El fútbol tiene la memoria muy corta. Tanto que a veces entierra éxitos que sus protagonistas no olvidan. Iñaki Alonso convive con este sentimiento porque hace unos años atrás era uno de los entrenadores con más futuro del panorama nacional y ahora saborea ese sentimiento de venganza. Quiere reivindicar su figura y ha encontrado en el Nàstic y en Tarragona el club y la ciudad perfecta para ello.
«Algunos parece que han olvidado que tengo cuatro play-off de ascenso», le aseguraba al Diari esta semana en una entrevista concedida tras debutar en el banquillo del Nàstic la pasada jornada. Dos de ellos terminaron finalmente en ascenso (Real Unión y Murcia).
En esa afirmación se vislumbraba que Alonso tiene ganas de volver a disfrutar, de volver a ganar, de volver a hacer historia. De recordarle a todos que no conseguir el éxito en otros proyectos no sirve para enterrar el pasado glorioso de nadie. Por eso cada comparecencia es un escenario que el entrenador vasco aprovecha para transmitir un firme mensaje en el que deja claro que la ilusión y el trabajo no se negocian. Eso lo traslada al verde porque prepara cada sesión como si fuera la última y desde el interior del vestuario ya se siente esa energía.
Esa receta le ha dado muchos éxitos a lo largo de su trayectoria al técnico de Durango. Ha sido protagonista de varios milagros deportivos, pero hay uno que resalta muy por encima del resto en uno de los equipos de autor más reconocibles de los últimos años de la ya extinta Segunda División B.
Alonso llegó a un histórico como el Real Unión de Irún con la intención de asomar la cabeza por primera vez en el fútbol profesional. El reto mayúsculo y había dos ingredientes que se dieron en aquella entidad que propiciaron el milagro: tiempo y confianza.
En el primer año se coció el estilo y la identidad de un conjunto que explosionaría en la temporada 2008-2009. Nadie olvida ese curso en Irún porque pocas veces un equipo ha transmitido tanto.
Primero completó una proeza que devolvió al equipo vasco al foco nacional. Iñaki Alonso capitaneó desde el banquillo una de las eliminaciones más sorprendentes de los últimos años. El mérito fue incalculable. El Real Unión logró eliminar en los dieciseisavos de final de la Copa del Rey a nada más y nada menos que el Real Madrid. Fue a doble partido, logrando salir vivo de un Santiago Bernabéu que activó el espíritu de las remontadas, pero ni por esas.
Un Madrid de leyendas
En aquel Real Madrid dirigido por Bernardo Schuster militaban jugadores históricos como Raúl González, Wesley Sneijder, Marcelo, Cannavaro, Michel Salgado... Eran los actuales campeones de liga en un proyecto que parecía ser incipiente, pero que ese año se estrelló, siendo el Real Unión de Iñaki Alonso uno de los principales artífices de ello.
En el encuentro de ida, el Real Unión había logrado la victoria por 3-2. Aquello ya había sido una machada, pero la realidad decía que visitar la capital era un duro trámite que había que pasar para soñar con la clasificación.
Durante muchos minutos el milagro se atragantó, sobre todo cuando Raúl lograba un doblete que parecía apagarlo todo. Pero Romo apareció en la agonía para marcar el 4-3. El Real Unión silenciaba el Bernabéu e Iñaki Alonso hacia historia.
No contento con aquello, el proyecto vasco siguió creciendo en una temporada en la que todo salía rodado. El golpe final llegaría en forma de ascenso. El Real Unión regresaba al fútbol profesional 45 años después. Lo hacía tras derrotar al Alcorcón en la final por el ascenso por 3-1.
l Iñaki Alonso no solo logró ascender con el Rea l Unión a Segunda División, sino que también tiene otro ascenso con el Real Murcia a la categoría de plata. Ese se dio en su primer curso en la Condomina que data de la temporada 2010-2011.
