Coworking agroecológico

La Brostada, en Bràfim, nace con el objetivo de facilitar el desarrollo de los pequeños productores agroecológicos locales mediante la suma de esfuerzos

28 marzo 2022 10:20 | Actualizado a 28 marzo 2022 10:35
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Clara Martin (Barcelona, 32 años), Pep Vidal (Tarragona, 36 años) y Aran Reguant (Barcelona, 44 años), residentes todos en Bràfim (Alt Camp), son las caras visibles de La Brostada, un proyecto cooperativo constituido en Bràfim en diciembre de 2021 que, en palabras de Clara Martin, «tiene como objetivo facilitar el desarrollo de los pequeños productores agroecológicos de Bràfim» mediante la suma de esfuerzos e infraestructuras, así como la prestación de servicios.

Con forma de cooperativa de servicios, La Brostada está participada, en esta fase inicial, por Fruits del Gaià (productor ecológico de almendras, olivas de mesa y aceite de oliva extra virgen, representado por Aran Reguant), Soca-rel (cooperativa dedicada a la producción hortícola ecológica, representada por Pep Vidal) y Menjamiques (dedicada a la elaboración de productos hechos a base de algarroba y a su divulgación a través de talleres de cocina, representada por Clara Martin).

Este verano, La Brostada espera estrenar un nuevo obrador cooperativo

¿Por qué constituirse en cooperativa de servicios? Clara Martin lo explica: «Los tres estamos relacionados con el mundo agroalimentario y hemos detectado, en nuestros casos pero también en los de otros productores de la zona que nos gustaría que se sumasen al proyecto, que tenemos una falta de instalaciones propias que nos permita dar un salto. Necesitamos un lugar para elaborar».

Uniendo esfuerzos y buscando la financiación a través de ayudas públicas, créditos cooperativos, microdonaciones y créditos participativos, esperan reunir los 130.000 euros necesarios para poner en marcha, entre julio y agosto, unas primeras instalaciones de 200 metros cuadrados, donde ubicarán un obrador para la transformación de productos agroecológicos (como la elaboración de conservas o productos de cuarta gama), así como un espacio de almacén con cámara frigorífica, un espacio de atención al público con punto de venta y un espacio de coworking.

En este último caso, «se trata de abrir estas instalaciones a otras personas del pueblo, no únicamente a los socios, porque cada vez hay más gente que teletrabaja y necesita espacios así», explica Clara Martin. «Nuestro objetivo -prosigue- es poder alquilar instalaciones a gente que lo necesite, además de darles apoyo con un servicio de procesado en ‘maquila’».

Con su propuesta, cualquier pequeño productor local, sea o no socio de esta cooperativa, podrá contar por ejemplo con un servicio de elaboración de conservas, envasado y etiquetado personalizado, o con un decantado, filtrado y embotellado de aceite de oliva. «Estaría pensado para ese perfil intermedio entre una producción que no llega a ser comercial -explica Clara Martin-, pero que tampoco es casera. En ese caso, nosotros estamos ahí».

Sin ánimo de lucro, su intención es reinvertir los beneficios generados en la incorporación de más maquinaria y espacios que permitan ampliar su oferta de servicios a la comunidad, captando más socios cooperativistas en un futuro.

Cuentan con tener sus nuevas instalaciones en marcha a tiempo para llegar a la campaña de otoño, cuando piensan sacar al mercado una línea de producto propio con la marca conjunta de La Brostada, saunque sin renunciar a los proyectos y las marcas de cada uno.

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