Una oportunidad para la descarbonización

Diari de Tarragona celebró esta semana una nueva edición de su serie ‘Els Esmorzars-Col·loquis del Diari’, centrada en esta ocasión en la transición energética hacia una sociedad descarbonizada y electrificada.

03 agosto 2020 18:39 | Actualizado a 26 septiembre 2020 11:39
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Y de repente, el planeta respiró. La Gran Reclusión tuvo, durante tres meses, unos efectos notables sobre las emisiones de gases de efecto invernadero a escala global, con indicadores a la baja a causa de la reducción de la movilidad y el consumo energético.

¿Acelerará esta experiencia la descarbonización y electrificación de nuestra sociedad, igual que el teletrabajo lo ha hecho con los empleos que hasta el estado de alarma habían sido exclusivamente presenciales?

Huertos solares y autoconsumo se abren paso como oportunidades ante el cierre de centrales térmicas y el fin del carbón, mientras la energía nuclear se reivindica como elemento clave para una descarbonización acelerada. De todo ello se habló esta semana en una nueva edición de ‘Els Esmorzars-Col·loquis del Diari’, en formato remoto y titulada Una oportunidad para la descarbonización.

Manuel Armayones, psicólogo experto en diseño de comportamiento y director de Desarrollo del eHealth Center de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), señala que «algo que sabíamos, o más bien intuíamos, lo hemos visto: vimos cómo se eliminaba la famosa ‘boina’ en Madrid, cómo nadaban los peces en los canales de Venecia...».

Citando estudios de la Universidad de Stanford, Armayones destaca que para que haya un cambio de comportamiento social, debe haber «modificaciones en la motivación, la capacidad para hacerlo y, en tercer lugar, tener una señal».

Esa señal puede haber sido, si se consolida, ese momento de respiro efímero del planeta y su impacto tangible sobre nuestra salud. «Puede ser un elemento de motivación que nos puede hacer distintos», adelanta este profesional de la psicología, que añade que, para que eso se consolide, «hay que producir pequeños cambios que produzcan efecto».

Lluís Batet, profesor de recursos energéticos, director de la División de Ingeniería Nuclear y del máster en Ingeniería Nuclear de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), constata esa percepción personal que hemos compartido como ciudadanos: «Los datos de consumo de energía [durante la Gran Reclusión] indican una disminución tanto en transporte como en electricidad».

Lo cual en su opinión no necesariamente es una buena noticia, «teniendo en cuenta que esa disminución parte de que todos estábamos en casa y que la energía va ligada a la Economía y por lo tanto a una disminución del crecimiento económico». Además, aunque constata que «se está produciendo una descarbonización, no está siendo en la dimensión y a la velocidad que necesita el planeta».

«En esta coyuntura -prosigue Batet-, y con un objetivo de futuro con energía cien por cien renovable, vamos a tener que ver si es factible esa descarbonización a corto o medio plazo si, además, lo hacemos prescindiendo de la energía nuclear, que no debemos olvidar que no emite CO2 y que tiene una densidad por kilo de material utilizado muy alta, si la medimos en megawatios».

«A la que empecemos a electrificar el transporte -argumenta-, tendremos una necesidad muy grande de energía. Y uno de los problemas de las renovables es el almacenamiento. Cuando el transporte entre en juego, la complejidad va a aumentar. Por eso pienso que es descabellado prescindir de las nucleares hasta que no hayamos descarbonizado el sistema».

Sobre el proceso de electrificación del transporte, Marta Blázquez, vicepresidenta ejecutiva de Faconauto (patronal que integra las asociaciones de concesionarios oficiales de las marcas de turismos y maquinaria agrícola presentes en el mercado español), explica que «uno de los principales convencidos en la descarbonización es el sector del automóvil: si alguien ha hecho inversiones es este sector».

«Pero la realidad -añade- es que retrocede un 5% la venta de vehículos eléctricos. La razón es que o bien son caros o bien faltan puntos de recarga. Pero como que están muy bien detectados los problemas, es más fácil poner solución. Hay una movilización colectiva para buscar soluciones, pero se trata de hacer este proceso sin dejarnos a nadie atrás».

Una transición compleja

En este sentido, Blázquez coincide con Lluís Batet, de la UPC, en que pretender un cambio de hoy para mañana no es realista ni meditado: «Hay que ir al ritmo que nos permite la realidad. La palabra ‘transición’ lleva asociado el concepto de ‘tiempo’».

Eduardo Moreda, subdirector de Regulación de Endesa, coincide con Lluís Batet (UPC) y Marta Blázquez (Faconauto) en que no debe perderse la perspectiva de que estamos en «un proceso de transición» complejo, y que algunos apriorismos respecto a determinadas energías necesitan reflexiones más amplias, pero también coincide con Manuel Armayones (UOC) en que «el confinamiento ha sido una experiencia extrema en la que hemos visto cosas que nos hacen vislumbrar que otra realidad es posible».

