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    La crisis del agua: alternativas a la lluvia

    Eficiencia, regeneración y desalinización son las tres grandes líneas estratégicas para afrontar la crisis del agua

    29 mayo 2023 12:35 | Actualizado a 29 mayo 2023 15:04
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    «No podemos estar mirando al cielo, esperando a que llueva», resume Marc Oliva, presidente de la comisión de Canvi Climàtic i Economia Circular de Enginyers Industrials de Catalunya. La emergencia climática y sus efectos sobre un recurso tan central como el agua han multiplicado las voces que reclaman un análisis estratégico sosegado, más allá de las medidas de urgencia que puedan tomarse en episodios de sequía como el que vivimos, con la vista puesta en el medio y largo plazo.

    La Oficina Catalana del Canvi Climàtic, perteneciente a la Generalitat de Catalunya, sitúa el agua como el elemento más vulnerable a los impactos del cambio climático en Catalunya, con unas proyecciones entre los años 2021 y 2051 de una reducción de la disponibilidad de agua, respecto al año 2015, de un 22% en las comarcas litorales, de un 18,2% en las comarcas interiores y de un 9,4% en las pirenaicas, a la vez que se vislumbra un escenario en el cual los episodios de emergencia por sequía extrema serán cada vez más frecuentes.

    Ramon Folch, ecólogo y colegiado de honor del Col·legi d’Economistes de Catalunya, constata que «la cuenca mediterránea ha sido siempre un espacio con agua escasa, y la situación se ha complicado al producirse en las zonas litorales grandes aglomeraciones urbanas, con agua escasa o inexistente. Ahora, tenemos una subaridez estructural con menos agua que hace dos mil años, causada por el cambio climático, a la que se le ha unido un episodio de sequía».

    «Hay un tema pendiente muy importante en la gestión del agua, que es aplicar el concepto de economía circular»

    Anna Pallarès (URV)

    Ante esta realidad, ¿cuáles son las alternativas? Un concepto es central: circularidad. «Hay un tema pendiente muy importante en la gestión del agua, que es aplicar el concepto de economía circular», asegura Anna Pallarès, experta en planificación hidráulica y profesora de Derecho Administrativo en la Universitat Rovira i Virgili (URV).

    «Las aguas tratadas -explica Pallarès- se vierten hoy a los ríos o al mar, cuando se podrían volver a utilizar para regar en la agricultura, en parques y jardines, en limpieza de calles, en usos industriales de refrigeración... Hay un recorrido brutal por delante, pero las instalaciones que tenemos funcionan por inercia, y es muy difícil cambiar».

    Hoy, apenas un 10% del agua que sale de las depuradoras de Catalunya es reutilizada para estos usos. El restante 90%, después de una inversión nada despreciable en su proceso de depuración, simplemente se deja ir río abajo o, directamente, se vierte al mar. Con la única línea roja de asegurar los caudales ecológicos de los ríos, el potencial de la regeneración y reutilización del agua es notable.

    De hecho, el impulso a la regeneración del agua es uno de los puntos destacados en el Pla de Gestió de l’Aigua 2022-2027 aprobado el pasado 16 de mayo por el Govern de la Generalitat de Catalunya, que contempla pasar en este período de las 24 estaciones de regeneración de agua actuales a 40 estaciones, para aumentar en 50 hectómetros cúbicos al año el agua regenerada en Catalunya, hasta alcanzar los 120 hectómetros cúbicos al año y reutilizar alrededor de un 20% del agua de las depuradoras.

    «Tenemos la tecnología para dejar de depender del ciclo natural del agua, sin tener que esperar a que llueva»

    Marc Oliva (Enginyers Industrials)

    Para el ecólogo Ramon Folch, este cambio estratégico, si termina consolidándose, es una buena noticia. «Nuestro ciclo del agua -explica- es abierto: la utilizamos y la tiramos. En los últimos treinta años hemos invertido en sistemas de depuración de agua, pero no hemos hecho nunca hasta ahora una estrategia de reutilización del agua. Todas estas depuradoras han evitado que las aguas residuales contaminasen los ríos, pero con un producto que son lodos y un residuo que es agua, hoy esa situación ha llegado a la absurdidad».

    Recirculando por el sistema

    «Hace muchos años -prosigue Ramon Folch- que deberíamos haber hecho como los sistemas naturales, porque nadie en su vida ha bebido agua que no sea regenerada. El agua mineral es eso, y de lo que se trata es de ser capaces de hacer tecnológicamente lo que la naturaleza ha hecho. Y, una vez cerrado el ciclo, lo único que tendremos que hacer es reemplazar el agua que se pierde o se consume. Pero el 80% estaría recirculando por el sistema».

