Emma Fernández: «Si estás en un entorno donde la ciencia es poco reconocida, no será una opción para ti»

Emma Fernández es vicepresidenta de la de la Fundación Asti Talent & Tech, ex directora general de Indra y consejera independiente de empresas cotizadas como Metrovacesa, Openbank, Axway y Gigas. En la última edición del Mobile World Congress (MWC) formó parte de una mesa redonda organizada por Esade titulada Women and AI: Challenges and Opportunities, donde se constató la importancia de aumentar la presencia de mujeres en el ámbito STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés).

Faltan vocaciones STEM entre las mujeres. ¿Estamos mejorando?

Las cifras son bastante testarudas, y en el ámbito STEM todavía contamos apenas con entre un 25% y un 30% de mujeres. Pero el problema no es tanto en cómo están las compañías hoy, sino en las niñas que están dispuestas a estudiar carreras STEM.

¿Avanzamos en eso?

La Ciencia no tiene buena prensa en España. De acuerdo con la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia realizada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, en 2016, apenas un 13,7% de las mujeres y un 18,5% de los hombres tenía interés por la Ciencia. Pero es que en la encuesta actualizada en el año 2020, los números son peores en las mujeres: tan solo un 9,9% tenía interés por la Ciencia, frente a un 18,8% de hombres.

¿Vamos hacia atrás?

Le pondré el ejemplo de la Ingeniería de Telecomunicaciones. Hace 30 años, las mujeres representaban un 10%. Luego se llegó a un pico del 30%, pero ahora estamos en un 22%, ha vuelto a descender. El 55% de los estudiantes universitarios son mujeres, pero en carreras STEM son solo un 26%. Y el problema no es solo que haya poca representación de mujeres en carreras tecnológicas hoy, sino que, con estos números, va a haber poca representación también cuando lleguen a la vida laboral.

Pero nunca como en estos últimos años ha habido tantas iniciativas para fomentar las vocaciones STEM entre las niñas... ¿Cómo se explica este retroceso?

Es difícil hablar de qué pasa en el Bachillerato científico-técnico, porque engloba áreas como las Ciencias de la Salud, donde a lo mejor un 80% de quienes quieren dirigirse hacia allí son chicas. Pero, por un lado, como le comentaba antes, socialmente la Ciencia no es algo que esté muy bien visto, y eso es algo que afecta tanto a hombres como a mujeres, lo que hace que descienda el número de jóvenes que se matricula en el Bachillerato Científico.

¿El problema es que la sociedad no valora la Ciencia, entonces?

Los niños y niñas no eligen lo que no se conoce. Si estás en un entorno familiar o escolar donde la tecnología y el impacto de la ciencia es poco reconocido, eso no va a ser una opción para ti.

¿Y cómo se cambia eso?

Es una cuestión de lluvia fina, en múltiples ámbitos. Por ejemplo, trabajar en las empresas en los skills (competencias) de las personas, actualizando la tecnología en los padres, tendrá sin duda un impacto en sus hijos. El otro tema, más allá del reconocimiento social, es el hecho de si los estereotipos de género han mejorado o no en los últimos veinte años.

¿Cuál es la conclusión?

Que hay quien dice que las redes sociales han vuelto a traer estereotipos de género no asociados con las STEM entre las mujeres. Esos dos factores son los que hacen que las niñas elijan menos o se vean menos en este tipo de profesiones.

Un estudio de la Universitat Rovira i Virgili (URV) señala que, al terminar Primaria, las niñas se autoperciben como menos competentes que los niños en habilidades tecnológicas ‘duras’, pese a obtener mejores resultados que ellos. ¿Cómo se explica?

No tengo claro por qué es tan fuerte este nivel de autoexigencia entre las niñas, pero es así. La autoconfianza es una especie de sexto sentido que se proyecta a todos los ámbitos de tu vida, pero en este caso es una cuestión del nivel de autoexigencia que tienen.

Cuando buscamos despertar vocaciones científicas entre chicas de bachillerato, ¿es quizás demasiado tarde? ¿Nos limitamos a convencer a las convencidas?

Hay que empezar antes, ciertamente, y hay que ayudar a los profesores y orientadores profesionales. Y luego, hay que trabajar en el abandono.

¿En qué sentido?

Las carreras de ingeniería, por ejemplo, han sido carreras con unas tasas de abandono enormes, y luchar contra el abandono es una labor fundamental que tienen que hacer las universidades.

¿Falla la comunicación? Queremos despertar vocaciones STEM entre las niñas, pero seguimos vendiéndoles Marie Curie: fotos en blanco y negro de señoras antiguas, sin ningún referente vivo y cercano...

Tiene toda la razón, es así. Un estudio publicado por Ana Moreno y Ruth Carrasco señalaba que las mujeres eligen por vocación sus carreras, mientras que los hombres lo hacen por oportunidad. Mientras que un 34% de los chicos dice haber escogido la carrera por las salidas profesionales que ofrece, solo un 12% de las chicas menciona este motivo. La mayoría de ellas dice estar ahí por vocación. Y si los estereotipos siguen empujando a las mujeres a cosas con propósito, o más cuidadoras... entonces tienes que trabajar en eso.

¿Y quién debe hacerlo?

Pues también debe hacerlo el propio sector tecnológico, las empresas. No se hace un énfasis suficiente para que todo esto se traslade al conjunto de las familias y los jóvenes. El sector tiene la responsabilidad de comunicar, y como empresas tenemos que adaptarnos.

¿Cómo deberían comunicar las empresas para que ese mensaje cale y sea efectivo?

Hay muchas iniciativas y estamos viendo iniciativas de todo tipo. En el proyecto STEM Talent Girl, de la Fundación Asti Talent & Tech, por ejemplo, lo que hacemos es un programa que dura seis meses en el que ponemos en contacto a estas chicas con empresas y mujeres directivas, donde les ofrecemos talleres, y lo hacemos de una forma que se sitúa entre la inspiración y el juego. Este tipo de programas funcionan bastante bien, igual que funcionan bien los concursos.

¿Por ejemplo?

Pues por ejemplo, trabajando con niños y niñas en programar un robot, y luego haciendo que participen en una competición de sumo con esos robots. Muchas veces, la dificultad no es tanto en que haya estos programas, sino en cómo escalar todo esto.

¿La falta de vocaciones STEM, y particularmente entre las chicas, es un problema nuestro, es europeo, occidental, global...?

Tengo entendido que el problema, al menos en el mundo occidental, es similar, y no tengo claro cómo atacan la perspectiva de género en la tecnología sociedades como Suecia o Singapur, que podrían ser referentes.

Ha hablado de ‘lluvia fina’, y sin duda hay muchos frentes en los que se puede actuar y se está actuando. Pero, de todos, ¿dónde priorizaría el esfuerzo?

Soy muy creyente en la educación. En una edad temprana, además de tus padres, son los profesores los que tienen más influencia en ti, sin quitar que hoy puede haber entornos, como el del gaming o los streamers, donde todavía hay pocas mujeres. Creo que tenemos que probar más cosas y ser valientes, porque la sociedad lo necesita.