El genial físico Albert Einstein, uno de los científicos más brillantes de todos los tiempos, decía de sí mismo que no pensaba en palabras sino en imágenes. En cualquier caso, sólo después de imaginar o visualizar algún concepto o idea, lo intentaba transformar en palabras o números. Una de sus ocurrencias imaginativas más célebres, que le ayudó a desarrollar sus teorías, fue plantearse «cómo vería el mundo si estuviera agarrado a una partícula de luz viajando a trescientos mil kilómetros por segundo».
La neurociencia ha demostrado que la mayoría de personas altamente creativas piensan, en buena manera, en imágenes. Tanto da si son ingenieros, enfermeras, arquitectas o médicos. Tienen la capacidad para visualizar su actividad de una forma notable, expresándose a través de dibujos, mapas mentales o anotaciones gráficas.
Es cierto que una imagen acostumbra a ser mucho mejor que un conjunto de palabras, aunque la yuxtaposición o combinación de imágenes y palabras es todavía más poderosa, como bien sabe mi buen amigo Luki Huber cuando utiliza su famosa técnica Manual Thinking.
En la empresa moderna, pensar en imágenes no es demasiado habitual. Muchas reuniones se hacen utilizando documentos Excel o Powerpoint, pero abusando de textos o de cifras y obviando las imágenes o, en el mejor de los casos, utilizándolas como mero adorno. Craso error.
Las imágenes pueden expresar ideas abstractas y conceptos complejos mejor que con palabras o números. Por tanto, aprender a trabajar visualmente es algo extraordinariamente útil en cualquier campo de actividad. Sin embargo, muchas personas no se sienten cómodas dibujando, esquematizando o bosquejando. Les da la sensación de que lo harán mal y quedarán en ridículo ante sus colegas de reunión.
La Inteligencia Artificial nos proporciona un sinnúmero de herramientas para crear o producir imágenes, y eso, de entrada, es una buena noticia. Copilot, Dall-e, Grok, Ideogram, Adobe, Canvas y muchas otras están a nuestro servicio para tal cometido. ¿Queremos hibridar a Shakira con una loba? Podemos hacerlo en cuestión de segundos. ¿Diseñar opciones para el packaging de nuestro nuevo producto? Sin problemas.
Más que nunca vivimos en un mundo de imágenes que nuestros antepasados no habrían podido ni siquiera suponer. Lejos quedan los tiempos en que un campesino, por ejemplo, sólo podía acceder a algunas imágenes en los ábsides de las iglesias, algo impensable hoy en día.
¿Supone la IA una amenaza para nuestra capacidad imaginativa? Depende. Si delegamos pasivamente en las máquinas la acción de generar imágenes, es posible que atrofiemos nuestra habilidad para visualizar. Si, por el contrario, nos atrevemos a dialogar con la IA para hibridar su inteligencia con la nuestra, la cosa cambia. Si la IA nos vuelve más perezosos, estamos perdidos. Si, por el contrario, azuza nuestro ingenio y nuestra intuición, todavía hay esperanza...
Franc Ponti Profesor de innovación en EADA Business School