    Un porcentaje de reutilización de agua muy alejado del objetivo del 20% marcado por el Govern en su reciente plan de gestión del agua hasta el año 2027, pero cercano a las cifras que manejan referentes en la gestión del agua como Israel, inventores de tecnologías como el riego por goteo, además de una potencia en desalinización.

    Los episodios de emergencia por sequía extrema serán cada vez más frecuentes

    «Esto obliga -señala Ramon Folch- a terminar las depuradoras que tenemos en Catalunya, que ahora solo depuran y vierten el agua. Y si son depuradoras al lado del mar, tirar esa agua es del todo absurdo. Hay que completar el tratamiento de depuración con la regeneración». Conduciendo estas aguas depuradas más arriba de los puntos de captación de las plantas potabilizadoras, propone este ecólogo, incluso se puede llegar a obtener agua de boca a partir de ellas.

    «Tenemos la tecnología para dejar de depender del ciclo natural del agua -defiende Marc Oliva, de Enginyers Industrials de Catalunya-, tanto con la regeneración como con la desalinización, que son atajos en ese ciclo natural, sin tener que esperar a que llueva».

    Desalinización a toda marcha

    En desalinización, con las actuales dos plantas que hay en Catalunya (El Prat de Llobregat y Blanes) produciendo a plena capacidad, las previsiones del Govern son invertir en su ampliación, además de construir una nueva planta en el ámbito del río Foix, emplazada entre los municipios de Cubelles (Garraf) y Cunit (Baix Penedès).

    Pero, desde Enginyers Industrials de Catalunya, insisten en un análisis más sosegado y estratégico: «Lo que está haciendo la Generalitat ahora es acelerar el plan que tenían para los próximos cinco años, pero el riesgo es que, cuando no llueve, la urgencia te hace tomar decisiones que, una vez que vuelve a llover, olvidas», explica Marc Oliva.

    «Hay que completar el tratamiento de depuración con la regeneración: tirar esa agua al mar es del todo absurdo»

    Ramon Folch (Ecólogo)

    Anna Pallarès, de la URV, coincide en que «no se pueden plantear soluciones solo cuando hay sequía, hay que sentarse a hablar con tranquilidad, pero la clase política va a corto plazo. Hay que construir complicidades, y hay cuestiones que son de voluntad política. Estas soluciones valen dinero, igual que vale dinero Rodalies, que es una prioridad. ¿Era prioritario el AVE? Lo que está claro es que el agua es la primera prioridad, porque sin agua no haces nada».

    «En economía circular y eficiencia queda por delante un camino brutal -prosigue Anna Pallarès-, y todos estos planes de sequía a toda prisa llegan tarde. Esto se podría haber evitado, y tampoco con lo fondos Next Generation se han puesto las pilas, y ahora llegan tarde».

    Por eso desde Enginyers Industrials de Catalunya, explica Marc Oliva, han impulsado un grupo de trabajo, junto a los colegios de ingenieros de caminos, agrónomos y economistas de Catalunya, «para definir las medidas que habría que tomar como país a quince o veinte años vista, y cómo habría que financiarlo».

    «Ante la emergencia, hay que solucionar los problemas con costes más bajos y, a largo plazo, quizás pensar en desalinizadoras»

    Ana García (Col·legi d’Economistes)

    Un análisis sosegado que, por ejemplo, evidencia que los costes de invertir en desalinización son mucho más elevados que lo que supondría transformar la red de plantas depuradoras para convertirlas también en plantas de agua regenerada. El ecólogo Ramon Folch, colegiado de honor del Col·legi d’Economistes de Catalunya, cuantifica esas inversiones: «Pienso que la única forma de cerrar el ciclo es con la regeneración. También podemos desalinizar agua, pero es un proceso entre el doble y el triple de caro que la regeneración».

    «Pienso que ahora -prosigue Ramon Folch-, de lo que se trata es no solo de salvar la situación, sino de transformar todas las plantas de depuración de aguas litorales en plantas de regeneración. Eso, en comparación con construir una planta desalinizadora, que cuesta entre cuatro y cinco veces más, es una inversión muy modesta».

