‘Avatar: El sentido del agua’, la promesa cumplida de James Cameron

Cuando hace 13 años James Cameron prometió que habría una saga de Avatar, nadie o casi nadie le tomó en serio. Desde entonces, no ha habido año en que aparecieran rumores y noticias sobre el inminente estreno de una segunda entrega. Pues bien, aquí llega ahora esa promesa cumplida del director de filmes como Titanic (1997), Mentiras arriesgadas (1994), Terminator 2 (1991), Abyss (1989), Aliens. El regreso (1986) o Terminator (1984). Todas fueron auténticos ‘booms’ en taquilla, además de la mencionada Avatar.

Y las promesas de Cameron van más allá. Ya tiene rodadas la 3, la 4 y medio hecha la 5 para estrenarse en 2024, 2026 y 2028, respectivamente. Casi nada. O casi tanto como decir que la saga tiene vida. Larga vida.

Porque Avatar -a día de hoy- sigue siendo la película más taquillera de la historia, con cerca de 3.000 millones de euros de recaudación. Hagan memoria de aquella película que volvió loco a medio mundo (el otro medio estuvo a punto) con sus personajes azules que medían más de tres metros y que había que verla en el cine con gafas 3D. Fue el momentazo del 3D, cuando la industria parecía lanzada a la pantalla inmersiva y empezó una cascada de estrenos en este formato. Y el 3D ha vuelto. No está muerto, igual estaba de parranda. Porque Avatar: El sentido del agua tiene precisamente ‘sentido’ viéndola en 3D.

Con una excesiva duración de 3 horas y 10 minutos, esta es una secuela repleta de acción, persecuciones y explosiones que sumerge -nunca mejor dicho- al espectador en los vastos océanos del mundo alienígena inventado décadas atrás con una tecnología que por entonces ya era punta.

Ambientada en Pandora, Avatar: El sentido del agua es una emotiva aventura ecologista (y bélica) en la que la tecnología nos ayuda a acercarnos a los sentimientos de los protagonistas. Un filme que ya suena para los próximos Oscar y que recupera personajes y escenarios de la original, con Jake Sully y Neytiri como anfitriones y alguna sorpresa ‘resurrectiva’.

Inclinados sobre un gran folio en blanco en algún lugar entre Montmartre y Saint-Germain-des-Prés, Jean-Jacques Sempé y René Goscinny dan vida a El pequeño Nicolás, un niño risueño y travieso. La suya es una infancia alegre, llena de juegos, diversión, bromas, aprendizaje, complicidad, peleas y castigos.

En 2018 un grupo de nueve mujeres presentaron una denuncia contra dos de sus profesores del Aula de Teatro de Lleida por abusos sexuales ocurridos entre los años 2001 y 2008, cuando eran unas adolescentes. Fue demasiado tarde. Este documental de Isabel Coixet repasa sus testimonios, abriendo la puerta a evitar que se repita en el futuro.