El placer de dormir al raso a 3.000 metros de altitud

Montañismo. El vilasecano Blai Bailén afronta el reto de completar 12 vivacs en 12 meses en los picos más emblemáticos del Pirineo

12 noviembre 2022 18:54 | Actualizado a 13 noviembre 2022 07:00
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Caminar montaña arriba durante ocho horas, plantar el saco en la cima, dormir bajo las estrellas sin más compañía que tu propia respiración y volver a casa al día siguiente. «Con una sensación de plenitud total». La relación de Blai Bailén (Vila-seca, 1974) con la montaña se ha convertido en una forma de vida. Hace una década que empezó a vivaquear, la práctica de acampar al aire libre en la naturaleza. Una pasión que ha ido cultivando como un ejercicio casi terapéutico. Ahora, quiere ir un paso más allá y se ha propuesto ascender cada mes de 2023 doce de los picos más emblemáticos del Pirineo, tanto de Catalunya como de Aragón, haciendo vivac.

Blai, que es miembro de la Secció de Muntanya de la Agrupació Cultural de Vila-seca, lleva unos diez años practicando vivac en montañas de todo el país. «Me gusta mucho el alpinismo y lo practico de forma aficionada –cuenta–. Yo cogía la mochila y me iba a dormir al monte, cada vez un poco más arriba, un poco más arriba, y dormía en la cima. Con esto no busco ningún récord ni ningún reconocimiento, es una forma de retarme a mí mismo».

Los doce picos que hará se encuentras por encima o alrededor de los 3.000 metros de altitud. El reto lo comenzará en enero y, aunque todavía no ha elegido el destino, es consciente de que lo hará en las condiciones más duras. «En invierno es muy diferente hacer vivac. No solo se complica la ruta, sino que en la cima siempre hay mucha nieve y tienes que cavar un pequeño foso con una pala para poner la esterilla y el saco dentro. Así te proteges un poco contra el viento y aplanas también el terreno», explica el aventurero vilasecano.

Espectáculo para los sentidos

¿La recompensa? «Dormir en la habitación de hotel con más estrellas», bromea. Y es que Blai describe sus experiencias como un espectáculo para los sentidos. «La montaña de noche es muy distinta. Puedes ver un firmamento y un cielo que impresionan. Se ven miles de estrellas y la vía láctea perfectamente. A veces estoy tan emocionado que no puedo ni dormir y tengo que levantarme a sacar fotos», relata.

Técnico de climatización de profesión, Blai es alpinista de vocación. El amor a la montaña y la naturaleza le viene desde pequeño y siempre que puede se escapa a «conectar con la Tierra», dice. El Pirineo se ha convertido en su patio de recreo, aunque también ha completado ascensiones en cordilleras como los Andes, el Cáucaso, los Alpes o el Himalaya, donde hizo su cima más alta hasta la fecha, el Stok Kangri (6.153m).

«Siento una conexión grande con el entorno, con la naturaleza. Es una sensación de libertad y de realización absoluta. También sirve para darte cuenta de lo infinitamente pequeño que eres en este mundo», afirma.

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