No habrá Vall de l'Hidrogen sin energías renovables

Las ayudas de los fondos Next Generation EU a este proyecto exigen eólica y fotovoltaica

21 junio 2021 08:38 | Actualizado a 21 junio 2021 10:06
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La Comisión Europea (CE) aprobó la semana pasada el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia presentado por el gobierno español para optar a captar hasta 140.000 millones de euros en forma de créditos y ayudas directas a empresas a través del instrumento extraordinario ‘Next Generation EU’.

Entre los proyectos que aspiran a hacerse con parte de estos fondos se encuentra el de la Vall de l’Hidrogen de Catalunya, la evolución de la iniciativa surgida en las comarcas de Tarragona a través de la Plataforma Hidrogen Verd Catalunya Sud, liderada por la Universitat Rovira i Virgili (URV) y con el polo petroquímico de Tarragona, el más importante del sur de Europa, como uno de sus principales activos.

El Gobierno piensa captar hasta 1.555 millones de euros para hidrógeno renovable 

Un proyecto que se enmarca en el ‘Componente nueve’ ( Hoja de ruta del hidrógeno renovable y su integración sectorial) del plan presentado por el gobierno español para captar esos fondos. Son hasta 1.555 millones de euros previstos en inversiones en este concepto, que se suman a los 3.165 millones de euros contemplados en el ‘Componente siete’ ( Despliegue e integración de energías renovables) y que, junto a otros dos componentes más, integran la tercera palanca de este plan ( Transición energética justa e inclusiva), dotada en conjunto con hasta 6.385 millones de euros en inversiones a lo largo de los ejercicios 2021, 2022 y 2023.

El objetivo es sustituir todo el hidrógeno gris que se consume en el polo petroquímico

Una oportunidad que los impulsores de la Vall de l’Hidrogen de Catalunya vieron llegar y decidieron aprovechar con la vocación de constituir el valle del hidrógeno de referencia en el sur de Europa. Un hidrógeno que, necesariamente, tendrá que ser verde. Es decir, obtenido a partir de energías renovables. De eso dependen también las ayudas, porque no habrá Vall de l’Hidrogen de Catalunya sin energías renovables.

El hecho de que el polo petroquímico de Tarragona sea un gran consumidor de hidrógeno en su actividad diaria (con un consumo de 10 toneladas/hora que se convierten en 87.600 toneladas al año) es un activo sin discusión para lograr posicionar este proyecto en el podio de candidatos a esos fondos europeos, pero debe ir acompañado de la generación de energías renovables. Un aspecto, este último, en el que las comarcas de Tarragona, pero también el conjunto de Catalunya, se encuentran muy lejos de las cifras que deberían estar manejando.

Hoy, el hidrógeno que se consume en el polo petroquímico de Tarragona es hidrógeno gris, la clasificación cromática que distingue al hidrógeno generado a partir de gas natural fósil, en un proceso industrial que emite CO2 de forma libre a la atmósfera. El objetivo es llegar a sustituir todo ese hidrógeno gris por hidrógeno verde, mediante un proceso de electrólisis en el que solo se emplea como materia prima agua y electricidad generada a partir de fuentes renovables (fotovoltaica, eólica e hidroeléctrica).

  • HIDRÓGENO VERDE: Generado con un proceso de electrólisis a partir de agua y con electricidad de fuentes renovables, mediante instalaciones fotovoltaicas, eólicas o hidroeléctricas. 
  • HIDRÓGENO GRIS: Obtenido a partir del calentamiento de gas natural de origen fósil hasta generar hidrógeno y CO2 (que termina emitido a la atmósfera). Cuando el CO2 se captura, ese hidrógeno pasa a ser azul.
Lograr un kilogramo de hidrógeno verde a partir de un proceso de electrólisis requiere unos 50 KWh de energía. Llevado a las magnitudes de consumo del polo petroquímico de Tarragona, eso supondría unos 4.380 GWh al año dedicados al consumo de electricidad en los electrolizadores implicados en la generación de ese hidrógeno. Si esa electricidad debe ser de origen renovable, eso se traduce en la necesidad de dedicar en exclusiva a esa tarea 1.460 MW de potencia instalada eólica, o 2.650 MW de fotovoltaica, según cálculos de las asociaciones empresariales EolicCat y UnefCat. ¿En qué punto nos encontramos?

