la espera

La baja inflación ha mantenido desde hace más de una década el poder adquisitivo de unos salarios que no se prevé que vayan a aumentar

08 febrero 2021 08:19 | Actualizado a 24 febrero 2021 13:13
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Entre los años 2007 y 2020, los salarios apenas se incrementaron en España. Más de una década de sueldos prácticamente congelados, que han logrado mantener a duras penas su poder adquisitivo gracias a la baja inflación. A la espera del Gran Reinicio, las perspectivas hoy apuntan a que este estancamiento salarial se prolongará.

En el reciente informe Evolución salarial 2007-2020, elaborado por la consultora  ICSA Grupo y EADA Business School, se vincula claramente la baja inflación con el mantenimiento del poder adquisitivo medio de los sueldos, aunque con notables diferencias entre categorías laborales.
Con una inflación acumulada en España del 16,7% en el periodo 2007-2020, el incremento medio del 22,5% acumulado en este periodo por las retribuciones de los directivos deja un balance, una vez restado ese encarecimiento de los precios, de un incremento real en el poder adquisitivo de este colectivo del 8,85%. Dividido por 13 años, eso supone un incremento salarial real de un 0,68% anual.

En el caso de los mandos intermedios, con un incremento medio acumulado en las retribuciones del 23,71%, la subida real de sueldos desde el año 2007 es de un 7,01%. Es decir, un 0,54% anual. La situación es todavía más plana cuando llegamos a los empleados, cuya mejora salarial acumulada del 20,13% arroja un incremento real de apenas el 3,43% durante este periodo, una vez descontado el IPC. Anualizado, eso supone un incremento de sueldo real del 0,26% al año.

Como en toda media, hay quien se sitúa por encima de ella, pero también quienes quedan por debajo. Y, desde el arranque de la Gran Recesión en 2008, ha habido una pérdida real de poder adquisitivo en muchos casos, especialmente entre los empleados.

Jordi Assens, profesor del departamento de Estrategia, Liderazgo y Personas de EADA y coautor de este estudio, destaca que para él solo se han tomado en cuenta «los empleados a tiempo completo y por cuenta ajena, que es el grupo más estable y más favorecido» del mercado laboral. Quedan fuera de la fotografía, pues, trabajadores autónomos y empleados a tiempo parcial, con ingresos mucho más irregulares y entre los que, previsiblemente, se pueden haber dado pérdidas de poder adquisitivo.

La primera conclusión de Assens sobre esta fotografía de lo que hemos vivido desde el inicio de la crisis de 2008 es que «los salarios han ido subiendo de manera mucho más suave en comparación con el norte de Europa, y se trata de una subida claramente insuficiente». ¿Insuficiente para qué? «Esto -explica Jordi Assens- impacta en que se pagan pocos impuestos y se consume muy poco».

Además, «la distancia entre directivos y empleados ha aumentado», señala este economista. «Eso nunca es positivo para cuestiones como la cohesión social, pero en una economía de baja productividad como la que tenemos, no tiene marcha atrás».

El hecho de que, pese a aumentar poco en relación con otras economías de la Unión Europea con mejores indicadores de productividad, los salarios reales de los directivos hayan aumentado casi el triple, en términos relativos, que los de los empleados (un 8,85% frente a un 3,43%), es un claro indicador de lo que ha sucedido durante estos años con esta brecha a la que alude Assens.

En el caso de los mandos intermedios, pese a quedar algo por detrás de los incrementos salariales de los directivos, la mejora acumulada del 7,01% en sus salarios reales les acerca mucho más a ese colectivo que al comportamiento salarial de los empleados.

«Esta diferencia salarial -prosigue este profesor de EADA- está sucediendo desde hace décadas, porque con la introducción de tecnologías pierden valor los puestos de trabajo de base. El perfil profesional de esas personas baja de valor. Después hay una cuestión sectorial, con sectores como el turismo, la restauración, la hostelería... donde los salarios están estancados porque no cambia la productividad».

El próximo sueldo será peor

La Gran Reclusión y los efectos de la Covid-19 sobre estos mismos sectores no han hecho más que ahondar en una tendencia que viene de bastante más atrás. «La degradación de los salarios en estos sectores -explica Assens- ya se ha producido. Si a una persona la despiden, el siguiente salario que encontrará ya será más bajo que el que tenía. Esta degradación en la base del mercado laboral ya se estaba produciendo desde antes».

Frente a estos perfiles «tenemos los cualificados, con salarios muy altos y que se están incrementando», contrapone este economista. «Es posible que, en los perfiles con una educación más baja, los salarios no aumenten en el futuro. En cambio, los otros van subiendo».

De media, el salario bruto anual de un directivo en Catalunya es de 88.450 euros, según este estudio elaborado por ICSA y EADA. La retribución media anual de los mandos intermedios se sitúa en los 44.105 euros, mientras que la de los empleados está en los 24.323 euros al año. En todos los casos, trabajadores por cuenta ajena y a jornada completa.

A corto plazo, «la Inteligencia Artificial y la robotización harán perder puestos de trabajo poco cualificados de forma activa, a diferencia de lo que sucedió con la informática», vaticina Jordi Assens. Es decir: el reemplazo de los empleos destruidos por nuevos empleos vinculados a las tecnologías que les han puesto fin no será suficiente. Tendremos bolsas de expulsados del mercado laboral o, en el mejor de los casos, colectivos fuertemente precarizados.

«Si a una persona la despiden, el siguiente salario que encontrará ya será más bajo que el que tenía» (Jordi Assens,
EADA Business School)

Ingreso Mínimo Vital

El Ingreso Mínimo Vital o la Renta Básica Universal, mediante los cuales no dejar al margen a estos grupos de población, siguen ganando protagonismo en la esfera política y económica. «Si dejas fuera del mercado laboral a parte de la población -reflexiona Jordi Assens-, poner en marcha un salario mínimo vital es un elemento contra el populismo, para frenar movimientos que atribuyen a determinados colectivos su expulsión del mercado».

«De hecho -añade-, ya se está gastando mucho dinero en esta banda baja de la sociedad, en forma de subsidios. Desde el año 2008 que se empieza a hablar de ‘trabajadores pobres’, del ‘precariado’. Pienso que sería económicamente rentable para la sociedad, porque un Ingreso Mínimo Vital va a cargo del Estado, mientras que si tú fijas un Salario Mínimo Interprofesional elevado le estás pasando la carga al empresario, pero en este caso no todas las empresas y sectores son iguales, y el efecto que obtienes es asimétrico».

«Si dejas fuera del mercado laboral a parte de la población, un Ingreso Mínimo Vital es un elemento contra el populismo» (Jordi Assens, EADA Business School)

Comentarios
Multimedia Diari