Xavier Brun: «Hay mucho turista financiero»

Entrevista al director del máster universitario en Finanzas y Banca de la UPF-Barcelona School of Management

01 febrero 2022 18:03 | Actualizado a 02 febrero 2022 03:29
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Caen las bolsas. ¿Es una corrección lógica a un ciclo alcista o presagia algo más?

Ciertamente, son bajadas notables las que hemos tenido estos días, pero vamos a ver de dónde venimos. El embrión de lo que estamos viviendo ahora mismo es la gran crisis financiera de 2008, y lo que se hizo entonces para salir de ella fue inyectar grandes cantidades de dinero en los mercados. El ejemplo más conocido es la frase de Mario Draghi en 2012, cuando como presidente del Banco Central Europeo dijo: «El BCE está preparado para hacer todo lo que sea necesario para preservar el euro y, créanme, será suficiente».

Y lo logró.

Sí, pero la cantidad de dinero que entregaban los bancos centrales a los mercados no saneaba los balances de los estados. En 2018, cuando dijeron que retirarían los estímulos, hubo fuertes correcciones en los mercados. Se echaron atrás y decidieron mantener un tiempo más esos estímulos.

Tras esas caídas en las bolsas, entiendo.

Sí. Hay que pensar que, en lugares como los EEUU, la Bolsa es algo muy importante, porque la gente tiene una parte muy grande de su jubilación invertida en los mercados financieros. Luego, llegó la Covid-19, se paró todo, y nuevamente decidieron imprimir mucho dinero. Y, si ya en el año 2018 se hablaba de una cifra histórica de inyección de dinero, los dólares y euros imprimidos en 2020 y 2021 equivalen hoy al 30% de los dólares en circulación en los EEUU y al 15% de los euros.

Un montón de billetes en apenas un par de años... ¿nos hemos pasado?

Le planteo lo siguiente: ¿Qué sucedería si el BCE, de repente, nos regala un millón de euros a cada uno de nosotros? Un millón de euros en nuestra cuenta corriente, hoy mismo. Pues que automáticamente iríamos a las tiendas y lo compraríamos todo. Lo que sucedería a continuación es que la demanda iría más rápida que la oferta, y esto es lo que se llama inflación.

Ahí parece que estamos desde hace unos meses, ¿no?

El pensamiento rápido a esto sería: ‘Se ha imprimido mucho dinero, hay que retirar dinero’. Eso es la masa monetaria, que es un ingrediente. El otro ingrediente es la velocidad. Es algo que suele contar así un amigo mexicano que tengo: «Lo que te mata no es la bala, es la velocidad».

Mucho dinero y muy rápido. ¿Es eso?

Por ello hay quien defiende retirar ese dinero de la economía, para que la velocidad del dinero disminuya. Para eso es necesario que suban mucho los tipos de interés. Y si a mí, como inversor, me suben los tipos de interés en los depósitos, sacaré mi dinero de la Bolsa y lo pondré allí. Además, el precio de la compañía X bajará, porque los accionistas le exigirán una mayor rentabilidad que no será capaz de dar. Es por eso que la Bolsa ha castigado estos días compañías con expectativas de crecimiento a futuro muy grandes. La bajada de los mercados es por la subida de los tipos de interés.

Pero esos depósitos bien remunerados  todavía no están disponibles, ¿no?

Cierto, pero el mensaje de la FED (Reserva Federal de los EEUU) es que irán subiendo los tipos de interés. Si decimos que la inflación que tenemos es anómala, de las más altas que han tenido las economías en los últimos veinte años, hemos de ir a los precios de 2020. ¿Qué inflación es anómala, la de 2021 o la de 2020? Pues todas dos son anómalas. Porque si miramos las inflaciones anualizadas desde 2019 hasta 2021, los precios han subido el equivalente a un 3% en EEUU, un 2% en Europa y un 1,7% en España. ¿Se trata de inflaciones altas? Sí, pero no exageradas.

