Vendimia con mascarilla y mildiu

La campaña de recogida de la uva vive marcada por la pandemia de Covid-19 y una plaga de hongos en los viñedos  desconocida en décadas

14 septiembre 2020 10:13 | Actualizado a 27 octubre 2020 13:46
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La vendimia de 2020 ha venido marcada por dos sucesos del todo inesperados en el sector vitivinícola: la pandemia global de Covid-19, transversal a todos los sectores y ciudadanos, y la plaga de mildiu, una enfermedad fúngica que afecta la vid y sobre la que nadie en el sector es capaz de recordar un precedente con tanta virulencia como la de este año. ¿Cómo están afectando ambos sucesos a la actual campaña de recogida de la uva en las comarcas del sur de Catalunya?

Cálculos de organizaciones como el sindicato Unió de Pagesos cifran en hasta un 50% la caída de la producción a causa de la plaga de mildiu en zonas como el Alt Penedès, especialmente en los viñedos de la Denominación de Origen (DO) Cava y la DO Penedès, mientras que en la DOQ Priorat la afectación de este hongo puede alcanzar un 35% de la producción (con cifras similares en la DO Montsant) y en la DO Terra Alta un 30%.

Otras denominaciones de origen de la demarcación de Tarragona o con presencia en ella (como la DO Tarragona, la DO Conca de Barberà o la DO Catalunya) afrontan también afectaciones variables en su producción, en función de cada finca.

«Nadie recuerda una afectación de mildiu de este nivel» (Joan Santó, Unió de Pagesos)

Joan Santó, responsable nacional del Sector de la Vinya i el Vi de Unió de Pagesos, asegura que «nadie recuerda una afectación de mildiu a este nivel: este año, el hongo atacó directamente a la uva, sin atacar primero a las hojas, con lo que nadie pudo reaccionar». La afectación, añade, variable según fincas y zonas (en el Baix Penedès, por ejemplo, los efectos han sido mucho menores que en el Alt Penedès), ha sido mucho mayor entre los viñedos de agricultura ecológica, «que solo permiten ciertos tratamientos con cobre para poder combatir el mildiu».

En algunos casos, las pérdidas para pequeños productores alcanzan la práctica totalidad de sus cultivos, en unas explotaciones agrícolas ya al límite de su sostenibilidad económica, a decir de organizaciones como Unió de Pagesos, que asegura que el precio de partida ofertado por los grandes compradores de uva es este año de 30 céntimos el kilo, igual que el año pasado, cuando desde este sindicato consideran que el kilo de uvas destinadas a la elaboración de vinos y cavas con denominación de origen no debería venderse a menos de 60 céntimos.

Para tratar de amortiguar el impacto de esta plaga de hongos en las finanzas de unas explotaciones mayoritariamente familiares, el Departament d’Agricultura, Ramaderia, Pesca i Alimentació (DARP) de la Generalitat de Catalunya ha prometido abrir una convocatoria de ayudas a partir de la semana del 21 de septiembre, de un máximo de 20.000 euros por explotación, con afectaciones de mildiu a partir del 45% de la producción. Desde Unió de Pagesos confían en que pueda alcanzar también el umbral del 35%.

Con un 20% de la producción sana vendimiada, en denominaciones de origen como la DOQ Priorat coinciden con las estimaciones de afectación del mildiu que lleva a cabo Unió de Pagesos (un 35%). Sal·lustià Àlvarez, presidente de la DOQ Priorat, asegura que «tenemos dos incertidumbres: la Covid-19 y el mildiu. La primera no afecta a la uva; en la otra, la afectación ya está».

Cambio de escenario
«En las fincas no afectadas será un buen año -prosigue Àlvarez-, porque lo que está sano está maravilloso y se prevé que lo que entre de uva esté muy bien. Hacemos una valoración negativa por la pérdida de producción, pero con la salvedad de que la Covid-19 nos ha provocado un menor consumo de vino y una menor posibilidad de ventas, con lo que el mildiu como mínimo no ha provocado una exagerada acumulación de stocks».

«La pérdida de producción es negativa pero, de no haber habido mildiu, la crisis financiera de las bodegas hubiese sido incluso peor» (Sal·lustià Àlvarez, DOQ Priorat)

Dicho de otra manera: una plaga que cualquier otro año hubiese sido demoledora para el sector vitivinícola está teniendo unos efectos amortiguados por la Covid-19. Puestos a elegir, ¿mejor este año que otro? «En general -añade Àlvarez-, las DO estamos teniendo un problema financiero, porque se han perdido ventas. Esta pérdida del 35% de la producción de uva está en línea con las ventas de vino que se han perdido, con lo que, probablemente, de no haber habido mildiu, la crisis financiera que afrontamos hubiese sido incluso peor, porque hubiese habido sobreestocaje».

