La Trencadora ‘lo rompe’ con su crema de avellana

La empresa de El Rourell invertirá 200.000 euros en un nuevo obrador y un centro para degustación de producto y visitas

29 noviembre 2021 08:52 | Actualizado a 29 noviembre 2021 09:01
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La Trencadora está que ‘lo rompe’. Su crema de avellanas y cacao para untar, que esta empresa familiar sacó al mercado hace apenas un año, acaba de disparar sus ventas tras viralizarse en redes sociales. Cuentan que no ha sido fruto de ninguna campaña pagada con influencers, sino algo fortuito que reconoce su trabajo.

«Hemos terminado todas las cremas, y ahora vamos a tope de pedidos», explica Antoni Torrens, cuarta generación de esta empresa familiar fundada en 1920 en El Rourell (Alt Camp) y centrada en la avellana. «Pienso -explica Torrens- que las cosas bien hechas y con un sueño, al final tienen recompensa».

Un éxito que ha llevado a esta empresa a proyectar una inversión de unos 200.000 euros para tener en 2022 un nuevo obrador y un centro para degustación de producto y visitas -anexo a sus actuales instalaciones en El Rourell-, aprovechando la estructura de una vieja granja avícola (que rehabilitarán) en un terreno de 2.000 metros cuadrados que acaban de adquirir.

Con unos orígenes que se remontan al cultivo de la avellana hacia el año 1900, tras el reemplazo de los viñedos afectados por la plaga de la filoxera de finales del siglo XIX por avellanos y almendros, La Trencadora pasó de generación en generación como una explotación agrícola (hoy mantienen esa actividad, con la gestión de unas 30 hectáreas de avellanos, de las cuales la mitad son propias) y un negocio de compra-venta de avellanas a otros productores. Los antiguos canales de comercialización del aguardiente -que, con sede en Reus, sirvieron para construir la industria de los frutos secos que, con altibajos, perdura hoy en el Camp de Tarragona-, hicieron el resto.

No fue, sin embargo, hasta muy recientemente, cuando después de pasar dos décadas trabajando en el sector de la ingeniería, Antoni Torrens, el mayor de los tres hermanos que integran la cuarta generación de esta saga familiar (junto a su padre Josep Pere), volvió a sus orígenes en el Rourell y se reincorporó al negocio (donde ya estaba su hermano menor Ivan, gestionando las tierras).

Era el año 2013 y Antoni Torrens -que se había puesto temporalmente al frente de la empresa para sustituir a su padre convaleciente de un ataque al corazón- empezó a introducir pequeños cambios casi sin proponérselo, y sin tener tampoco un horizonte de continuidad. Cuenta que el negocio de la compra-venta de avellanas no iba a tener relevo tras la jubilación de su padre, pero que de alguna forma una cosa llevó a la otra hasta transformar La Trencadora en la industria agroalimentaria que es hoy.

Avellanas ‘negreta’ premium con impacto local

«Cuando entré -explica-, fuimos adaptando poco a poco el negocio de nuestro padre, que ya estaba por terminar, simplemente para pasar mejor ese tiempo. Empecé por habilitar una pequeña oficina en la nave, luego incorporamos otra máquina de seleccionar avellanas... le pedí a mi hermano mediano (Josep, que también tenía una carrera profesional fuera de la empresa) que nos ayudase a hacer un software para seleccionar las clases de avellanas con trazabilidad y acompañado de un soporte informático... Me puse a trabajar y, sin darme cuenta, ya no recordé nada de mi vida profesional anterior: es como si hubiese vuelto a casa».

Una máquina de partir avellanas incorporada en 2017 (y que dio lugar a la marca La Trencadora, que usan hoy para sus productos), un tostador de avellanas y un obrador -para elaborar pasta de avellana para heladeros artesanos y crema de avellanas y cacao- han llevado a esta empresa centenaria a dar el salto a la agroindustria.

Con medio millón de kilos de avellana con cáscara gestionados cada año (toda del Camp de Tarragona y algunas de Girona, con la variedad negreta destacada) y una facturación que en 2020 alcanzó los 2 millones de euros, La Trencadora aspira a que la venta al detalle de productos transformados de alto valor (como sus cremas, pastas para heladería artesana y avellanas tostadas envasadas al vacío) siga ganando peso en su negocio (donde hoy supone alrededor de un 10% de la facturación) hasta alcanzar entre un 60% y un 70% en un horizonte temporal que todavía deben definir.

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