Raül Agné siempre ha defendido que cree mucho en las identidades de los equipos. Se fija en las virtudes de los jugadores y les da un ecosistema ideal para que exploten. Él tiene una idea de juego predilecta en la que el 4-4-2 y el juego vertical marcan la pauta, pero a partir de ahí moldea en busca de lo mejor para el colectivo.
Probablemente el Nàstic que se vio la temporada pasada tenía varios rasgos que no encandilan al técnico de Mequinenza, pero que era consciente que necesitaba utilizar para que el equipo fuese competitivo. Digamos que aprovechó algunos de los conceptos que tenía el equipo interiorizados de Toni Seligrat y les dio continuidad. Sobre todo a nivel defensivo. El conjunto grana fue un equipo que defendió durante muchas fases de los partidos con un marcado bloque bajo en el que apenas había grietas y se concedía al rival. Al técnico del Nàstic siempre le ha gustado más recuperar arriba, pero se adaptó a la naturaleza del equipo. También lo hizo en ataque donde a veces terminó siendo más plano de lo que acostumbran sus equipos e incluso terminó renunciando al falso interior en la izquierda para apostar por Nil Jiménez como banda de profundidad.
La temporada que viene será nueva y el mercado de verano ofrece la posibilidad de reconfigurar la plantilla, aunque siempre con la idea de mantener buena parte del bloque. Se va acudir al mercado de fichajes con la intención de darle un salto cualitativo al equipo en todas las líneas, pero sobre todo en el centro del campo y la parte delantera.
Ahí el técnico de Mequinenza ya ha comentado que quiere fichajes de rendimiento inmediato y que sobre todo aumenten la calidad del equipo. Jugadores asociativos que permitan una mayor fluidez ofensiva y una mayor circulación de bola, dos rasgos que en muchas ocasiones se han echado en falta durante todo el año.
Por ello, Agné quiere sobre todo un perfil de mediocentro defensivo que mejore las prestaciones en fase ofensiva. Este año se tenía a Javier Ribelles, que con casi toda probabilidad se marchará a algún equipo madrileño. El valenciano era un centrocampista muy defensivo y que en ataque se limitaba a cumplir. Ahí el técnico grana quiere dar un salto con un jugador que en tareas defensivas sea aplicado, pero que también pueda darle ritmo al equipo en ataque y no deje tan solo a Pedro del Campo en la construcción.
En la izquierda también quiere encontrar un comodín para el cuero, ya que a Agné le encanta jugar con un falso interior que este año parecía que podía ser Buyla, pero no ha terminado siendo. Un jugador con capacidad para asociarse desde la banda y poder generar superioridades por el centro. Conducción, último pase y visión de juego. Las virtudes son claras, pero no hay tantos jugadores como parece que puedan cumplir con ese rol.
Arriba también habrá que fichar, ya que ahora mismo solo Pablo Fernández tiene contrato. Probablemente uno de los puntas que llegue tendrá esa capacidad de meterse entre líneas y darle aire al equipo. El delantero asturiano domina también ese perfil, pero se buscará otra alternativa como bien podían ser Édgar Hernández y Dani Romera este curso.
Ahora es faena de la dirección deportiva en manos de Sergi Parés junto con el consenso de Raül Agné de buscar dos jugadores para el centro del campo que entren de lleno en el once inicial y permitan darle otra cara al Nàstic en fase ofensiva. No obstante, podrían ser incluso más las llegadas de perfiles asociativos, aunque no hay que olvidar que las esperanzas en Marc Montalvo son muy elevadas. Debe ser su año de consagración.
Se quiere un equipo con más fluidez y asociación y eso pasa por acertar en la ventana de fichajes.