«Antes del mildiu se preveía una cosecha excepcional -prosigue el presidente de la DOQ Priorat-, pero con la Covid-19 todas las bodegas, en especial las pequeñas bodegas familiares que no tienen presencia en las grandes superficies, han tenido una caída de ventas muy grande. Aquellas en las que por ejemplo un 20% de sus ventas eran por visitas, también han perdido».

«Las afectaciones aquí -añade-, igual que con el mildiu, son extraordinariamente irregulares, pero en general, que la producción haya caído a consecuencia del mildiu es mucho menos mala noticia que cualquier otro año, por las consecuencias que se derivaban hacia las bodegas: la parte que les ha quitado el mildiu es un no ingreso, pero por lo menos no son gastos».

La Covid-19 ha amortiguado los efectos de una plaga que en otro año hubiese sido demoledora

Por el lado de los agricultores, el mildiu (salvando situaciones personales que pueden llegar a ser muy dramáticas) tampoco ha tenido un impacto tan negativo como el que hubiese podido tener una afectación de estas características en cualquier otra campaña.

Con unas perspectivas hace apenas dos meses de afrontar una vendimia con un gran volumen de uva, que junto a la caída de ventas de las bodegas presagiaban una presión a la baja de los precios, el mildiu ha contribuido a mantener los 30 céntimos por kilo que se pagaron el año pasado.

«Seguramente, sin mildiu sí que estaríamos hablando de precios más bajos -admite Joan Santó, de Unió de Pagesos- y, desde este punto de vista, ha ido bien, porque los compradores no tienen excusa para bajar los precios. Pero analicémoslo desde el punto de vista del viticultor que lo ha perdido todo».

Las grandes empresas han ofertado este año 30 céntimos por kilo de uva en zonas como el Penedès, el mismo precio que el año pasado. Unió de Pagesos reclama al menos 60 céntimos por uvas para DO.

«En todo caso -añade-, a precio barato siempre compran. Lamentablemente no es nada nuevo. Si este año yo soy una bodega que tiene stock, que no he podido vender y que tengo producción propia, quizás no me hace falta comprar género. Pero bajando el precio de la uva, compro. ¿Por qué he de comprar si no me hace falta? Si queremos aguantar el sector pero no valoramos el producto que trabajamos, ¿de qué sirve?».

Joan Arrufí, presidente de la DO Terra Alta, confirma que, encarando ya la cuarta semana de vendimia, las pérdidas de cosecha en esta denominación de origen se sitúan entre el 25% y el 30%, en «una vendimia excepcional por la Covid-19».

Con la plaga de mildiu, la Covid-19 es la otra gran protagonista en esta campaña. «Se han establecido protocolos de seguridad con los payeses -explica Arrufí- para poder minimizar el efecto del virus, que podía afectar tanto a temporeros como a trabajadores de campo y de bodegas. Hay que tener en cuenta que, en la Terra Alta, la mayoría de bodegas son microempresas, y que la afectación de un solo trabajador en cualquiera de ellas puede ser letal».

La experiencia de la campaña de la fruta en Lleida ha redoblado todas las precauciones en el sector, muy consciente de que nadie puede permitirse cuarentenas de diez o quince días cuando te juegas todo el año en apenas un mes.

«La afectación por Covid-19 de un solo trabajador puede ser letal en cualquier bodega familiar» (Joan Arrufí, DO Terra Alta)

Sobre la plaga de mildiu, que en la Terra Alta cuenta con «fincas que han perdido un 70%, un 80% e incluso un 100% de la cosecha», Arrufí coincide en que, hablando en términos generales, «esta bajada de producción en un contexto como el de este año, donde la mayoría de empresas ha perdido un volumen de ventas importante en sectores como la restauración, pese a ser una mala noticia, en cualquier otro año hubiese sido peor, y nos ha evitado un problema de capacidad de almacenaje y precio».

Arrufí se muestra atento al futuro inmediato: «Esta será una vendimia marcada por por la Covid-19 y la incertidumbre. Será una buena cosecha, porque la planta ha ido madurando poco a poco. Pero, antes que la calidad o la cantidad de esta vendimia, es más importante qué haremos con la uva y el vino que saquemos de ella». Hoy por hoy, nadie tiene la respuesta.

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