Las elevadas temperaturas de estos días, con récords en varias regiones, los graves incendios que como consecuencia se están produciendo y la escasez de lluvias que agravan una ya pertinaz sequía son evidencias irrefutables de que los serios riesgos a los que se enfrenta el planeta por el cambio climático han dejado de ser meras hipótesis para convertirse en una cruda realidad que merecería una respuesta más firme a las reiteradas señales de alerta lanzadas por diversos organismos antes de que sea demasiado tarde.
Porque la sucesión de olas de calor, agudas sequías, inundaciones y ciclones devastadores, entre otros fenómenos meteorológicos extremos en diversas regiones del mundo, no es fruto del azar, sino de la intervención directa del hombre.
Un anticipo en versión reducida de los estragos medioambientales, económicos y en la salud de las personas que provocará el calentamiento global si no se le pone freno con urgencia. El panel de expertos de la ONU en esta materia ha publicado un inquietante informe en el que advierte de que esta amenaza para la Humanidad ha causado ya daños «irreversibles» y de que la ventana de oportunidad para asegurarse «un futuro habitable y sostenible» se cierra de forma acelerada.
La sequía y los incendios que estos días asolan varias regiones evidencian que la emergencia climática ya está aquí
«El tiempo se acaba», resume. Ya no hay duda: la emergencia climática ya está aquí. Es hora de actuar con la firmeza que exige una realidad que no deja de agravarse con cada día que pasa y cuyas consecuencias hay que rebajar al mínimo posible. Ello pasa por acelerar la reducción de emisiones de CO2, para lo que, además del ahorro de recursos y un sustancial cambio de hábitos, resulta esencial sustituir los combustibles fósiles por energías renovables.
Un desafío que habrá que hacer compatible con las necesidades de la economía. No será una batalla fácil, pero habrá que librarla con el esfuerzo y la implicación de todos, con grandes y pequeños gestos. Está en juego el futuro del planeta y de nuestra propia supervivencia.
