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La innovación se mide en facturación

14 abril 2025 19:00 | Actualizado a 14 abril 2025 19:55
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La digitalización, el im perativo de la sostenibilidad, la reconfiguración de la globalización y una competitividad cada vez más intensa, obligan a las organizaciones a adaptarse y transformar sus procesos, productos y servicios de forma constante.

La innovación se ha convertido en un mandato más que en una opción, una necesidad para poder mantenerse a flote y destacar en mercados saturados y en constante evolución. No basta con responder a las demandas del presente, las empresas deben anticiparse, generar valor continuamente y asegurarse de que la innovación se traduzca en resultados visibles en la cuenta de explotación.

Transformar este imperativo en proyectos innovadores concretos no es una tarea sencilla. A menudo la innovación se confunde con la investigación pura. La verdadera innovación no se encuentra en el laboratorio o en las oficinas de I+D, sino en la capacidad de convertir el conocimiento en valor real para los clientes. Transformar ideas disruptivas en soluciones viables que resuelvan problemas o mejoren la experiencia del cliente, generando valor de forma tangible.

No hace falta inventar la IA para saber adaptarla con inteligencia a nuestro sector y usarla como palanca de cambio y diferenciación.

Innovar no es simplemente crear algo nuevo, sino utilizar lo que ya se ha inventado de manera creativa y eficiente. La clave radica en cómo las empresas aplican estas soluciones para mejorar sus procesos, productos y servicios con el cliente en el centro de la estrategia. Identificando oportunidades para crear una ventaja competitiva sostenible que les permita destacar en un mercado lleno de alternativas. No se trata de una competencia de ideas, sino de una carrera por ofrecer algo valioso y útil a quienes consumen sus productos o servicios. La ejecución se come la estrategia, siempre.

En este contexto, medir la innovación es algo fundamental. Las empresas necesitan herramientas que les permitan evaluar si realmente están alcanzando los objetivos que se han propuesto.

Existen diversas métricas que pueden usarse para evaluar el impacto de la innovación, pero hay una que debería destacar por encima de todas: la facturación. La verdadera medida de la innovación no está en cuántas patentes se registran o cuántos proyectos de I+D se ponen en marcha, sino en cómo estos esfuerzos se traducen en ingresos reales para la empresa.

Una métrica clave en este sentido es el porcentaje de ingresos provenientes de productos y servicios nuevos que no constaban en el catálogo hace apenas cinco años.

Esta «métrica de oro» es un indicador claro de la capacidad de una empresa para renovar su oferta y adaptarse a las demandas cambiantes del mercado, asegurando que la innovación se convierte en una fuente directa de crecimiento y sostenibilidad financiera. Innovar para generar valor, facturar más y mejorar márgenes. Emboscadas y efecto sorpresa. Innovación de guerrilla.

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