¿Sabes uno de esos libros en los que puedes pasarte varios minutos en cada página? Es exactamente lo que me ha pasado al leer Al final, una mezcla de álbum y novela gráfica escrita por Silvia Nanclares e ilustrada por Miguel Brieva. Ahora te cuento por qué...
Ya nada más abrirlo, en las guardas, me he pasado un buen rato observando la calle que recorre la protagonista tras salir de la escuela, poblada de anuncios de lo más gráficos y personajes con su propia historia. Aun así, no es hasta pasar la página con el título, que comienza la acción ya por fin centrada en esa chica que he detectado antes sin destacar, como parte de un todo.
La veo esperar sentada delante de una puerta; no puede abrirla porque se ha olvidado las llaves. Pero... ¿dónde está esa información? Doy marcha atrás y... ¡la encontré! ¡Justo en la página de los créditos, incluso antes de la del título! Ahora, vuelvo a esa puerta cerrada, y a esa chica que trata de pasar el tiempo. La veo entretenerse comiendo una manzana, revisando unos apuntes, haciendo el pino y también aburrida... Hasta que aparecen las primeras líneas escritas: «Al final del callejón hay una puerta», estableciendo así una dinámica muy clara entre texto e ilustración: «Atraviesas la puerta. Detrás encuentras una escalera. Subes la escalera y ves un arco». El texto es simple, a veces una frase, o dos, o tres, pero no tiene adornos, se trata de indicaciones concisas en segunda persona, como si describiera lo que la protagonista va haciendo (o yo, como lectora, al seguirla). Me encuentro la duda de si en realidad es quien da las instrucciones, pero si tal es el caso... ¿de dónde surge esa voz que la anima a ella (y a mí como lectora) a seguir adelante en esta extraña búsqueda del tesoro? ¿Qué va primero, el texto o la ilustración? Yo he concluido que esa es una parte fundamental del juego que los autores establecieron al crear este libro, y del que me han invitado a formar parte con mi propia lectura individualizada, así que me dejaré llevar... ¿Te animas?

Título: Al final
Autora: Silvia Nanclares
Editorial: Kókinos
Ilustrador: Miguel Brieva
Precio: 16.90 €
Cada página de Al final es en sí misma una historia gracias a la cantidad de detalles que las ilustraciones de Miguel Brieva contienen. Si el texto es simple, la parte visual es justo lo contrario: hay tanta información en cada una de ellas que con cada nueva lectura se descubre algo inesperado. Y no solo eso, pues según los ojos que la observan, y también el momento, se revelarán distintas interpretaciones. Yo, claro, me quedo con la mía: esa según la cual la protagonista decide escapar de una ciudad destruida por la suciedad, la dejadez, la tecnología, la guerra y la pereza (¡fabuloso el cartel del sillón a pedales!) para adentrarse en un mundo onírico en el que aunque nada tiene sentido (elefantes con caras, ballenas con paisajes limpios y bucólicos en sus lomos, bufet libre de merienda en una madriguera...), la hace sentir bien. Incluso aprende a volar cuando está lista para regresar a casa. Y es que a veces hay que alejarse para coger fuerzas y volver renovado. El detalle del libro que estoy comentando posado en la cama de la niña en la penúltima página, le da otra vuelta a esta historia casi cíclica, pues te impulsa a querer empezarla de nuevo, dejarte llevar por sus posibilidades. Y así, hasta llegar al final, aunque... ¿cuál es en realidad el final?
Planteado como un canto a la más viva imaginación, este libro es perfecto para todas las edades, empezando por los más pequeños, desde los 6 años, hasta los 100. ¿A quién no le gustaría ver unas ratitas jugando al tenis?
Ana Punset es escritora.