Pip Williams: «Las personas diversas en sexualidad deben inventarse palabras para definirse a sí mismas»

‘El diccionario de las palabras olvidadas’ (Maeva) es una novela sobre la importancia del lenguaje en relación al género o a la clase social. Una obra inspirada en hechos reales que viaja hasta las puertas de la Gran Guerra

13 diciembre 2022 12:57 | Actualizado a 13 diciembre 2022 15:53
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Oxford, finales del siglo XIX. Huérfana de madre e irremediablemente curiosa, Esme crece en un mundo de palabras. Escondida debajo del escritorio de su padre, uno de los lexicógrafos del primer Diccionario Oxford, rescata las fichas de las palabras que se han extraviado o se han desechado, y que la ayudan a dar sentido al mundo. Con el tiempo, se da cuenta de que hay palabras que se consideran más importantes que otras, y que las relacionadas con las experiencias de las mujeres y de la gente corriente a menudo no se registran. Es así como decide recopilar palabras para otro diccionario: El diccionario de las palabras olvidadas, que si refleja el lenguaje que se usa fuera del ámbito académico. El diccionario de las palabras olvidadas es una obra de la londinense Pip Williams, publicada por Maeva. La novela se inspira en hechos reales y se ambienta en el momento en que por el sufragio femenino estaba en su apogeo y la Gran Guerra se avecinaba. La autora se ha adentrado en los archivos de la Oxford University Press para contar esta original historia. Una celebración deliciosa, lírica y profundamente reflexiva de las palabras y del poder del lenguaje para dar forma a la experiencia del mundo.

¿De dónde vino su inspiración para ‘El Diccionario de las palabras olvidadas’?

Había leído con fruición The Surgeon of Crowthorne de Simon Winchester, un libro sobre la relación entre el editor del Oxford English Dictionary, James Murray, y uno de los voluntarios que proporcionaba ejemplos del uso de las palabras en obras literarias. Me fascinó el proceso de compilación del Diccionario, pero cuando terminé de leerlo, me quedaban aún varias preguntas para las que no encontraba respuesta. Por ejemplo, si todos los encargados de redactar la definición de las palabras eran hombres, ¿hasta qué punto representaba la primera edición del OED la forma en que las mujeres usaban las palabras? Si todas las palabras de este diccionario debían por fuerza estar basadas en textos escritos (y, de hecho, así era), entonces, ¿qué palabras podrían haberse perdido porque nunca llegaron a escribirse?: palabras pronunciadas por analfabetos, pobres o mujeres que realizaban trabajos tradicionalmente adscritos a las mujeres. Leí un poco más y busqué cosas en la red, pero no pude encontrar respuestas a estas preguntas. Sin embargo, lo que sí encontré fue una pequeña historia curiosa sobre una palabra perdida. Se descubrió que faltaba la palabra bondmaid (‘criada’) en el primer volumen del diccionario de 1901. Debería haber estado entre bondly y bondman, pero no era el caso. Nadie sabe por qué había desaparecido dicha palabra. Es un misterio listo para ser resuelto, pensé, y fue entonces cuando la semilla de la idea para una historia comenzó a crecer.

Hay muchos temas diferentes en esta novela. Trata sobre la importancia de las palabras, el movimiento a favor del sufragio femenino, el horror y la tragedia inherentes a la guerra y muchos otros temas importantes. ¿Siempre tuvo usted la intención de incluir tantas cosas en esta historia? ¿Le costó decidir en qué centrarse? ¿Echa usted de menos cuestiones en las que desearía haber profundizado?

Empecé a escribir porque estaba interesada en el Oxford English Dictionary. Ideé la historia en torno a los hechos contrastables sobre esta increíble empresa y empecé a escribir. Mientras escribía la novela, me detenía de vez en cuando para revisar la historia real, no solo la del OED, sino también la de Oxford y del Reino Unido en general. Estaba claro que, para contar bien la historia, tenía que encajarla en la época, y la época incluía el movimiento de las sufragistas y la Primera Guerra Mundial. El diccionario y todos los personajes, reales e imaginarios, son producto de esos tiempos y de los hechos extraordinarios que tuvieron lugar entonces. No se pueden desagregar, así que traté de urdirlos conjuntamente en la trama. Pero el hilo conductor siempre fueron las palabras y cómo estas se usan y definen; cómo son valoradas por diferentes personas. Mi inclusión del movimiento sufragista y la Primera Guerra Mundial refleja esto, espero. Mi intención era que los detalles que elegí incluir reforzasen la historia que se va construyendo en torno a Esme y sus palabras.

¿Se topó con algún desafío particularmente destacable a la hora de escribir esta historia?

