Quien no comunica no existe. Que no lo decimos nosotros, que lo dicen todos los manuelas de comunicación de crisis escritos y por escribir. Lo importante es primero y antes que nada: tranquilizar. No hay que dar una explicación pormenorizada de las causas, hay que decir lo antes posible que se están tomando las medidas correctas. Tranquilizar es fundamental. Lo segundo es la transparencia. Nadie exige de los responsables políticos que tengan una explicación para todo. Es comprensible la angusta ante un apagón como el que vivimos, algo que a todas luces ni estaba previsto, ni se esperaba, ni estábamos preparados a afrontar. Pero en las épocas distópicas que nos ha tocado vivir nuestra vulnerabilidad es directamente proporcional a la sofistificación de nuestro sistema de vida. Traquilizar y comunicar con transparencia. Si no se sabe, se dice, pero se dice algo. Curiosamente, durante la pandemia de Covid19 se comprendió la necesidad de comunicar diáriamente con la población para no perder el hilo del relato.
Lo peor que puede pasar en una crisis es el silencio. Porque el silencio de los responsables políticos es la madre de las conspiraciones absurdas que ya corren como la pólvora. Afortunadamente los medios de comunicación como el nuestro, están para hace barrera de contención de los bulos y las mentiras. Menos mal que ayer sí que nos funcionaron las radios. Menos mal que en nuestra redacción aún había un viejo transistor del ex director del Diari Josep Ramón Correal que nos permitió seguir la actualidad a través de las ondas. ¡Viva la radio! no nos cansaremos de decirlo y viva sus profesionales a los que expresamos nuestra admiración y gratitud. Ocuparon el espacio evitando el desconcierto, nos informaron, nos inspiraron. Esos viejos aparatos que ayer provocaron algún momento de hilaridad entre los más jóvenes redactores que no sabían ni cómo funcionaban. La lección del apagón es una lección de humildad. Nuestra vulnerabilidad es enorme y hay que estar preparados para lo peor. También exige de los responsables políticos que adapten el manual a los tiempos y hablen antes, aunque sea para decirnos que tienen poco que decir. Algo es algo. Recuperar la confianza va a costar, pero con media Tarragona aún a oscuras, la luz de la información brilla más que nunca.