Whatsapp Diari de Tarragona
  • Para seguir toda la actualidad desde Tarragona, únete al Diari
    Diari
    Comercial
    Nota Legal
    • Síguenos en:

    La moda rápida cambia de marcha

    La circularidad empieza a abrirse camino en la industria textil europea, mientras mercados como la segunda mano van al alza

    06 febrero 2023 11:22 | Actualizado a 07 febrero 2023 11:05
    Se lee en minutos
    Participa:
    Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
    Comparte en:

    La moda rápida cambia de marcha. El próximo 30 de marzo se cumplirá un año desde la comunicación, por parte de la Comisión Europea (CE), de su Estrategia para la circularidad y sostenibilidad de los productos textiles. Por primera vez se ponía negro sobre blanco, de manera estructurada, una estrategia encaminada a reducir el impacto de la producción y el consumo de productos textiles «en el clima, en el consumo de agua y energía, y en el medio ambiente», en palabras de la propia CE.

    En este documento se constataba que la producción mundial de productos textiles casi se duplicó entre los años 2000 y 2015, a la vez que se espera que el consumo de prendas de vestir y calzado aumente un 63% de aquí a 2030, desde los 62 millones de toneladas de 2022 a los 102 millones de toneladas en 2030.

    En el caso de la Unión Europea (UE), el consumo de productos textiles, la mayoría de los cuales son importados, representa «el cuarto mayor impacto negativo sobre el medio ambiente y el cambio climático, y el tercero más elevado en el uso del agua y del suelo desde la perspectiva del ciclo de vida a escala global», aseguraba la CE, que añadía que «cada año se desechan alrededor de 5,8 millones de toneladas de productos textiles en la UE, aproximadamente 11 kilogramos por persona, y cada segundo se deposita en vertederos o se incinera un camión de productos textiles en algún lugar del mundo».

    La Comisión Europea quiere «lograr que la moda rápida deje de estar de moda»

    Dado que la ropa representa la mayor parte del consumo textil de la UE (un 81%, según estimaciones de la CE), «la tendencia de usar las prendas de vestir durante cada vez menos tiempo antes de tirarlas -aseguraba en su documento la Comisión Europea- es el factor que más contribuye a modelos insostenibles de producción y consumo excesivos».

    Y apuntaba directamente al destinatario principal de esta nueva estrategia: «Esta tendencia -añadía-, conocida como moda rápida o fast fashion, incita a los consumidores a adquirir ropa de calidad inferior y un precio más bajo, producida rápidamente en respuesta a las últimas tendencias».

    A partir de aquí, la batería de acciones propuestas por la CE, con un calendario muy ajustado para su adopción, que se desarrolla entre los años 2022 y 2024, marca el camino a la industria textil europea, con la moda rápida en un lugar destacado y expresado con rotundidad por la CE: «Lograr que la moda rápida deje de estar de moda».

    «Desde la pandemia, las grandes marcas de moda rápida han empezado a notar la presión» (Neus Soler, UOC)

    Entre las acciones propuestas para lograrlo se encuentran la introducción de requisitos obligatorios de diseño ecológico, detener la destrucción de productos textiles no vendidos o devueltos, la lucha contra la contaminación por microplásticos, la introducción de requisitos de información y un pasaporte digital de productos, las declaraciones ecológicas sobre productos textiles verdaderamente sostenibles, o la responsabilidad ampliada del productor e impulso de la reutilización y el reciclaje de residuos textiles.

    Transcurridos ya diez meses desde la comunicación de esta estrategia, el cambio de marcha se empieza a notar. El pasado mes de noviembre, Inditex lanzaba en el Reino Unido, como prueba piloto, su propuesta de venta y reparación de prendas de segunda mano Zara Pre-Owned, apuntándose al camino que ya habían emprendido marcas como la sueca H&M con la plataforma de ropa de segunda mano Sellpy, y conectando con una tendencia en un segmento de población que contempla de forma creciente opciones como la segunda mano o el upcycling (reciclado para conseguir un producto de mayor valor) en su consumo de moda.

    El pasado mes de noviembre, Inditex lanzaba Zara Pre-Owned en el Reino Unido

    Neus Soler, profesora colaboradora de los estudios de Economia i Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), analiza el momento: «El sector textil era el gran olvidado hasta que miraron las cifras y vieron que era la segunda industria más contaminante del planeta, después del transporte».

    «Entonces -prosigue- es cuando se empezó a ejercer presión sobre las empresas, porque nadie les presionaba, o no les presionaba quien lo tenía que hacer. Desde la pandemia, las grandes marcas de moda rápida han empezado a notar la presión. Lo que sucede ahora es un paso pero, aunque no diré que sea greenwashing (blanqueamiento ecológico), tampoco pienso que anulará el fast fashion».

    «¿El hecho de que no entren tantas colecciones al mes puede ayudar?», plantea Neus Soler. «Pues sí -responde-, pero si cada mes sigue entrando una nueva colección, sigue siendo fast fashion. Con el añadido de que ahora, con esta facilidad que nos dan para deshacernos de la ropa que ya no queremos, quizás compraré más ropa. ¿Estás reduciendo el consumo o lo estás fomentando todavía más?».