Escribir esta historia fue una experiencia satisfactoria, en general. Me encantaban los personajes y el escenario en el que se desarrollaba y me fascinaban las experiencias reales e imaginarias de esa época. Quizás el aspecto más desafiante a la hora de escribir este libro fue conseguir entretejer la realidad y la ficción. Esta historia es como una trenza: hay un hilo ficticio, un hilo real y luego, en medio, está Ditte. Esme, su padre y Lizzie son completamente ficticios, aunque la mayoría de las personas que trabajan en el diccionario son reales. Ditte es una versión ficticia de una mujer real llamada Edith Thompson. El dilema que se me planteaba era si nombrar o no a la verdadera Edith Thompson. Ella estuvo involucrada en el OED desde la letra A hasta la Z y, sin embargo, apenas se la menciona en la historia oficial sobre el diccionario. Lo que sabía sobre ella era interesante y relevante para la historia que estaba elaborando y, de hecho, en mi relato la acabé convirtiendo en la madrina de Esme. Por supuesto, esto no era en absoluto posible en la vida real, y todo lo que he escrito sobre su relación es completamente ficticio, pero creo que suena fiel a la Edith que fui conociendo durante mi investigación. Hasta poco antes de dar el libro a la imprenta, estuve dudando sobre si debía darle un seudónimo, solo para ir sobre seguro, para evitar cualquier posible crítica. Finalmente, preferí que la gente conociera a Edith Thompson y su papel en el desarrollo del Diccionario. Dejé que mantuviera su nombre real porque no quería que la pasaran por alto y no podía soportar eliminarla de mi historia. Pero para reconocer que la relación entre Esme y Edith es ficticia, decidí que Esme le pusiera el apodo Ditte.

«Las novelas que amamos son las que añaden una nueva dimensión a lo que ya sabemos»

En este sentido, ¿piensa que la ‘invisibilidad’ de la experiencia femenina se extiende también a la omisión de grupos sociales que no se consideran adecuados para ser representados en el diccionario, como la clase obrera o diversos grupos sociales?

¡Absolutamente! Los pueblos originarios han sufrido la eliminación sistemática de su idioma de todo el mundo; a los inmigrantes se les ha dicho que la riqueza lingüística que generan no es «adecuada»; los jóvenes son criticados por hablar mal cuando intentan adaptar el lenguaje para reflejar las nuevas tecnologías o la agitación social y medioambiental; las personas neurodivergentes, las personas que viven con discapacidad y las que se identifican como diversas en cuanto al género o la sexualidad deben inventarse palabras para definirse a sí mismas porque estas no siempre están disponibles en el diccionario.

Teniendo en cuenta el período de tiempo tan crucial que abarca, ¿le ha ayudado su novela a mostrar las penurias y agravios que sufre la protagonista como posible ejemplo de mujer de su época?

Mi novela sigue el desarrollo de una niña que se convierte en mujer en un momento en que estas todavía luchaban por el derecho al voto y sus ambiciones estaban limitadas por estructuras como la familia, el trabajo y la sociedad. Esme es una típica mujer de su tiempo en cuanto que desea más de lo que se le permite tener. Como muchas mujeres entonces y ahora, se da cuenta de que su voz y su experiencia no son tan importantes como las voces y las experiencias de los hombres. Cuando empieza a recopilar palabras ‘de mujeres’, las comienza a contribuir a un movimiento con el que las estas aún siguen comprometidas en el 2022.

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¿Sigue siendo cierto actualmente que muchas palabras relacionadas con las mujeres aún se omiten o se definen incorrectamente en muchos diccionarios debido a la visión masculina predominante?

Varias cosas han cambiado desde que se redactó la primera edición del Oxford English Dictionary. Los índices de alfabetización son mucho mayores y existen muchas más fuentes de lenguaje escrito (Facebook, textos en general, twitter, etc.). Esto significa que hay más personas que pueden crear palabras nuevas y darles un significado que sea aplicable a sus vidas. Además, cada vez son más las mujeres que trabajan como lexicógrafas y, en muchos casos incluso, están a cargo de la edición de diccionarios. Lamentablemente, las mujeres siguen siendo silenciadas en todo el mundo. Sus palabras son devaluadas, censuradas e ignoradas. Es inevitable que todavía se esté perdiendo algo.

Volviendo a los personajes de la novela y en relación con lo anterior, ¿en qué medida se diferencia Gareth de otros jóvenes de su época? ¿Qué cree que le hizo compilar el diccionario de la propia Esme para ofrecérselo a ella? Este hecho destaca en su novela como un acto de amor especial y poco común.
Gareth compila las palabras que Esme ha estado recopilando debido a un profundo amor por ella y por respeto a su labor. Pero no creo que fuera tan diferente a muchos hombres de su tiempo: había muchos hombres que apoyaban el sufragio femenino y querían que las mujeres tuvieran más oportunidades e igualdad. Pero su experiencia de haber sido criado por una madre soltera lo habría hecho más sensible a la experiencia de las mujeres que muchos otros hombres.

