Cuando Víctor Quiñones llegó a La Canonja lo hizo con la clara intención de hacer un proyecto ganador. La ambición por bandera. Un técnico muy joven (30 años), pero muy ilusionado con un reto en el que él iba a ser el alma mater. Nunca dudó en formar un equipo en el que el fútbol hiciese de nexo de unión. Así lo había hecho anteriormente con una Floresta a la que había ascendido por primera vez en su historia a Segunda Catalana. En La Canonja el reto era similar, colocarle en Primera Catalana también por primera vez. ¿Para qué cambiar la fórmula?
«La clave ha sido sobre todo mantener el grupo, mantener la columna vertebral. Teníamos muy claro cuáles son nuestros límites, teníamos muy claro el tipo de plantilla, el perfil de jugador que queríamos tener ya desde que empezamos el proyecto», asegura Quiñones cuando se le pregunta por la clave del ascenso. Tres años ha sido un proceso de construcción que ha tenido final feliz.
La primera temporada fue de pandemia. Un primer año en el que Quiñones comprendió la exigencia de la Segunda Catalana y labró las bases de un proyecto firme. Ya en la segunda temporada la película casi tiene final feliz. La Canonja fue un equipo que ilusionó y que peleó contra gigantes. Finalmente quedó cuarto por detrás de Reddis, Cambrils Unió y Tortosa. Sin embargo, dejó varias victorias de renombre que adquirieron todo el sentido del mundo esta temporada.
El año de La Canonja ha sido sencillamente sensacional. Un equipo ganador que desde el primer momento ha dejado clara su superioridad. Quiñones ha armado una escuadra competitiva, fiable y ganadora, justo lo que buscaba cuando llegó. El técnico no puede ocultar su felicidad tras el éxito cosechado: «Me he quitado un peso encima porque desde el principio de temporada se daba como favorita a La Canonja. Se decía que teníamos una gran plantilla, pero bueno, después hay que demostrarlo en el día a día, hay que demostrarlo en la competición, hay que sumar puntos. Y creo que una vez conseguido el objetivo principal, que era el ascenso, me siento feliz».
Ambición para el futuro
Ahora la temporada que viene espera una Primera Catalana que será una categoría más que exigente. Sin embargo, Quiñones confía en su plantilla y en su club y no le tema a nada. Quiere más y sus palabras lo dejan claro: «Tenemos que querer más, nunca hay que conformarse con lo que tenemos y menos cuando nuestras opciones de crecimiento, tanto a nivel de club como a nivel de masa social, como a nivel de apoyos en cuanto a nuestro pueblo, creo que podemos seguir creciendo y, sinceramente, a día de hoy tampoco hay que ponerse un techo».