«Ha habido -prosigue- una reducción de la demanda y un 30% menos de emisiones, es cierto, pero es que el año pasado también hubo un 30% menos». Tras el progresivo cierre de las centrales térmicas, «ahora las emisiones del sector eléctrico están prácticamente concentradas en el gas natural, así que descarbonizar en el sector eléctrico significa reducir el consumo de gas natural».

«El Gobierno -añade Moreda- está muy comprometido con el proceso de descarbonización», pero coincide con Batet en que «si se cierran las centrales nucleares se va a comenzar a consumir gas natural para compensar», porque ni el despliegue de las renovables ni los sistemas de almacenamiento que precisan están listos para afrontar esa demanda. «Pienso -reflexiona- que se van a cerrar centrales nucleares antes de que sea necesario».

¿Cuándo podemos estar preparados para ello? «El almacenamiento de la demanda va a cambiar -explica Moreda-, y quien enchufaba el vehículo eléctrico de noche ahora lo hará de día, y se tendrá que ver dónde lo hace. Con energía barata [como la que proporciona la nuclear] quizás la descarbonización será más fácil. Luego está el uso del hidrógeno en la industria, allí donde no se puede electrificar, y que estará generado con electricidad».

La norma social

«El sector eléctrico -añade- es la palanca clave para la descarbonización, pero la electrificación conlleva la movilización del ciudadano, y eso no es fácil. No es fácil cambiar los hábitos de consumo, y que se abandone el uso de combustibles fósiles. La clave para la electrificación está en el ciudadano y en las pymes, y ese es el elemento más incierto hoy».

Aunque ahora podría haber una oportunidad inmejorable para impulsar ese cambio de hábitos. «En psicología -explica Manuel Armayones- se habla de ‘momentos pivotales’, de gran impacto sobre las personas, en los que el psicólogo tiene que incidir. Ahora como sociedad le hemos visto las orejas al lobo. Es un momento de atacar prejuicios, como el que asocia el ecologismo a la desnuclearización. Ahora que la motivación al cambio está alta, es el momento de dar incentivos».

Y no hay por qué ir a buscar una gran complejidad en esos incentivos. Se trata de dar importancia a «elementos como la norma social», explica este psicólogo experto en diseño de comportamiento. «Si sé lo que ‘carboniza’ el vecino -prosigue-, sé qué puedo hacer. Si tengo incentivos como la norma social, lo haré. Cambiar una estructura no es tan fácil, pero sí hemos visto que todo es posible».

«Saber cuál es la norma social -coincide Lluís Batet, de la UPC- nos motiva más que cualquier imposición. No tenemos miedo al cambio climático, porque no lo tenemos imbuido en los genes. Motivarnos por aquí es difícil. El miedo a morir, como sucede con la Covid-19, quizás sí nos motive. Por eso, en el caso de la descarbonización, la norma social es importante».

Incentivar antes que prohibir

«Coincido muchísimo -añade Marta Blázquez- en que es mejor incentivar que prohibir. Sobre la norma social, hay mucho por hacer: decir que uno es muy ecologista, pero pedir una cosa en Amazon y querer que te lo traigan en tres horas... Hay que trabajar en educación, en cómo puedo borrar yo mi huella de carbono, en aplicar tecnologías para hacer un uso mejor de la movilidad, por ejemplo con vehículos compartidos».

«Se trata de focalizar dónde invertimos -prosigue- para descarbonizar más. Si por ejemplo inyectas 5.000 vehículos eléctricos al parque móvil pero sigue habiendo 15 millones de vehículos viejos con altas emisiones...».

«El vehículo eléctrico -coincide Eduardo Moreda, de Endesa- no es una inversión como un teléfono móvil, que en dos años te lo cambias. Hay que dar la visión de los próximos 15 o 20 años. No podemos hacer un salto diferencial y poner hoy el gasoil a un precio prohibitivo. Desde la Administración hay que dar la señal de que en el largo plazo va a subir mucho, sí, pero para motivar».

«Es lo mismo -añade- que con el cierre de las nucleares: se pueden cerrar hoy, claro que sí, pero no sin que sea más caro y aumenten las emisiones. No perder la perspectiva del largo plazo es importante, porque esta década va de renovables, pero la que viene va de otra cosa: va de almacenamiento, de hidrógeno...»

Manuel Armayones, de la UOC, coincide en que «habría que ir a futuro, pero tendemos al corto plazo. Por eso es importante aprovechar que ahora lo estamos sintiendo y se pueden conseguir cambios. Para ello hay dos vías. La primera es aumentar la motivación de la gente, pero eso es una onda que se mueve. La otra es hacerlo fácil: que cueste menos dinero, menos esfuerzo físico, que no te obligue. Si tener un coche eléctrico o poner una instalación de autoconsumo te cuesta más tiempo, dinero, quebraderos de cabeza... Se trata de que sea y parezca más fácil».

La oportunidad podría estar ahí. Saber verla y aprovecharla es el reto.

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