Xavier Marcet: «La bioeconomía es la única oportunidad de Europa para tener grandes empresas»

Consultor en estrategia, innovación y emprendimiento corporativo, experto en transformación digital y fundador de Lead to Change

28 noviembre 2019 17:15 | Actualizado a 28 noviembre 2019 17:21
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Xavier Marcet (Terrassa, 1961) es consultor en estrategia, innovación y emprendimiento corporativo. Con postgrados en las escuelas de negocios UC Berkeley, IESE y Esade, cuenta con una licenciatura anterior en Historia por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).

Ha desarrollado consultorías internacionales en más de 20 países de Europa y América, en empresas como HP, Sony, Arauco, Grupo Suez, Repsol, Banc de Sabadell o Seat.

Preside Lead to Change (con sedes en Barcelona, Madrid, Boston y Santiago de Chile), con empresas en red dedicadas a la consultoría en estrategia e innovación, y 8Wires, una startup sobre Big Data y Management.

Es Presidente Fundador de la Barcelona Drucker Society y profesor de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) en la Barcelona School of Management.

Digitalización, sensorización, Internet de las Cosas, Big Data, Inteligencia Artificial, fabricación aditiva... ¿hay alguno que marque la diferencia en el futuro?
Hay tres factores que lo harán. El primero es que, en Europa, el cambio climático se convertirá en una obsesión, y esto dará oportunidades a las empresas. El segundo es que hay un triángulo de cambio de oportunidades consistente en la Inteligencia Artificial, la biotecnología y los nuevos materiales. El tercer factor es que cada empresa, sea grande o pequeña, tendrá que sincronizar sus capacidades con las nuevas oportunidades.

Vayamos al primer factor, el de la emergencia climática: ¿a qué oportunidades se refiere?
Hay una acumulación de evidencias que llegan a todo el mundo, y eso hace que sea un tema que entre en la lista corta. Es la gran oportunidad de Europa, porque no veo a los grandes líderes asiáticos entrando en una fase de equilibrio ambiental, de la misma manera que tampoco veo que la cultura de los EEUU priorice esto. En Europa, en cambio, tenemos tres cosas: hay sensibilidad, hay conocimiento y hay industria.

¿Y ahí es donde debemos encontrar nuestras oportunidades?
Efectivamente. Europa está lejos de atrapar la carrera de la Inteligencia Artificial y la digitalización. Se va haciendo más pequeña a medida que constatamos la dimensión de China, y la única oportunidad que tiene de tener grandes empresas es en la bioeconomía. Pasará una cosa: la economía será la ecología. Eso sucederá en todo el mundo, y es nuestra gran oportunidad. 

Mientras llega ese escenario, ¿cómo competimos con empresas que ignoran la crisis climática en su día a día? Si no usamos las mismas reglas de juego, unos van con ventaja...
La sincronización en términos de competitividad no será fácil, es cierto, pero en las empresas europeas hay una voluntad de competir desde una propuesta de valor que claramente sea sostenible. Con sectores que van desde el químico hasta el de packaging, y que quieren afrontar esta revolución. Es algo que me encuentro cuando constato el enorme futuro que tendrá, por ejemplo, la construcción en madera.

¿Por el balance neutro en sus emisiones de CO2?
En efecto. Hay un cambio de sensibilidad que lleva a cambios en los patrones de consumo, que es algo lento. Pero después hay una segunda parte, que es normativa.

Aludía también a un triángulo entre Inteligencia Artificial, biotecnología y nuevos materiales. ¿En qué consiste?
Es un triángulo que veo mucho en universidades como el MIT (Massachusetts Institute of Technology), que es el gran polo de biotecnología mundial, con ejemplos como el MIT.nano y la escuela de Inteligencia Artificial. Quien sea capaz de jugar con dos de estos ángulos del triángulo, tendrá mucho ganado. Y cuando la Inteligencia Artificial se estabilice, permitirá tomar decisiones de más calidad. La biotecnología transformará la salud y la agricultura. En tercer lugar, habrá nuevos tipos de materiales enormemente funcionales y retornables al ciclo natural.

¿Y cómo se relacionan estos tres vértices?
La capacidad de diseñar nuevos materiales, por ejemplo, no existiría sin la capacidad de computación y la Inteligencia Artificial, que nos permiten hacer simulaciones en laboratorio. Es muy difícil que no se cruce ninguno de estos tres elementos, y en Catalunya tenemos un buen posicionamiento en el sector de la salud, con una base industrial todavía muy importante.

Pero con una tendencia a la terciarización. La industria pierde peso en Catalunya. ¿Es preocupante esa terciarización?
Creo que la industria se ha demostrado a menudo como el sector con más capacidad de evitar la precarización. Aquellos países europeos en los que hay menos desempleo, curiosamente son los que utilizan más los robots, porque son países de base industrial. La industria tiene la capacidad de evitar la precarización general. 

Queda el tercer factor que usted destacaba: la sincronización de las capacidades empresariales con las nuevas oportunidades. ¿Cómo se hace eso?
Se trata de cómo las empresas aprenden a ser ambidiestras: muy competitivas en su día a día pero al mismo tiempo con capacidad para adaptarse e innovar. La gran dificultad aquí es que la agenda está completamente colonizada por el día a día.

¿En qué sentido?
La clave es cómo obtenemos resultados a la vez que creamos espacios en los que la innovación se pueda convertir en los negocios del mañana. Al final, la innovación consiste en poner a futuro la empresa del presente.

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