    Ana García, presidenta de la comisión de Economia i Sostenibilitat del Col·legi d’Economistes de Catalunya, además de miembro de su junta de gobierno, corrobora que «el coste coste de las plantas desalinizadoras es más elevado», a lo que añade que, «ante la emergencia, hay que solucionar los problemas con costes más bajos y, a largo plazo, quizás pensar en desalinizadoras».

    Además, Ana García señala que «estas inversiones han de tener un retorno y, a nivel económico, quizás el precio que pagamos por el agua no refleja la realidad del coste y del mercado».

    Miquel Rovira, director del Àrea de Sostenibilitat de la red de centros tecnológicos Eurecat, coincide en que «hay dos grandes recursos no convencionales para el agua: la desalinización y la reutilización. El inconveniente es que consumen energía, valen dinero y hacen falta inversiones».

    El Govern contempla pasar en el año 2027 de 24 a 40 estaciones de regeneración de agua

    Sin que ambas tecnologías sean excluyentes entre sí, Miquel Rovira insiste en «evitar el modelo lineal del agua, porque hay el valor del agua, pero también el valor en el agua. Las aguas residuales pueden sacar energía, nutrientes y agua regenerada, y todas las aguas que utilizamos acaban teniendo un valor. Nos convendrá que llueva, pero si Catalunya ya reutiliza un 10% de sus aguas residuales, todavía nos queda un 90%. Y, si no compromete el caudal ecológico, la reutilización es una gran oportunidad».

    En el caso del polo petroquímico de Tarragona, esa oportunidad la vieron ya hace una década, con la puesta en marcha de una planta de regeneración de aguas residuales urbanas para uso industrial, en un proyecto público-privado -donde la titularidad de la planta es de la Agència Catalana de l’Aigua (ACA), que cede la operación a Aitasa, participada por diversas empresas del polo petroquímico de Tarragona- que ha permitido que entre un 17% y un 18% del agua consumida hoy por estas empresas sea regenerada.

    En febrero de este año, Aitasa inauguró una nueva planta, esta vez de tratamiento de aguas industriales, que permitirá en un futuro acercarse al objetivo de un 40% en el uso de agua regenerada por parte de las industrias que han invertido más de 30 millones de euros en este proyecto, en el horizonte del año 2025, duplicando así los objetivos de reutilización fijados por el Govern para el conjunto de Catalunya.

    Maria Mas, directora gerente de la Associació Empresarial Química de Tarragona (AEQT), reivindica que «desde el sector hemos tenido muy claro que el agua, según sus cualidades, tiene la posibilidad de ser utilizada en diferentes usos, y es un desperdicio utilizar agua de alta calidad para cosas que no la requieren, como por ejemplo regar o limpiar. Por eso en las industrias es una práctica habitual tener diferentes colectores, para utilizar calidades de agua según su uso».

    «Las aguas residuales pueden sacar energía, nutrientes y agua regenerada»

    Miquel Rovira (Eurecat)

    Construir una planta de reciclaje de agua -prosigue Maria Mas-, como la que construimos ya hace diez años para aprovechar el agua de la depuradora y reincorporarla a nuestros procesos industriales, es una inversión, pero a la larga es más rentable». Dicho lo cual, defiende también esa mirada estratégica y un buen análisis financiero de las inversiones: «Hay una capacidad tecnológica muy alta, pero recircular el agua cuesta dinero, y como sociedad hemos de entender que es un coste».

    «Dado que la depuración del agua es obligatoria e imprescindible -añade Maria Mas-, aquí habría que ser ambiciosos, y la Administración debería planificar mirando por el bien del conjunto. La sociedad avanza cuando todos sus sectores avanzan, y hay que garantizar la sostenibilidad y la competitividad de todos los sectores».

    En el caso de esta industria, su competitividad pasa en buena parte por lograr completar su transición hacia la descarbonización y la circularidad, donde «muchas de las inversiones asociadas a la transición energética -señala Maria Mas-, como el hidrógeno verde, requieren un consumo de agua muy importante, no solo para producir el propio hidrógeno [que mediante un proceso de electrólisis separa el oxígeno y el hidrógeno], sino para refrigerar el proceso».

    Entre un 70% y un 75% del consumo de agua en Catalunya se destina a usos agrícolas

    Según cálculos de la AEQT, por cada tonelada de hidrógeno verde generado, un electrolizador necesita 50 metros cúbicos de agua, de los cuales solo 10 metros cúbicos son materia prima, mientras que los otros 40 metros cúbicos se destinan a refrigeración (igual que sucede en tantos otros procesos industriales). Un agua que termina evaporada y que, en este caso, sí hay que reponer. «Esto es algo que la gente desconoce y no se está considerando -destaca Maria Mas-, pero disponer de esta agua es un vector básico que puede determinar hacia dónde van estas inversiones».

