En los balances no aparecen las conversaciones que desatascan un conflicto, ni la energía con la que un equipo empieza el lunes. Y sin embargo, ahí se juega una parte clave de los resultados reales. En un contexto donde las organizaciones buscan eficiencia y sostenibilidad, el compromiso ya no es un lujo: es una condición indispensable para rendir y avanzar con sentido.
Hablar de personas, cultura y resultados no es una opción: es una necesidad. Para crecer con sentido, necesitamos equipos que se sientan parte del propósito.
¿Qué tienen en común los equipos que marcan la diferencia? Una serie de atributos que, curiosamente, empiezan por la letra C: Comunicación, Cooperación, Crecimiento, Claridad de objetivos, Conocimiento, Conflicto bien gestionado y Celebración de logros. Estos factores no solo cohesionan, sino que generan un entorno donde el compromiso florece.
El compromiso no es un concepto abstracto, sino un verdadero motor económico. Según Harvard Business Review Analytic Services, el 81% de los directivos afirman que los empleados altamente comprometidos rinden mejor, y el 72% asocian este compromiso con clientes más satisfechos. Más aún: el 56% de las organizaciones declaran haber obtenido un retorno positivo de sus inversiones en compromiso.
La Universidad de Warwick constató que la felicidad en el trabajo aumenta la productividad en un 12%, mientras que el estrés la reduce en un 10%.
Y Gallup va más allá: los empleados comprometidos mejoran la productividad en un 14%, las valoraciones de clientes en un 10%, y la rentabilidad en un 23%. Además, reducen el absentismo en un 41%, lo que supone un ahorro directo en costes operativos.
¿Cómo se alcanza este compromiso? Equipos que se comunican de forma fluida, cooperan con confianza, crecen alineados con los objetivos estratégicos y gestionan los conflictos de manera madura construyen culturas organizativas sólidas. Pero también se necesita reconocer, celebrar y conectar con el propósito.
Una conversación de 10 minutos puede desbloquear semanas de tensión. Cuando alguien se siente reconocido y acompañado, la energía cambia. No es magia: es gestión humana aplicada.
El Observatorio del Compromiso en el Trabajo 2024, elaborado por United Heroes, en España revela que solo el 42% de los empleados se sienten comprometidos. El dato invita a actuar. El salario ha dejado de ser lo más importante; hoy lo son las condiciones laborales, las relaciones humanas y el sentido de pertenencia. Además, las empresas con políticas éticas, de sostenibilidad y con propósito retienen mejor el talento.
Como economista, no puedo dejar de remarcar que invertir en personas no es un gasto, es una decisión estratégica. El compromiso multiplica: reduce rotación, mejora clima e incrementa innovación. Según datos del informe de Gallup 2023 sobre el estado del lugar de trabajo en el mundo, las organizaciones con empleados comprometidos logran un 18% más de ventas y un 23% más de rentabilidad que las que no priorizan este aspecto.
El compromiso no se decreta ni se impone: se construye cada día. Invertir en ello, es una decisión estratégica. Los grandes resultados no vienen solo de grandes ideas, sino de grandes equipos guiados con sentido y propósito. Las personas no son un recurso: son el origen. Todo parte de ahí. Las organizaciones, las hacen las personas.
¿Y si el mejor KPI de una organización no estuviera en un informe financiero, sino en la energía con la que sus equipos empiezan el lunes?
Núria Sicart Miembro de la Junta del Col·legi d’Economistes de Catalunya en Tarragona