¿Y eso, a qué nos conduce?

A que han subido por el precio del petróleo y por el incremento de precios en la cadena logística de suministros. Teniendo en cuenta eso, pienso que estas subidas se irán moderando. La conclusión es que se esperaría que la inflación fuese tomando cierta normalidad este año. Aquí, lo que preocupa es la recuperación económica, y si la economía se recupera muy rápido, la reacción es subir los tipos de interés. Pero cuando frenas este pensamiento rápido y reflexionas, entonces piensas: quizás estamos exagerando. También es cierto que las compañías más castigadas hoy en Bolsa son las que más subieron.

¿Y por qué lo hicieron?

La Bolsa, a corto plazo se mueve por sentimiento y a largo plazo por beneficio. Si los beneficios suben, la cotización sube. Los mercados son bipolares, y parece que ahora vivimos un desenamoramiento. Venimos de diez años de subidas, pero son subidas que vienen motivadas por los beneficios.

En estos diez años han entrado en juego brokers online con bajas comisiones y de fácil manejo, roboadvisors,  criptomonedas... ¿Qué impacto han tenido?

Hoy, lo que estamos viviendo son muchas revoluciones en una. Estamos viviendo muchas revoluciones industriales, con la revolución de la Industria 4.0, la tecnológica... Esta digitalización de los consumidores no existía hace veinte años. Estamos en una revolución tecnológica con muchas ramificaciones, y vemos cómo florece en ejemplos como el índice S&P 500, donde el 30% son compañías tecnológicas. Aquí tenemos la gran subida que hemos vivido. Pero hay que verlo todo en perspectiva, porque con esta caída que tenemos ahora en la Bolsa solo nos situamos en niveles de la mitad del año pasado. Eso es lo que se ha retrocedido.

¿Qué papel pueden jugar en un futuro todos estos nuevos inversores particulares que se apoyan en tecnologías inexistentes hace unos pocos años?

Sin duda, hay un cambio. Hace veinte años, el promedio de mantenimiento de una acción por parte de un inversor, es decir, desde el momento en que la adquiría hasta que la vendía, era de cinco años. Después bajó a tres años. Ahora, si se acerca al año, ya es mucho. Los inversores son hoy más cortoplacistas. ¿Puede ser por la entrada de los Millennials? Puede ser. Pero también por las HFT (High-frequency trading), que son máquinas que detectan bajadas en los mercados. Todo esto hace que en el corto plazo se puedan acentuar los movimientos, pero el largo plazo va de la mano del beneficio. 

Especulación frente a ahorro. ¿Falta cultura financiera?

Absolutamente. No hay cultura financiera. En mi caso, todos mis ahorros están en mi fondo de inversión en Bolsa. Cada año, por mi cumpleaños, me regalo una inversión. Y esto también lo aplico al ahorro de mis hijos. Invierto en compañías, con lo que, con ese dinero, alguien trabaja para mí, para darme más dinero. Y yo, lo que estoy haciendo es invertir para mi jubilación, en el largo plazo. En la Bolsa, la recomendación es invertir por concepto y no por momentum. Yo invierto en empresas que trabajan. La cultura financiera es utilizar los mercados financieros para el largo plazo. Y eso es algo que, ni por asomo, la gente tiene en su mente.

¿Y qué es lo que tienen?

La gente asocia la Bolsa a un casino y a forrarse. Ve los mercados financieros como un casino. Pues disculpe: se juega en el casino, no en la Bolsa. Pero a mucha gente le gusta el ‘pelotazo’. Lo hemos vivido con las ‘puntocom’, con el inmobiliario... y lo estamos viviendo hoy con las criptomonedas.

¿Nada de criptomonedas?

