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    Innovar sin arrasar

    Hay que aprender a hacer las cosas con los demás y no contra los demás

    15 mayo 2023 09:11 | Actualizado a 15 mayo 2023 09:20
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    En estos últimos años se ha propagado una versión de la innovación que, como mínimo, ha generado desasosiego entre mucha gente. Se trata de la innovación dorada. Uber, Airbnb o Booking son ejemplos de este tipo de innovación, que empieza sin grandes inversiones y que, si funciona, puede acabar generando muchísimo retorno. Son, mayoritariamente, empresas de base digital, plataformas o aplicaciones que se expanden exponencialmente, alimentadas a base de algoritmos, interfícies y que muchas veces no tienen empleados fijos sino a demanda.

    En Cataluña hemos vivido, por ejemplo, el conflicto entre los taxistas y Uber. Los primeros, temerosos de perder sus puestos de trabajo (y su monopolio) han plantado cara con huelgas y protestas de todo tipo para hacer valer sus derechos. De momento lo han conseguido, aunque han tenido que hacer inversiones tecnológicas para dar un mejor servicio que el que ofrecían antes. Hace bien pocos años, por ejemplo, en la mayoría de taxis no se podía pagar con tarjeta. La amenaza de Uber obligó a los taxistas a modernizarse un poco, que ya está bien.

    Amazon ha afectado al comercio local, Whatsapp a las telecomunicaciones y booking a los hoteles. Los éxitos de estas empresas han originado problemas en otras. Mucha gente ha percibido que la también llamada ‘innovación exponencial’ no sólo crea valor sinó que también lo destruye, como dijo Schumpeter.

    Ahora, los célebres profesores del INSEAD Renée Mauborgne y Chan Kim, autores de uno de los libros de management más vendidos de todos los tiempos, ‘La estrategia del Océano Azul’, vuelven a la carga con un texto sugerente: ‘Más allá de la disrupción’ (Beyond Disruption). Su mensaje es claro: cómo innovar y crecer sin desplazar a sectores, empresas o puestos de trabajo. Los autores afirman sin ambages que no es necesario ser disruptivos para innovar. La innovación disruptiva, ideada y popularizada por el profesor de Harvard Clayton Christensen, crea cambios en los mercados de forma que los servicios o productos que existían anteriormente se ven desplazados o dejan de existir. Netflix aniquiló a Blockbuster y Spotify hizo lo mismo con iPod.

    Bien al contrario, la innovación no disruptiva genera valor sin afectar a los demás. Algunos ejemplos son la microbanca, las plataformas de educación, los sistemas alternativos de pago, la economía circular o la banca electrónica, entre otros muchos. Ninguno de estos servicios ha desplazado a la banca tradicional, a las universidades, al comercio clásico o al pago con billetes. Todo puede coexistir de forma más o menos armónica, al menos hasta cierto punto.

    Soy de los convencidos de que el futuro es más colaborativo que competitivo. Bienvenida la propuesta de Mauborgne y Kim. Hay que aprender a hacer las cosas con los demás y no contra los demás.

    Franc Ponti es profesor de Innovación en EADA Business School

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