Habilidades personales para adaptarse a la nueva realidad laboral

Las competencias blandas o ‘soft skills’ son cada vez más demandadas en el ámbito profesional: comunicación, capacidad de adaptación, iniciativa, resiliencia, creatividad...

08 octubre 2021 13:40 | Actualizado a 08 octubre 2021 17:23
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La pandemia ha logrado golpear fuerte al mercado laboral mundial y ha provocado que éste se encuentre aún en un estado un tanto inestable. Aunque no todos los países, empresas ni trabajadores se han visto igualmente afectados, el futuro profesional de los jóvenes se plantea más complejo e incierto que antaño. Según datos recientes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) el paro entre los más jóvenes (de 16 a 24 años) llegó al 42% en junio de 2020, lo que supuso 10 puntos más que al comienzo de la pandemia. La OCDE destacó que eso indicaba “más del triple del crecimiento en la tasa de paro de los trabajadores de más de 25 años». Además, la tasa de paro entre los menores de 25 años, según Eurostat, es del 37,1%, más del doble que la media de desempleo juvenil de la Eurozona.

A esto se suma que los cambios que se venían observando en este terreno y que parecía que se implementarían en unos años, incluso nuevos perfiles profesionales que iban surgiendo, se hayan acelerado de forma drástica y todos los actores hayan tenido que adaptarse de forma rápida a todos los niveles. Y que algunos puestos de trabajo que desaparecieron durante la pandemia, probablemente nunca volverán y si vuelven, no requerirán de la misma formación o dedicación que antes requerían.

Sobrevivir en un entorno laboral tan inseguro y cambiante como el actual requiere de una mezcla de una formación reglada más completa y con estudios superiores, unos conocimientos teóricos y técnicos profundos, además de la necesidad de dominar diferentes idiomas y nuevas tecnologías, lo que en la jerga laboral se conoce como ‘hard skills’ o ‘habilidades duras’. Estas vendrían a ser los conocimientos, todos aquellos aprendizajes con los que conformaríamos nuestro CV. Pero en la actualidad, cualquier director de recursos humanos, en cualquier entrevista para un puesto de trabajo o en un cambio de departamento o sección o bien una promoción interna, atenderá con igual de interés las conocidas como las ‘soft skills’ o ‘habilidades blandas’. Definidas como las competencias sociales que determinan cómo una persona interactúa en las relaciones con los demás y les permite integrarse con éxito en los ambientes laborales, son las que marcarán la diferencia entre los candidatos.

Este gran cambio en el mercado laboral va a suponer un esfuerzo extra con tal de potenciar determinadas soft skills y es que, por el contrario a lo que se creía, que estas habilidades se tenían o no se tenían, hoy está demostrado que son habilidades que se entrenan y podemos aprenderlas. Conseguirlas requiere cuestionarse algunos principios como aferrarse a una posición de expertos en una materia para convertirnos en principiantes dispuestos a seguir aprendiendo y experimentando.

Muchas empresas consideran que las habilidades de comunicación son la base de una buena gestión, ya que impulsan el trabajo en equipo y mejoran la colaboración de cara a realizar un proyecto común. Agilizar la comunicación interna y efectiva fortalece la confianza y asegura que todos los departamentos y trabajadores implicados actúen en la misma dirección.

Otra habilidad relacionada con la comunicación y que resulta imprescindible es la capacidad de trabajar en equipo: para facilitar procesos, que se genere un ambiente de trabajo positivo, que se haga piña y los trabajadores pueden ayudarse entre ellos y arroparse…

Comprensión y empatía

Pero sin comprensión y sin empatía hacia los demás es complicado llegar a conseguir las dos soft skills anteriores, por ello la inteligencia emocional es fundamental, ya que nos permite percibir, comprender, razonar y gestionar las propias emociones y también las del resto.

La creatividad es otra soft skill indiscutible. No solo engloba la habilidad artística de crear desde el inicio, sino también proponer nuevas ideas, estar al tanto de las novedades, idear nuevos procesos… lo más valioso de esto es que implica salir de la ‘zona de confort’ para apostar por conceptos o retos innovadores que pueden provocar una evolución en la empresa.

La voluntad de tener un aprendizaje constante y mantener un pensamiento crítico nos hace más curiosos, analíticos y resolutivos con los problemas, lo que se valora de forma muy positiva en los ambientes laborales.

Por último, además de las mencionadas, la pandemia y la ‘nueva normalidad’ han puesto a prueba a muchos trabajadores que han precisado de tener una capacidad extra para adaptarse, ser más flexibles y resilientes e intentar transformar los cambios en oportunidades.

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