Yo me mantengo al margen. Por un lado, por desconocimiento. Por el otro, porque en mi caso tengo una responsabilidad muy grande de invertir el dinero de la gente. Pero la codicia cuesta de vencer, es un pecado capital. Yo creo mucho en lo que hay debajo de las criptomonedas, que es la Block-chain. Pero toda esa musiquilla de que todo el mundo se forra rápido con las criptomonedas, me recuerda a las ‘puntocom’. Hay muchos turistas financieros.

¿A qué se refiere?

A gente que no tiene ni idea y que invierte en criptomonedas igual que lo hacían los que entraron en Terra o en Astroc, que ya sabemos cómo terminaron. Y eso es la codicia. 

En el otro extremo de la adrenalina de las criptomonedas podría estar la gestión pasiva. Las fintech han puesto al alcance del pequeño inversor fondos como los de Vanguard, que antes tenían barreras de entrada altísimas. ¿Cómo cambia esto el panorama?

Vanguard es un ETF, es decir un fondo de inversión que te replica un índice, y que no lo hace ni mejor ni peor que ese índice.

Si el S&P 500 sube, tu inversión sube lo mismo. Si el mundo se hunde, tú te hundes con él.

Efectivamente. Eso es la gestión pasiva. Gracias a ellos, la inversión en Bolsa se ha hecho más accesible para todo el mundo y se ha democratizado la gestión, con unas comisiones muy bajas. Y eso permite que la gente no tenga que pensar.

Hay turistas financieros en las criptomonedas, dice. ¿No los hay también en Bolsa?

Cuando los clientes tienen prisa por entrar en el mercado, algo está pasando. Esas llamadas que lamentan haberse perdido la subida del día porque no entraron ayer. Eso no lo encuentro hoy en día. ¿Hay turistas financieros en la Bolsa? Pienso que no muchos, porque no hay ese sentimiento fuera.

Ahí fuera hay inflación y ahorros menguantes en la cuenta corriente. ¿Eso no empuja a la gente a buscar opciones?

La inflación es un impuesto al ahorro. Los estados occidentales están extremadamente endeudados y necesitan subir impuestos. Y, al final, subiendo impuestos, parece mentira pero terminan recaudando menos. Así que si los impuestos no pueden hacer más, la inflación interesa, porque si suben los precios, se recauda más. Pero, desde el punto de vista del ahorrador, buscar alternativas a la inflación no está en los mercados monetarios, con tipos de interés negativos, ni en la renta fija ni en la deuda. ¿Dónde vas? A la Bolsa.

¿Y qué le recomienda a alguien que se vea en esa situación?

A la persona de la calle le recomiendo, sí o sí, invertir en acciones. Cada año, invertir en Bolsa, olvidándose de si está cara o barata. Y, dentro de 15 años, revisar tu inversión. Al final, se trata de invertir cada año. Pero los ahorros han de estar equilibrados. 

¿A qué se refiere?

Antes de eso hay que tener el equivalente a seis meses de gastos corrientes en tu cuenta corriente, y entre 12 y 24 meses de gastos a medio plazo, para cambiarte el coche, la cocina... o por si tienes un apuro. Y solo cuando esto esté cubierto, pensar en el largo plazo, que es la inversión en Bolsa.

Hay quien no llega a cubrirlo en toda una vida...

Se puede destinar una cantidad pequeña. Mil euros al año, invertidos cada año durante 30 años, con una rentabilidad media del 8%, son 150.000 euros. Habrás conseguido que 30.000 euros se conviertan en 150.000 euros. Y esto es la magia del interés compuesto.

¿Qué pasa si alguien lo descubre con 50 años? Esa magia ya no será posible...

Sí y no. Yo ahorro para mi jubilación. ¿Necesitaré todo el dinero ahorrado cuando cumpla 65 años o iré retirándolo paulatinamente? Tengo más años por delante, entonces. Además, a partir de los diez años ya empiezas a ver la potencia del interés compuesto. Cuanto antes empieces, mejor. Pero nunca es tarde.

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