Los centros sanitarios vuelven a estar al borde del colapso. Lo han estado en tantas ocasiones en los últimos tiempos que corremos el riesgo de verlo como algo normal, cuando se trata de un problema de enorme magnitud que afecta a la salud de los ciudadanos. Esta vez la causa parece hallarse en el adelanto de la gripe, un brote de bronquiolitis que afecta a miles de niños y los efectos de una Covid que se resiste a pasar a la historia. En efecto, la resaca de dos años de pandemia está golpeando duramente a la sanidad y especialmente a los profesionales porque han confluido dos factores muy dañinos: el agotamiento físico y mental de muchos médicos y enfermeras y el incremento de la angustia sanitaria de una sociedad que ha visto morir a decenas de miles de vecinos. Y para empeorar las cosas, según los datos de monitorización de la mortalidad diaria (Momo), España está registrando un gran exceso de fallecimientos pese a haber neutralizado en gran parte la Covid-19.
Otra vez los CAP están tensionados. Lo estarán mientras no se tomen medidas contra los déficits que soportan
Los expertos desconocen la causa pero en los últimos seis meses se han producido 33.165 muertes ‘no esperadas’. Ese número supera a las de los dos cursos anteriores juntos. Y las urgencias a reventar. Así no resulta extraño que las consultas de atención primaria amenacen colapso. Una situación que se debe en gran medida a la endémica falta de recursos de que adolecen los ambulatorios. El Diari reflejaba ayer que en la demarcación de Tarragona faltan 50 médicos especialistas, si bien el déficit es mucho más alarmante entre los médicos de familia. Lo peor es que se trata de un problema enquistado desde hace demasiados años y al que nadie parece querer ponerle solución. Todo esto, a pesar de haber sufrido una cruel pandemia que ha puesto sobre la mesa las graves deficiencias del sistema. Los colapsos serán la norma mientras no se tomen decisiones para acabar con ellos de forma definitiva y estructural.
