El sector químico ha demostrado una capacidad de adaptación a cambios bruscos excepcional desde el estallido de la pandemia global de Covid-19. Los ejemplos son diversos: la puesta en marcha de una industria sanitaria de emergencia en tiempo récord, la aceleración de la transformación digital con el trabajo en remoto y la Industria 4.0, la preservación de los puestos de trabajo y la contratación de nuevos empleados, las propuestas tecnológicas desde el mundo académico, el mantenimiento de inversiones y la puesta en marcha de nuevos centros de producción y de I+D+i… Resiliencia en un sector esencial.
Porque, tal y como se demostró cuando el gobierno español incluyó a este sector en el grupo obligado a mantener su actividad durante las semanas más duras de la Gran Reclusión, la industria química suministra productos esenciales para el día a día de las personas, cuya importancia se pone de manifiesto en contextos como el actual. Materiales para equipamientos médicos, plásticos para preservar los alimentos, gases medicinales… los ejemplos son diversos.
Las cifras avalan esa importancia estratégica. Entre los años 2007 y 2019, la producción acumulada por el sector químico español aumentó un 18,4%, en un contexto en el que el sector industrial en su conjunto sufrió un retroceso en su cifra de producción acumulada del 21,3%, según los datos recogidos en la última Radiografía del Sector Químico Español 2020, elaborada por la Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique).
Carácter transversal
Uno de los principales rasgos de este sector y clave de su consolidación radica en su carácter transversal, puesto que interviene en prácticamente todas las cadenas de valor de las industrias manufactureras.
Materiales para equipamiento médico, gases medicinales... la lista es ampliaDe hecho, el 98% de las actividades productivas requieren de la química en algún punto del proceso de fabricación, ya sea en los campos de la salud, el consumo, la movilidad, la construcción, la alimentación, o la energía, por lo que su demanda es siempre derivada. De ahí que se trate, sin lugar a dudas, de una industria esencial y estratégica para garantizar el funcionamiento y desarrollo de nuestra sociedad.
Mayor consumo de productos
El consumo de productos químicos, de hecho, se mantiene en crecimiento sostenido desde el año 2013, cuando desde un valor agregado de 59.162 millones de euros se pasó a los 71.835 millones de euros de 2019, con un incremento interanual respecto a 2018 del 1,3%. Pero en el acumulado entre los años 2007 y 2019, el crecimiento en el consumo de estos productos suma un 23%, dando cuenta de su vitalidad.
Por grupos de productos, las especialidades farmacéuticas, con un 22,1% de la facturación total del sector en 2019, encabezan la lista. Le siguen las materias primas plásticas y el caucho (con un 17,3% de la facturación), donde el polo petroquímico de Tarragona es, sin duda alguna, un referente.
El 98% de las actividades productivas requieren de la química en algún punto del procesoLos productos relacionados con la química orgánica (13,5%) ocupan la tercera posición, mientras una variedad de subsectores y áreas de negocio completan un sector diversificado y con presencia en casi cualquier faceta de nuestras vidas.
La incidencia de estas cifras sobre nuestro día a día se puede apreciar cuando se trasladan hasta el consumo de productos químicos por habitante, que acumula un crecimiento del 18% entre los años 2007 y 2019, según los datos recogidos por Feique en su último informe sectorial. Así, de un consumo de productos químicos por habitante con un valor de 1.290 euros en el año 2007 se ha pasado a un consumo por habitante por valor de 1.529 euros en 2019.
Entre 2007 y 2013, la doble caída en el consumo provocada por la ‘W’ de la Gran Recesión, llevó a un mínimo de 1.199 euros por habitante en 2009 y otro mínimo de 1.267 euros por habitante en 2013. A partir de esa fecha (y hasta cerrar el año 2019), la progresión se mantuvo al alza.
Motor económico
Pero no solo se trata de un sector que suministra productos esenciales para ese día a día de la sociedad. Es, además, un importante motor económico. La industria química española, con el polo petroquímico de Tarragona (el más importante del sur de Europa) como actor destacado, es responsable del 5,8% del Producto Interior Bruto (PIB) español, con una cifra de negocio conjunta de 67.652 millones de euros, entre su actividad directa (20.029 millones de euros), indirecta (39.844 millones de euros) e inducida (7.779 millones de euros).
De ellos, casi el 60% se facturaron en mercados exteriores (hasta los 38.500 millones de euros), con un peso creciente en países de fuera de la UE. Unas cifras que sitúan al sector químico como el segundo mayor exportador de la economía española, justo detrás del automóvil.