Una estrategia para combatir la inflación

Aumentan los precios de la electricidad, la alimentación, el carburante y el transporte, lo que provoca un efecto directo de pérdida de poder adquisitivo en el ciudadano

17 enero 2022 08:32 | Actualizado a 17 enero 2022 08:55
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El año 2021 se fue como todos esperábamos, en pleno apogeo de la sexta ola de la pandemia y con una subida de precios como hacía tiempo que no vivíamos en España, que cerró el año con la inflación más alta de las últimas tres décadas, con una tasa de variación interanual del IPC en el 6,7%, más de un punto por encima de la registrada el mes anterior. Sin duda, se trata de un elemento que trasciende más allá de los términos que manejan los economistas, ya que tiene una traslación directa en la economía real.

Para combatir la inflación debemos invertir en activos financieros rentables

Aumentan los precios de la electricidad, la alimentación, el carburante y el transporte, lo que provoca un efecto directo de pérdida de poder adquisitivo en el ciudadano, que no se ve compensado con la subida de los salarios o de prestaciones como las pensiones públicas. 
El debate entre los economistas se centra en saber hasta dónde podrá escalar esta subida de precios y, sobre todo, si se convertirá en un fenómeno estructural o simplemente en un elemento coyuntural. Mientras tanto, resulta imprescindible mover ficha para tomar decisiones que nos permitan proteger nuestros ahorros y combatir la inflación y la mejor opción pasa por priorizar productos financieros con los que podamos optar a lograr rentabilidades que batan la inflación. 

El dilema para el ahorrador pasa por la dificultad para lograr rentabilidades elevadas sin asumir riesgos

Sin duda, debemos desterrar la opción de mantener gran parte de nuestro dinero en depósitos o cuentas corrientes o en otros productos, ligados a la renta fija, cuyas opciones de rentabilidad son muy escasas. Lo que habitualmente se consideran como inversiones conservadoras se convierten ahora en alternativas muy arriesgadas. Tanto que abocan al ahorrador a una pérdida segura de poder adquisitiva en este escenario inflacionario. 

El dilema para el ahorrador pasa por la dificultad para lograr rentabilidades elevadas sin asumir riesgos, un objetivo imposible de lograr en el escenario de tipos bajos prolongado en el tiempo. De ahí que cualquier planteamiento inversor requiere de una visión a largo plazo para obtener los réditos deseados.

Aquí juega un papel fundamental la ayuda de un asesor financiero que nos pueda guiar antes de tomar cualquier decisión, partiendo de la base de que no existe el producto perfecto, que no debemos apostar por un vehículo que no entendamos y que no debemos poner ‘todos los huevos en la misma cesta’. Perfilar bien nuestro nivel de riesgo, el horizonte temporal y otras variables como los objetivos vitales y circunstancias personales, son algunos parámetros importantes a la hora de elaborar una estrategia de inversión. 

Los fondos de inversión se convierten en una alternativa muy óptima por el amplio abanico de opciones que ofrece, la gestión profesional, la seguridad y sus ventajas fiscales. El año pasado obtuvieron una rentabilidad global del 6%, en línea con la inflación, y alcanzaron niveles muy superiores en alguna tipología específica ligada a la renta variable. 

Además, en este escenario se abren otras posibilidades alternativas de inversión que pueden actuar como escudos contra la inflación, como el sector inmobiliario, cuyas rentas se ajustan al incremento de los precios, y que se configuran como opción, no solo para aquellos inversores con mayor capacidad económica que sean capaces de adquirir un inmueble para su posterior alquiler, sino también para otros inversores más modestos que pueden diversificar sus inversiones a través de fondos inmobiliarios o socimis. Incluso existen a disposición del inversor productos, diseñados específicamente como protección contra la inflación.

Se trata de algunas ideas para ahorradores e inversores en su lucha contra un elemento que mengua nuestros ahorros, en especial el de las clases populares, puesto que afecta de lleno a la cesta básica de consumo. La mala noticia es que probablemente se prolongará en el tiempo, la buena es que estamos a tiempo de tomar medidas y, con la ayuda del asesoramiento financiero, explorar opciones de ahorro e inversión que limiten sus consecuencias. 

Enrique Juan de Sentmenat de Soroa, delegado territorial de EFPA

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