La relación de Francia, Alemania e incluso Italia no atraviesa sus mejores momentos. Las disputas con el gobierno del canciller Scholz en cuestiones como la energía, la defensa e incluso la gobernanza europea están a la orden del día y esa situación abre un escenario en la Unión Europea del que Pedro Sánchez está dispuesto a sacar partido.
El jefe del Ejecutivo español y el presidente francés, Emmanuel Macron, exhibieron anteayer en Barcelona su sintonía en asuntos como la reforma del mercado eléctrico o, una cuestión clave, la respuesta de la UE a la política de subsidios a empresas impulsada por Estados Unidos con la ley de reducción de la inflación. Ambos mandatarios advirtieron de que se debe plantear una solución europea y no varias nacionales para evitar crear «desigualdades» internas. Macron y Sánchez apelaron así a medidas ya exploradas durante la pandemia como la mutualización de la deuda o mecanismos de crédito inmediatos que permitan afrontar el proceso de descarbonización, que ahora intenta acelerar Estados Unidos creando a Europa un problema de competitividad.
La coyuntura exige alianzas. Aún afectada por las secuelas de la Covid, Europa sufre el impacto de la guerra de Ucrania
La coyuntura es adecuada para este tipo de compromisos. Por no decir que los exige. Aún afectada por las secuelas de la crisis económica y de la pandemia, Europa sufre el impacto derivado de la invasión rusa de Ucrania, en lo tocante a suministro energético, inflación, defensa común, etcétera. Además, Francia y España suman el 25% de los habitantes de la Unión Europea y representan el 30% de la economía euro. En este sentido, el Tratado de Barcelona es relevante. Hasta ahora solo Portugal tenía un acuerdo similar con España mientras que Francia solo tenía tratos similares con Alemania (el Tratado del Elíseo, de hace 60 años) y con Italia (firmado en 2021). El reto ahora es concretarlo puesto que aún tiene mucho de declaración de intenciones.
