Veinticuatro horas después, la imagen es muy diferente. Las antorchas de seguridad que quemaban en todo el polo petroquímico de Tarragona tras el gran apagón eléctrico ibérico han reducido notablemente su volumen.
Con el suministro eléctrico restablecido a lo largo de la madrugada de este martes, las primeras unidades de servicios (destinadas, por ejemplo, a producir vapor de agua) serán las primeras en ponerse en marcha. A partir de aquí, las unidades de proceso seguirán una reactivación escalonada, en función de la disponibilidad de electricidad y de los resultados de los trabajos de control que se están llevando a cabo para detectar posibles afectaciones a consecuencia de unas paradas en seco para nada programadas.
Maria Mas, directora gerente de la Associació Empresarial Química de Tarragona (AEQT), explica que «cuando Red Eléctrica ha ido normalizando la situación hemos podido empezar a arrancar plantas de servicios de forma progresiva. Empezaremos a producir vapor y a examinar cómo están las unidades de proceso».
«Esto es algo -prosigue Maria Mas- que puede llevar un día o dos, pero normalizar la situación nos llevará una semana e incluso dos». Este proceso de arranque, como sucede habitualmente en cualquier puesta en marcha de una planta tras un paro programado, comportará el uso de las antorchas de seguridad, aunque «mucho más discretas que ayer», observa Maria Mas, al disponer de elementos como el vapor de agua, que ayuda a la combustión y evita las humaredas negras que se vieron el lunes.
Un paro modélico
La directora gerente de la AEQT, Maria Mas, se felicita por el nivel de profesionalidad alcanzado por todas las empresas presentes en el polo petroquímico de Tarragona, que lograron detener en seco su producción sin ningún incidente que llevase a activar el Plaseqta más allá de su fase de prealerta, puesta en marcha siguiendo el protocolo.
«Estamos francamente orgullosos tanto de las instalaciones como del personal -explica Maria Mas-, que han respondido a una incidencia ‘a cero’ de todo el complejo sin suministro posterior». En otras palabras, detener en seco la producción sin poder echar mano de suministro eléctrico. Porque no se trata solo de parar, sino de todo lo que hay que hacer después de parar. Entre otras cosas, quemar toda la materia prima que estaba en las unidades de producción, como medida de seguridad, y hacerlo sin electricidad.
«La gente ha estado a la altura -se felicita Maria Mas-, no ha cometido errores. Pero [este éxito colectivo en una situación compleja] es algo que se practica. Las empresas practican el ‘cero eléctrico’ como un posible fallo de servicio, en sus escenarios de incidencias operativas. El vapor, el agua, el gas, la electricidad, son servicios que te pueden fallar, y por eso se practica que pueda suceder».
Aunque nunca con la magnitud que se ha visto con el gran apagón eléctrico ibérico. «Es algo que solo he visto una vez en 30 años -destaca Maria Mas-, y duró muchas menos horas, localizado solo en Catalunya».
Sobre las pérdidas económicas que comportará este paro generalizado en todo el polo petroquímico de Tarragona, el más importante del sur de Europa, Maria Mas avanza que «no estamos hablando de centenares de euros, sino de millones de euros. En los últimos años, y aunque ha mejorado, hemos tenido muchos fallos de tensión en el Polígono Sur, con muchos más ‘ceros eléctricos’ de los que deberíamos haber tenido. Pero en ningún caso se trataba de ‘ceros’ mantenidos, como el de ahora. Parar y mantener parado cuesta mucho más. Todas esas pérdidas de materias primas que te ves obligado a quemar en la antorcha cuestan una millonada».