    Ana García, del Col·legi d’Economistes de Catalunya, destaca que «está claro que, en la crisis hídrica, entramos en un círculo vicioso, y la estrategia que tenemos que hacer es a largo plazo». En su opinión, «hemos de dejar de infravalorar el agua: hay un cambio de sistema y todas las administraciones han de entrar en él; la crisis hídrica ha de ser una oportunidad con opciones a largo plazo».

    Esta economista introduce otro elemento para el análisis: «Ha fallado la modernización de las infraestructuras. Tenemos oportunidades, pero en el mundo local se ha producido una decadencia en las infraestructuras», que en su opinión estamos pagando ahora en forma de ineficiencias que no nos podemos permitir.

    «Es un desperdicio utilizar agua de alta calidad para cosas que no la requieren»

    Maria Mas (AEQT)

    Marc Oliva, de Enginyers Industrials de Catalunya, coincide en que, más allá del cambio central de una concepción del agua lineal a otra circular, «por otro lado están la eficiencia, la gestión y la resiliencia del sistema. Cuando empiezan estas crisis, a menudo empezamos a señalar culpables, y es cierto que hay margen de mejora en la distribución, pero no hay un gran margen de mejora urbana. Donde sí que hay margen de mejora es en el uso agrícola del agua, porque alrededor de un 70% o 75% del consumo de agua en Catalunya se destina al sector agrícola, y la eficiencia es baja. Parece evidente que es un lugar en el que se puede mejorar».

    Desde la Federació de Cooperatives Agràries de Catalunya (FCAC), Joan Josep Raventós, portavoz de las comarcas de Tarragona en el consejo rector de la FCAC, admite ese margen de mejora: «Se puede mejorar muchísimo, y eso es evidente. Tendremos que ir cada vez más hacia el uso de agua de las depuradoras para reutilizarla en la agricultura, a la vez que se busca una reutilización máxima del agua en las industrias, donde para su refrigeración toda el agua podría ser recuperada».

    En el caso de la agricultura, más allá de que el agua regenerada gane peso y de la mejora en unas infraestructuras de distribución envejecidas y sin mantenimiento, el gran salto está, en opinión de este responsable de la FCAC, en las posibilidades que ofrece la Agricultura 4.0 con la sensorización y monitorización de cultivos, para aplicar riegos personalizados que optimicen el uso de los recursos hídricos.

    «Nos ayudarían mucho -explica Joan Josep Raventós- los sistemas que calculan el agua que necesitas, porque el ahorro viene de calcular qué cantidad de agua necesita cada planta en cada momento». Pero un colectivo de agricultores cada vez más envejecido, sin relevo generacional ni capacidad financiera para afrontar estas inversiones, ensombrece este objetivo.

    «En el riego agrícola, el ahorro viene de calcular qué cantidad de agua necesita cada planta en cada momento»

    Joan Josep Raventós (FCAC)

    «En este momento, mucha de esta gente, que ya han cumplido los 50 años -explica Joan Josep Raventós-, lo que espera es jubilarse. Y, con esta falta de relevo generacional de jóvenes que quieran asumir los cambios tecnológicos y científicos, acabarán entrando las grandes empresas».

    «Aunque aquí podrían -propone- jugar un papel las cooperativas, como siempre han hecho, y que sean ellas las que impulsen esta tecnificación, porque hay muchos proyectos que individualmente son difíciles de alcanzar, pero colectivamente sí que se puede».

    «Hacer llegar al payés esta tecnología -prosigue Joan Josep Raventós- es una tarea que tenemos que impulsar las organizaciones agrarias. Se deberían invertir más recursos en modernizar la agricultura, y eso es algo que hay que hacer desde arriba: desde las organizaciones, desde la Administración, demostrando al payés que si hace este cambio le será rentable».

    «Porque hoy -resume- el payés es un empresario más, que necesita en todo caso apoyo financiero para invertir, pero no esa caridad de las ayudas para ir subsistiendo, o para enredar a los jóvenes para que entren, se endeuden y luego lo tengan que dejar para poder devolver los créditos. En todo caso, si no se pasa por la tecnificación, difícilmente habrá un cambio en la agricultura».

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