"No puede haber certificación" de esa infraestructura, afirmó Scholz en una comparecencia ante la prensa en Berlín en la que aseguró que "la situación ha cambiado" tras el reconocimiento por parte del presidente Vladímir Putin de las autoproclamadas repúblicas prorrusas.
Tanto desde Estados Unidos como desde el propio tripartito de Scholz -especialmente, entre los socios Verdes, contrarios a ese gasoducto desde antes de entrar en el gobierno- se había dado por hecho que no entraría en funcionamiento, en caso de invasión.
El gasoducto había generado discusión política prácticamente desde su gestación justamente por el temor, sobre todo en el este de Europa, de que crease una dependencia energética de Rusia.
La primera en vincular a posibles sanciones la entrada en funcionamiento del gasoducto, cuya construcción culminó en 2021, fue la ministra de Asuntos Exteriores, la verde Annalena Baerbock.
En caso de una nueva agresión rusa contra Ucrania, "tenemos a disposición una gama de respuestas que incluyen a Nord Stream II", afirmó en una intervención desde el Parlamento, en enero.
Scholz esquivó hasta ahora cualquier pregunta al respecto, aunque recordó el acuerdo alcanzado con EEUU, por el que Washington retiró la amenaza de sanciones sobre el gasoducto, aún con Angela Merkel en el poder y que implicaba que no entraría en funcionamiento en caso de un ataque ruso a Ucrania.