Que los EEUU no nos hagan olvidar Siria

22 enero 2025 23:09 | Actualizado a 23 enero 2025 07:00
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Al igual que en Irak a principios de 2003, las imágenes predominantes en la Siria de finales de 2024 son las de las estatuas de los dictadores desplomándose entre multitudes jubilosas. En casi todos los vídeos, la piedra o el metal de la escultura levanta una polvareda al caer que emborrona la visión de la escena durante unos instantes. Algo parecido podría decirse de nuestra capacidad de apreciar el escenario geopolítico de Siria y Oriente Medio tras el colapso de 61 años de dictadura del Partido Baaz y 53 años de dinastía al-Asad en Damasco. Nos hallamos todavía en medio de la nube levantada por la caída de un régimen, tratando de vislumbrar la estampa que nos encontraremos una vez se disipe.

La geopolítica aborrece el vacío de poder. La bajamar de un país es la pleamar de otro. Turquía (y Qatar) son los ganadores por ahora

No obstante, hay ciertas cosas que sí pueden barruntarse con cierta confianza. Una de ellas es que Siria en 2024 puede ser para Turquía lo que Irak en 2003 supuso para Irán. Cuando Estados Unidos invadió Irak en 2003 y derrocó la dictadura de Saddam Hussein y el Partido Baaz iraquí, también terminó, sin pretenderlo, con un estado tapón que había mantenido a raya durante décadas las ambiciones regionales de Irán. La geopolítica aborrece el vacío de poder. La bajamar de un país es la pleamar de otro. El espacio que deja Irán lo está ocupando, por ahora, Turquía. La Siria del Partido Baaz y los al-Asad era el estado tapón de la Turquía de Tayyip Erdogán. Una Turquía que, como la Rusia de Putin, desea ajustar cuentas con el pasado. Si en el caso de Putin es la caída de la Unión Soviética hace treinta años, en el caso de Erdogán se trata de la caída del Imperio Otomano hace cien años. No es que Rusia o Turquía pretendan recuperar el dominio directo sobre todos los antiguos territorios de su pasado imperial, pero sí tratan de establecer una zona de influencia sobre dichos territorios. Esta zona de influencia estaría basada en la ocupación militar o anexión puntual de algunas regiones fronterizas (en el caso de Turquía, el norte de Irak y Siria), el establecimiento de gobiernos afines en los países adyacentes y la creación de redes clientelares mediante la ayuda militar y económica. La victoria de Trump nos ha hecho olvidar por un momento que en el tablero de Gran Juego se siguen moviendo las piezas y que los peones siguen abriéndose camino hacia su meta.

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