Elena Huelva Palomo era conocida por todo el país. Su interminable sonrisa, su delicada voz llena de potentes mensajes y sus pañuelos de colores enmarcando su rostro eran sus señas de identidad, reconocibles para todos. Como la música, pilar fundamental en su vida y en su particular guerra con un cruel enemigo. ¿Quién no ha visto a Elena bailando en un concierto de su querido Manuel Carrasco? ¿Y cantando con su admirada Aitana? ¿O fundiéndose en un abrazo con la periodista Sara Carbonero? Su energía y su corazón llegaron a esas personas famosas que tantas veces quisieron acompañar a Elena, pero también a miles de personas anónimas para quienes Elena se convirtió en puntal de resiliencia y un tótem en sus luchas personales.
La influencer sevillana, todo un ejemplo para la sociedad sobre cómo afrontar su enfermedad y dar visibilidad a la importancia de la investigación médica, falleció el pasado 3 de enero, a los 20 años de edad a consecuencia de un sarcoma de Ewing que le diagnosticaron en 2019, cuando apenas tenía 16. Con un emotivo y su vez, sencillo mensaje, su familia lo comunicó a través de las redes sociales de la joven. No me escondo si digo que ese día se me saltaron las lágrimas al verlo.
«Vivir más el momento, el presente, y dejarnos embaucar por los detalles del día a día en vez de sentir tantas ansias por el futuro. (...)
Lo bonita que es la vida cuando te propones devorarla a bocaditos».
Durante las Navidades y con una débil voz, Elena publicó algunos mensajes que no hacían presagiar nada bueno, aunque siempre mantenía su espíritu combativo y su eterno lema, que también da nombre a su libro, ‘mis ganas ganan’.
Casi tres años de interminable batalla, con distintos tratamientos, largas estancias en el hospital, los temidos diagnósticos y charlas pacientes con su apreciado oncólogo Nacho, de indeseadas visita a urgencias, de dolores terribles, de algo que no me entra en la cabeza que pueda sufrir nadie y, mucho menos, una joven o un niño. Pero también del estreno de la campana del hospital que es el mejor de los repiques, del amor de una familia increíble, de su ‘gemela’ Emi que sigue manteniendo la estela de Elena, del apoyo de las buenas amigas y los nuevos ‘pelones’, de brindar calor a esos ojos nuevos asustados en el hospital, de raparse el pelo con una sonrisa y, aunque cueste, aprender a verse bella en todas sus facetas, de regalar fuerzas al mundo entero.
Realmente no imaginaba un libro así. Se trata de un doloroso recorrido por su terrible enfermedad, dándonos de bruces con esa aterradora realidad, pero siempre desde su increíble perspectiva: única, positiva, llena de ganas de batallar. Tampoco me escondo si reconozco que me he pasado casi todo el libro con un nudo en la garganta, llorando a ratos, enfadándome con lo injusta que puede ser a veces la vida, pero sorprendiéndome con una sonrisa mientras leía sobre un tema tan duro. Pero eso es parte del legado de Elena: ponerle a todo una sonrisa. Pegarle una patada al cáncer, un puñetazo al dolor, plantarle cara al peor enemigo. Vivir y disfrutar del hoy, que mañana, ¿quién sabe? Porque «aunque tu vida no sea la fiesta que esperabas, nunca dejes de bailar».
Eterna Elena, eternas tus ganas.
Título: Mis ganas ganan
Autora: Elena Huelva
Editorial: Montena
Páginas: 222