«En lo que llevamos de año, en Catalunya solo se han instalado 25 MW fotovoltaicos» (Jaume Morron, EolicCat)

La respuesta es que muy lejos de los requisitos que exige este proyecto. Jaume Morron, gerente de EolicCat, asociación que agrupa a la mayoría de empresas vinculadas al sector eólico que operan en Catalunya, es claro: «Para cumplir los objetivos de descarbonización fijados por la Comisión Europea en 2030, Catalunya debería estar instalando 400 MW eólicos y 600 MW fotovoltaicos al año. Llevamos seis meses del año 2021 y en eólica no se ha instalado nada en toda Catalunya, mientras que en fotovoltaica solo se han instalado 25 MW».

«Estamos en emergencia climática -prosigue Morron-, y lo que necesitamos es hacer renovables como sea, incluso al precio de cometer errores. Si no, el precio será la dependencia y las líneas eléctricas que atravesarán todo el territorio de Catalunya».

La advertencia de Morron tiene su origen en una corriente que se opone a las instalaciones de energías renovables en entornos no antropizados, y que defiende el aprovechamiento exclusivo de cubiertas de naves industriales, áreas urbanas y redes viarias para estas instalaciones. Se trata de unas acciones que, en opinión del sector de las energías renovables, no deberían ser excluyentes de otro tipo de proyectos capaces de poner a disposición la potencia instalada necesaria para acometer con éxito esta transición energética.

«Cuanto más cerca esté la instalación de la petroquímica, más óptimo será energéticamente» (Manel Romero, UnefCat)

«Primero hemos de priorizar ocupar los espacios antropizados, tales como cubiertas de edificios y todos los espacios que nos pueda proporcionar la petroquímica, instalando ahí toda la generación fotovoltaica que se pueda», defiende Manel Romero, portavoz de UnefCat y delegado de Unef (la patronal española de la industria fotovoltaica) en Catalunya.

«A partir de ahí -prosigue Manel Romero-, empezar a ampliar el radio. Si hablamos de suministrar electricidad a un electrolizador, cuanto más cercana esté la instalación [fotovoltaica o eólica] a la petroquímica, más óptimo energéticamente será y menos líneas eléctricas habrá que poner. Idealmente debería ser en la comarca, luego en la provincia...».

Sin electricidad renovable de proximidad, sin embargo, la opción de traer esa energía desde mucho más lejos siempre será técnicamente viable. La cuestión está en si los peajes asociados al transporte de esa electricidad permiten que la generación de ese hidrógeno verde mantenga unos costes asumibles y, por encima de todo, si tiene sentido hablar de una Vall de l’Hidrogen de Catalunya donde solo se es consumidor de hidrógeno verde, mientras las instalaciones de renovables, los electrolizadores y todo el ecosistema empresarial que se genere alrededor se encuentran, por ejemplo, en Aragón.

«No puedes decir ‘monto un valle del hidrógeno pero no hacemos renovables’, eso no es coherente» (Javier Maceiras, Endesa)

Sobre los requisitos técnicos, Javier Maceiras, responsable de Desarrollo de Proyectos de Hidrógeno Verde en Endesa, una empresa adherida a la Vall de l’Hidrogen de Catalunya que en la demarcación de Tarragona cuenta con un proyecto para la instalación de un parque eólico y un electrolizador destinado a la generación de hidrógeno verde, destaca que «no podemos hablar de hidrógeno verde si no hacemos parques eólicos o plantas fotovoltaicas, y no tiene sentido que la Administración quiera promover proyectos de hidrógeno verde en masa y no sea a la vez diligente en la tramitación de proyectos renovables».

Dicho lo cual, se abren «dos opciones» a nivel técnico. «La primera -explica Javier Maceiras- es ubicar el electrolizador directamente en el punto de consumo, con lo que no tienes costes de transporte del hidrógeno, porque lo generas donde lo consumes. El inconveniente es que habrá unos peajes por el transporte de red, y si se trata de un electrolizador que funciona 24 horas [como en el caso de los que se pueden destinar al polo petroquímico de Tarragona], consumirá durante períodos donde los peajes son relevantes».