    El reto de hacer llegar el mensaje al consumidor

    Alfonso Urien, director del Data Insights Centre del IESE e Intent HQ, y coautor, junto a José Luis Nueno, del informe El comportamiento del sector de moda en 2022: Barómetro Fintonic Intent HQ, responde a la pregunta: «Aquí parece que los que nos preocupamos por la circularidad no somos los mismos que los que compran la ropa. Luego, es el cliente el que toma la decisión de si compra una prenda de dos euros en un fabricante chino».

    «Intentamos educar mucho al consumidor -prosigue Urien-, pero la realidad es que su consumo va a más y está comprando cada vez más porquería», tras lo que añade: «No puede ser que los fabricantes europeos estén jugando con distintas reglas. Ahora el competidor es chino, pero mañana puede aparecer alguien en Bangladesh, y al final habrás acabado con la industria europea».

    «Igual que en los colegios se educa en el tema de la pajita de plástico, habría que educar también en el del vestidito chino» (Alfonso Urien, IESE)

    Este investigador alude directamente al auge de la marca china Shein entre los patrones de consumo de los compradores de moda en España, que hace apenas dos años, «en 2020, estaba penetrando y no era tan conocida, y ahora es el gran competidor de las grandes marcas, situándose en el ‘top tres’, pero con el problema de que es una marca que no es sostenible, porque es un disposable (desechable), como los cartuchos de la impresora».

    Y, aunque en la Estrategia para la circularidad y sostenibilidad de los productos textiles de la Comisión Europea se dedica un punto de las acciones a «garantizar la competencia leal y el cumplimiento normativo en un mercado interior que funcione correctamente», en opinión de Alfonso Urien, del IESE, «aparentemente tiene que haber una brecha».

    Más allá de la regulación y el control, sin embargo, señala la educación como un elemento clave para acompañar este proceso de transición: «Igual que en los colegios se educa en el tema de la pajita de plástico, habría que educar también en el del vestidito chino».

    «El foco inicial de la contaminación -insiste- se ha puesto en el plástico, y de alguna manera no se ha puesto en el textil. Así como se ha hablado mucho del PET (polietileno tereftalato) en los envases, nunca he visto ni oído en ningún colegio o charla hablar de evitar el poliéster en la ropa».

    Ana García, presidenta de la Comissió d’Economia i Sostenibilitat del Col·legi d’Economistes de Catalunya (CEC), coincide en que «es una cuestión de hacer mucha divulgación en el consumidor, y este momento de transición lo tendremos que pasar, pero al final, estas empresas que no busquen la sostenibilidad quedarán desplazadas».

    La marca china Shein se ha colado, en apenas dos años, en el ‘top tres’ del consumo de moda

    «Lo importante -analiza Ana García- es que, como consecuencia de la normativa europea, se está ejerciendo presión a todo el sector de la moda, y específicamente al textil. La Unión Europea pretende que el modelo de negocio cambie, poniendo la responsabilidad en el productor, trabajando mucho en el ecodiseño, en el etiquetado, para que el consumidor sepa las fibras de las que está compuesta una pieza, su consumo de energía y agua, su impacto ambiental...».

    «De todo lo que está en marcha -prosigue esta economista-, es muy importante la responsabilidad ampliada de los productores, y que en 2025 haya una recogida selectiva de todos los productos textiles, lo cual probablemente tendrá un coste que se repercutirá en el consumidor, aunque no creo que sea muy alto».

    El esfuerzo, en su opinión, merece la pena. Y esgrime algunos datos para reflexionar: «En Catalunya, se generan cada año entre 21,5 y 25 kilos de residuos de ropa por persona, de los cuales tan solo un 12% se recogen de forma selectiva, con lo cual tenemos 147.000 toneladas al año de residuos textiles que ni se reciclan ni se reutilizan».

    «La empresa que no busque la sostenibilidad quedará desplazada» (Ana García, CEC)

    En ese reciclaje y reutilización es donde hoy están surgiendo nuevas oportunidades, con el crecimiento de la segunda mano a través de plataformas online y propuestas comerciales presenciales. «Puede que empiece como algo de nicho -reflexiona Neus Soler, de la UOC-, pero no lo veo como una moda. Hablamos sobre todo de generaciones más jóvenes, que ya se han educado de esta manera». Y que, también, empiezan a superar cierto estigma que acompañaba aquí a la ropa de segunda mano, contrariamente a lo que sucede en mercados mucho más desarrollados en este sector, como el británico.

    Porque, tal y como recuerda Neus Soler, «el hecho de que sea de segunda mano no necesariamente debe asociarse a que sea más económico, porque hay gente que está dispuesta a pagar más por determinadas prendas exclusivas». Algo que, para Ana García, del CEC, «lleva hacia nuevas oportunidades de negocio, con la servitización, donde por ejemplo pagas por el alquiler de una pieza», y donde se trata, concluye, «de que el consumidor vea que hay valor, por ejemplo, en cosas como la reparación».

    Comentarios
    Multimedia Diari