Innovar en vida

Si no estamos seguros de que las cosas que hacemos sirven para algo, es mejor tirarlas a la basura

14 marzo 2022 10:54 | Actualizado a 14 marzo 2022 10:57
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Cataluña está acogiendo, en los últimos tiempos, importantes sedes de empresas vinculadas a la salud. Es el caso, por ejemplo, de Alira Health, una compañía nacida en Boston pero que ha elegido Barcelona para su subsede en Europa. Recientemente hemos tenido también la agradable noticia de que AstraZeneca instalará en la ciudad condal un hub de ensayos clínicos sobre enfermedades minoritarias. Cataluña está bien posicionada en este ámbito, somos realmente una potencia en empresas de salud digital, por ejemplo. El peso del sector de ciencias de la vida y tecnologías de la salud es importante y estratégico: supone un 7,3 del PIB catalán.

Fenómenos sociales como la Marató de TV3 han incrementado la conciencia de que es necesario innovar en salud. «Sin salud no somos nada», decimos todos a menudo, conscientes de que el bienestar mental y físico es la base para construir una vida feliz y provechosa.

Pero todos sabemos, al mismo tiempo, que deberíamos invertir mucho más en investigación. No se entiende, por ejemplo, que cualquier jugador de fútbol fichado por cualquier equipo catalán de primera línea cueste mucho más que lo que recauda la Marató. O que, en estos trágicos momentos, el gasto militar en Europa y en el mundo alcance cifras absolutamente obscenas. ¿Qué pasaría si se invirtiese toda esa ingente contidad de dinero en, por ejemplo, investigar sobre el cáncer de páncreas?

Hace falta muchísima más investigación y de calidad. Sólo así podremos considerarnos una sociedad moderna que actúa en función de las personas y sus problemas.. Estamos en un país cuyas cifras de inversión en innovación están a la cola de Europa. Incluso países como Hungría, Grecia, Polonia o la República Checa invierten más en innovación que nosotros. Es difícil de comprender que un país con un PIB realtivamente alto invierta tan poco en innovación, desarrollo y tecnología.

¿Qué hay que hacer para revertir la situación? Pues creer más en el poder de las personas y de sus ideas. Y apostar por ellas invirtiendo dinero en las propuestas más originales y potencialmente aportadoras de valor. Para poder hacer esto necesitamos cambios radicales en nuestra manera de entender las organizaciones. Hay que poner a las personas en el centro y olvidarnos de mecanismos de gestión muchas veces innecesarios y estériles.

Hay dos grandes ideas: dialogar mucho más con nuestros usuarios y hacerlo de forma inteligente. Gestionar empresas hoy pasa por practicar el noble arte de la conversación. Además, necesitamos soltar lastre de todo aquello que ‘se hace porque se ha hecho siempre”’ Hay que aplicar la receta de Marie Kondo al management: si no estamos seguros de que las cosas que hacemos sirven para algo, es mejor tirarlas a la basura.

Franc Ponti, profesor de Innovación en EADA Business School.

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