El transporte público no tira en Tarragona. Solo el 11% de los tarraconeses lo usa para ir a trabajar, según datos de Instituto Nacional de Estadística (INE). La mayoría, un 67%, va en coche propio: un 18% tiene el privilegio de poder ir andando y un 4% lo hace en moto o bicicleta. La comodidad de no depender de horarios de autobuses y trenes es un factor determinante, pero el motivo principal del escaso uso del transporte público, según se desprende del informe del INE, son las deficientes conexiones existentes en la provincia.
Las frecuencias ni siempre cuadran y la duración de los viajes se hace, en ocasiones, demasiado larga. Los esfuerzos de las administraciones por facilitar las cosas tampoco han fructificado, aunque es cierto que sí han ayudado: es el caso de los descuentos en los abonos de autobuses urbanos –en Tarragona o Reus, por ejemplo– o la gratuidad de los tres de cercanías y media distancia impulsada por el Gobierno.
La comodidad de no depender de horarios es un factor determinante, pero también influyen las deficientes conexiones
El caso de la provincia de Tarragona no es aislado. El poco uso del transporte público se extiende por todas partes. Solo tres ciudades han roto el monopolio del coche, gracias sobre todo, al buen funcionamiento del metro: Barcelona, Madrid y Bilbao. En el Camp de Tarragona y las Terres de l’Ebre las facilidades no son las mismas. De hecho, los usuarios reclaman que el sistema «debe ser más eficiente». También es una cuestión de edad, los jóvenes tarraconenses se suben al autobús y el tren mucho más que los mayores de cincuenta años; igual que las mujeres más que los hombres.
El poco tirón del transporte supone también una zancadilla al medioambiente. En un momento en el que se avanza hacia la sostenilidad y en el que han entrado en vigor zonas de bajas emisiones, conviene aparcar el coche para reducir la contaminación. Pero para eso hace falta mejorar las conexiones y que cada uno tomemos conciencia.
