Trump arrasa con todo

Terremoto. En las tres primeras semanas de su segundo mandato ha firmado cientos de órdenes para cambiar por dentro EEUU y poner el resto del mundo a su servicio

09 febrero 2025 19:59 | Actualizado a 10 febrero 2025 07:00
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Rotulador en mano, Donald Trump firma y firma decretos desde el 20 de enero, el primer día de su segundo mandato como presidente de Estados Unidos. Su rúbrica parece el dibujo de un sismógrafo que no deja de detectar nuevos terremotos. Entre sus dedos, el rotulador se transforma en una brocha que en apenas tres semanas ha sacudido tanto al país más poderoso del mundo como al resto del planeta.

Trump ha reactivado el imperialismo estadounidense. Dice, por ejemplo, que la raya horizontal que hace de frontera con Canadá es «artificial». Amenaza con borrarla de un brochazo y convertir al país vecino en una estrella más de la bandera de EEUU. Su ambición, o avaricia, no se detiene en ninguna parte. No hay frontera que le frene. El magnate defiende que el tramo final del siglo XIX fue la época dorada de su país. Y que aquel éxito se basó en el proteccionismo, que hoy quiere aplicar a base de aranceles sobre los productos extranjeros. «Entonces fuimos probablemente el país más rico de la historia», repite. Aspira a repetir el modelo, aunque en este inicio de siglo XXI tiene como gran antagonista a China, un rival que Trump siente siempre al acecho.

Rotulando terremotos con sus decretos y decisiones, ha empezado a dibujar durante estas tres semanas un nuevo mundo en el que crece la incertidumbre. Su cambio ha empezado dentro. En Estados Unidos son despedidos los fiscales que se atrevieron a investigar al ahora presidente y se ha ofrecido a dos millones de funcionarios que renuncien a su trabajo a cambio de ocho meses de sueldo (la medida fue luego paralizada por un juez). Se cierran agencias de ayuda y ha comenzado una purga en el FBI y la CIA. Su más íntimo colaborador, el multimillonario Elon Musk, ha metido la tijera en la administración.

En el exterior, Trump abandona agencias humanitarias de la ONU. Y reclama Groenlandia, el control del Canal de Panamá y, con los aranceles como amenaza, ha conseguido que México refuerce la vigilancia fronteriza para evitar el flujo de inmigrantes. No los quiere en su país. Ha empezado a deportarlos. Tampoco admite a los transexuales. O eres hombre o mujer. Punto. Eso firmó con su rotulador justo tras la ceremonia de investidura. Esa noche comenzó a reescribir, a todo correr, la historia con un torrente de medidas entre las que destacan las siguientes.

Complejo turístico en Gaza

Trump sorprendió con una propuesta que nadie esperaba. Ante la destrucción total de la franja, la solución sería que los gazatíes se fueran a Jordania y Egipto, y que Washington se encargara de transformar la Franja en una zona turística, la ‘Riviera de Oriente Medio’.

Aranceles y deportaciones

En apenas unos días, ha conseguido que doblen la rodilla Colombia, México y Canadá. Lo ha hecho a golpe de arancel. Cuando Trump envió un par de aviones con deportados a Bogotá, el presidente colombiano, Gustavo Petro, no permitió que aterrizaran. De inmediato, el magnate impuso aranceles del 25% a todos los productos del país sudamericano. El líder colombiano ofreció su propio avión para recoger a los expulsados. Con México y Canadá ha funcionado la misma medicina. El anuncio de la aplicación de tasas aduaneras bastó para que tanto Claudia Sheinbaum, presidenta mexicana, como Justin Trudeau, su homólogo canadiense, aumentasen de inmediato la vigilancia en sus fronteras con EEUU para, como exige Trump, controlar el flujo ilegal de personas y el tráfico de fentanilo.

Otra de sus obsesiones es China, por eso reclama el control del Canal de Panamá, construido por Estados Unidos. Incluso dejó entrever la posibilidad de recurrir al ejército. Además, en menos de tres semanas, EEUU ha abandonado la Organización Mundial de la Salud y agencias humanitarias de la ONU. También va a revisar la financiación norteamericana de Naciones Unidas y ha anunciado que sancionará al personal del Tribunal Penal Internacional (La Haya) que investigue a ciudadanos de EEUU o sus aliados, incluido Israel.

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