La muerte de Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936-Lima, 2025) marca el fin de un Siglo de Oro de las letras latinoamericanas. De la misma forma que no habrá en España una generación como la de Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina, Góngora y Quevedo, en América no habrá otra como la de Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, César Vallejo, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier y Carlos Fuentes. De todos ellos, el peruano es quizá el escritor más completo, con una conciencia de oficio sin parangón. Su disciplina para escribir, y hacerlo de un modo impecable, era absoluta. Maniático del orden en el trabajo estaba convencido de que el genio no es natural, sino fruto del esfuerzo y el tesón. Así lo escribió en sus Cartas a un joven novelista. Esa virtud ascética y contundente se trasladaba perfectamente a su obra. Las novelas del Nobel son artefactos, mecanismos de relojería concebidos y trabajados de forma milimétrica. No sobra una palabra, no queda ningún cabo suelto. En ocasiones parece que ha escrito un cuento, con toda su tensión acumulada, en 300 ó 400 páginas.
También se le recordará por una carrera política fracasada (se presentó a las elecciones presidenciales peruanas que perdió frente a Alberto Fujimori), algo de lo que hoy apenas se habla y tras su paso por la política peurana por una intensa vida social y política en España. Su relación con la socialité por excelencia, Isabel Preysler, le llevó de las letras literarias a las letras del papel couché en un viaje que poco pareció importarle, apareciendo en saraos de todo tipo y en programas de televisión.
Tampoco tuvo reparos en posicionarse contra el Procés con discursos muy cargados de adjetivos, algo que un escritor como él se podía haber ahorrado. No significa que un escritor no pueda tomar partido, debe hacerlo. Pero tiene la obligación de no dejarse llevar por el titular fácil. Un escritor como él, un grande de los grandes, no tenía necesidad alguna de insultar a nadie para posicionarse políticamente. Mario Vargas Llosa pasará a la historia por ser el último de los escritores del boom latinoamericano. Por ello le podemos llorar, porque Vargas Llosa era un enorme escritor. El resto se lo llevará la historia.