La biblioteca es el corazón de una ciudad

09 febrero 2025 06:27 | Actualizado a 09 febrero 2025 07:00
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Tarragona es la única gran ciudad catalana que no dispone de ninguna biblioteca municipal en condiciones. La de Torreforta no es una biblioteca al uso: ocupa 330 metros cuadrados del centro cívico. Otras capitales catalanas no pasan esta vergüenza. En Lleida, hay una. En Girona, cuatro. En Barcelona, 45. El actual Ayuntamiento de Tarragona quiere abordar esta carencia, que se arrastra desde hace 40 años y quiere poner en marcha la nueva biblioteca de Torreforta y otra en Sant Pere i Sant Pau. Es algo. Pero es poco. El Diari seguirá de cerca ambos proyectos. Cuando hablamos de por qué las bibliotecas públicas son tan importantes, no podemos olvidar que son el centro donde se recopila, preserva y difunde contenido que constituye el nervio del patrimonio cultural local. Su labor garantiza la conservación y disposición del conocimiento ya no solo a las generaciones presentes, sino también a las futuras, no importa su posición económica o social. Debemos mucho a las bibliotecas. En ellas nos aguardan siglos de ciencia, investigación y sabiduría. También atesoran todos los mundos creados por la creatividad, la imaginación y el arte. Sin el trabajo de protección y conservación que llevaron a cabo los servicios bibliotecarios, no habríamos accedido a toda esa riqueza de la que disponemos hoy. Es crucial ayudar al desarrollo y mantenimiento de estos centros del saber, que son algo más que un equipamiento. Otra de sus grandes labores es la de facilitar el acceso a la información, posibilitando el aprendizaje y la adquisición de toda clase de conocimientos. Al mismo tiempo, disponer de tantos libros como se quiera, fomenta el hábito lector en aquellas personas que, de otra forma y por diversos motivos, no podrían consumir literatura. Por ende, son centros de igualdad de oportunidades. Las bibliotecas públicas rompen con las barreras sociales y económicas, ya que su acceso no hace distinción de género, nacionalidad, clase social, raza, religión, edad, ideología... Todas las personas son bienvenidas. Los usuarios no solo cuentan con la seguridad de que no serán discriminados, sino que también pueden estar tranquilos de saberse en un entorno libre, seguro. De todo esto se ha privado a los tarraconenses durante cuarenta años. Es una vergüenza y una lacra que el actual gobierno municipal tiene la obligación de erradicar.

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