Virginia Woolf escribe que «es obvio que los valores de las mujeres difieren con frecuencia de los valores creados por el otro sexo y, sin embargo, son los valores masculinos los que prevalecen y estos se transfieren inevitablemente de la vida a la ficción». ¿Cree que esa visión está cambiando en la literatura contemporánea o cree que sigue habiendo muchos críticos que todavía consideran la ‘literatura masculina’ como la literatura ‘superior’?

Está cambiando, sin la menor duda. Las mujeres escriben más, publican más y sus obras se reseñan más. En algunos lugares, se publica a más mujeres que hombres, aunque es probable que dichas mujeres provengan de la cultura dominante y cuenten con la ventaja de haber recibido una buena educación. A pesar de esto, los críticos masculinos y la literatura escrita por hombres aún suele prevalecer en los suplementos y secciones literarias. Creo que el problema al que nos enfrentamos hoy en día no es tanto que el punto de vista predominante sea el masculino, sino que dicha perspectiva no refleja la diversidad que existe en nuestras escuelas, barrios, pueblos y ciudades.

«El problema al que nos enfrentamos hoy en día no es tanto que el punto de vista predominante sea el masculino, sino que dicha perspectiva no refleja la diversidad que existe en nuestras escuelas, barrios, pueblos y ciudades»

¿Cuáles han sido sus influencias o referencias literarias para escribir esta novela? ¿Se siente en deuda, teniendo en cuenta la época en la que se desarrolla su novela, con algunos de los principales novelistas británicos del siglo XIX?

Me encantan George Elliot y las hermanas Brontë, pero no he tratado de emularlas. Creo que una novela moderna, incluso si es histórica, debe «hablarle» al público de su tiempo, utilizando un lenguaje y un estilo que le sean familiares (a menos, por supuesto, que el objetivo de la novela sea experimentar con el lenguaje y el estilo). Entre los novelistas contemporáneos que admiro podría mencionar a Geraldine Brookes (autora de Los guardianes del libro), Kate Atkinson (La mecanógrafa, Serie Jackson Brodie), Rabih Alameddine (La mujer de papel) y Madeline Miller (Circe, Aquiles).

¿El hecho de haber vivido tanto tiempo en Australia ha influido en su escritura? ¿Cree que le ha dado una perspectiva distinta de la historia que si su identidad fuera «puramente» británica, por así decirlo?

Me mudé a Australia desde el Reino Unido cuando tenía tres años, así que me crie como australiana. Creo que esto ha influido en mi escritura de dos maneras. Por una parte, me he empapado de un tipo de literatura australiana que a menudo usa una historia individual para contar una experiencia colectiva. En segundo lugar, me considero una extraña, hasta cierto punto, tanto en mi país de nacimiento como en el país al que considero mi hogar. Esto me coloca en el papel de observadora, y eso me permitió ver la historia del Oxford English Dictionary de manera diferente a alguien que se haya criado en Inglaterra siendo inglés o inglesa de nacimiento. A fin de cuentas, Australia es un país colonizado y el idioma que hablamos (el inglés) le fue impuesto a los habitantes originales de esta tierra. Esta cuestión sigue siendo muy problemática en Australia y ha influido en mi forma de pensar sobre la elaboración de diccionarios y la historia que quería contar.

¿Tiene usted algún proyecto futuro en marcha que nos pueda contar?

Mi próxima novela tiene bastante que ver con El diccionario de las palabras olvidadas, y se inspiró en lo que no pude encontrar en los archivos de Oxford University Press. Concretamente, en información sobre la vida de las mujeres y niñas que trabajaban en la imprenta, plegando, juntando y cosiendo las páginas de los libros. Se titula The Bookbinder of Jericho (La encuadernadora de Jericó) y trata sobre una joven que trabaja como encuadernadora en la Oxford University Press durante la Primera Guerra Mundial. Peggy es inteligente y ambiciosa y sueña con ir a la Universidad de Oxford, pero le insisten una y otra vez en que su trabajo consiste en encuadernar los libros, no en leerlos.

¿Hay algo que le gustaría decir a sus lectores?

Emily Dickinson escribió una vez: «Di toda la verdad, pero dila de forma sesgada». Creo que eso es lo que hacen las novelas. Una novela aborda los hechos desde un ángulo diferente al de la Historia, la biografía o las memorias. Puede iluminar lo que está entre líneas, en las sombras o simplemente fuera del escenario (para usar más metáforas de las estrictamente necesarias). Creo que las novelas que amamos son aquellas que añaden una nueva dimensión a lo que ya sabemos. Reímos, lloramos o rabiamos cuando nos reconocemos en la alegría, la tristeza o la injusticia en una historia bien contada. Para mí, los hechos concretos son solo un andamio a partir del cual construir la verdad.

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