«Pedir que toda la electricidad venga de fuera sería nefasto para la soberanía energética y para la Vall de l’Hidrogen» (Francesc Díaz, URV)

«La segunda opción -prosigue este experto en hidrógeno verde- es montar una planta y un electrolizador a 50 kilómetros del punto de consumo, con lo que nos evitamos los peajes, pero por contra hay los costes de llevar el hidrógeno a ese punto de consumo. ¿Dónde me interesa más el electrolizador? ¿Al lado del cliente o de las renovables? Cuanto más cercana la generación al consumo mucho más sostenible vas a ser, eso está claro. Lo que no tiene sentido es montar un electrolizador a 200 o 300 kilómetros. El consumo de hidrógeno del polo petroquímico no es una cifra que asuste, pero es una cifra relevante. No puedes decir ‘monto un valle del hidrógeno pero no hacemos renovables’, eso no es coherente».

Francesc Díaz, vicerrector de Recerca i Planificació Científica de la URV, a la vez que parte en la coordinación de la Vall de l’Hidrogen de Catalunya, destaca que «es necesario el conocimiento antes del debate». Con ese conocimiento, está convencido de que se hace evidente que «si no hay un binomio renovables-hidrógeno, no tiene sentido hablar de Vall de l’Hidrogen de Catalunya», porque «si ese hidrógeno no es verde, no habrá ayudas» procedentes de los fondos Next Generation EU.

Aunque defiende que las instalaciones de aerogeneradores marinos son hoy las «más eficientes, porque el viento es más constante», habrá un momento intermedio en el que será necesario «un modelo energético distribuido allí donde tienes las demandas. Lo que no puede ser -prosigue Francesc Díaz- es que queramos mantener los 30.000 puestos de trabajo del polo petroquímico de Tarragona pero no queramos aerogeneradores. No podemos pedir que toda la electricidad venga de fuera. Eso sería una visión nefasta en el concepto de soberanía energética, a la vez que nefasto para la Vall de l’Hidrogen de Catalunya».

«Si no tienes aerogeneradores, tendrás que tener torres de muy alta tensión» (Juan Pedro Díaz, AEQT)

«Por eso -insiste este catedrático de Física Aplicada- primero hay que sentarse en el aula, aprender cosas y después debatir. Pero si empezamos a debatir antes de conocer lo que la ciencia aporta, vamos mal».

Juan Pedro Díaz, gerente de la Associació Empresarial Química de Tarragona (AEQT), coincide en que «las nuevas instalaciones de generación de energías renovables son imprescindibles. Dentro de esa necesidad indiscutible, la decisión de dónde instalarlas no nos corresponde ni intervenimos, pero sí compartimos, naturalmente, que es preferible que se busquen soluciones que cuenten con el apoyo y el consenso de todas las partes afectadas».

Dicho lo cual, constata que, con la cantidad de energía que necesitará solo el polo petroquímico de Tarragona para generar hidrógeno mediante electrólisis, y que equivale al 10% de la potencia instalada que necesita toda Catalunya, «si tú no tienes fuentes generadoras de renovables cerca, vas a necesitar líneas de muy alta tensión cruzando el territorio. Si no son los aerogeneradores, tendrán que ser torres de alta tensión. Es una balanza, y se tendrá que decidir».

«Hacemos el debate pensando solo en el consumo doméstico, y no en las industrias» (Joan Vila, Pimec)

Aunque no se trata solo de una cuestión que se ciña a las grandes empresas. Joan Vila, presidente de la Comissió d’Energia de Pimec, organización empresarial de micro, pequeñas y medianas empresas, es tajante: «Si continuamos diciendo ‘renovables no’ significará ‘hidrógeno no’. Y yo, cuando desde determinados ámbitos rechazan las renovables, suelo preguntar: ‘¿Y tus jóvenes del Priorat, no trabajan en la petroquímica?’ La energía no es solo la bombilla de tu casa».

«Renunciar a estas instalaciones -prosigue Vila- por su impacto es trasladar el impacto a las líneas de alta tensión. El impacto serán las líneas, y encima no tendremos ninguna compensación ni beneficio por esas líneas. Externalizarlo todo lleva a la ruina y a la pérdida de puestos de trabajo».

«Un valle del hidrógeno -añade- sirve también para desarrollar tecnología, conocimiento. Si vamos desmontando el tejido industrial, nos quedaremos con las miserias. Hay ignorancia energética, y el problema es que hacemos el debate pensando solo en el consumo doméstico, y no en las industrias». 

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