El (buen) uso del lenguaje

12 diciembre 2022 18:36 | Actualizado a 13 diciembre 2022 07:00
Ángel Camacho
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En mis novelas Hijos del silencio y Memoria de la Historia han observado algunos lectores cuidadosos que se emplean de forma distinta a la habitual el ‘la’, ‘le’ y ‘lo’. Fernando Lázaro Carreter, mastín de las letras castellanas, apelativo que rechazaba, entró en la pelea que ha habido sobre cómo emplear los pronombres, por abuso del ‘lo’. Soy partidario de la lógica en el lenguaje.

Como decía Juan Ramón Jiménez, refiriéndose a la ‘j’ y a la ‘g’, es un malgasto el que hacemos de estas dos letras: debía ser ‘j’ para los sonidos fuertes y la ‘g’ para los suaves. Ayudaría mucho a todos para no cometer faltas de ortografía. Algo de esto hay en lo que algunos llaman ‘loísmo’, y que no es más que una vulgaridad que se ha ido introduciendo en el idioma castellano por el mal uso o el abuso del ‘lo’.

Ya desde el siglo XVI –reconoce Lázaro–, el pronombre ‘le’ va expulsando al ‘lo’ en la batalla del uso diario. El uso culto no lo da como aceptable si se está refiriendo a cosas, o sea, «El periódico le he dejado sobre la mesa».

Es más correcto ‘lo’. Y tampoco es ortodoxo en el femenino, como «A tu madre le encuentro muy delgada», en lugar de ‘la’.

Soy partidario de la lógica en el lenguaje. Como decía Juan Ramón Jiménez sobre la ‘j’ y la ‘g’, es un malgasto el que hacemos de estas dos letras: debía ser ‘j’ para los sonidos fuertes y ‘g’ para los suaves

Lo correcto, según lo aprendí por tierras vallisoletanas, es emplear el ‘le’ para el masculino, el ‘la’ al femenino y el ‘lo’, que es neutro, a los objetos, animales, etc. En su obra El dardo en la palabra, Lázaro condena también el ‘dequeísmo’, nacido al parecer en Ultramar, y que se ha extendido de forma imparable, pero vulgar.

Ponía como ejemplo «Le dije de que no fuera», «me han propuesto de que no haga...». Son unos vulgarismos. Vulgarismo es el empleo por quienes no tienen mejores recursos para hablar (o creen que así es como se debe hablar). Lázaro señala que el vulgarismo procede de una escolarización débil.

La vulgaridad es otra cosa. Procede de un errado afán de distinción, para aparentar cultura o modernidad. Para sentirse por encima de lo común. Como decir «a nivel de», «en base a», «de cara a», que son simple y llanamente vulgaridades.

Lázaro señala que el vulgarismo procede de una escolarización débil. La vulgaridad es otra cosa. Procede de un errado afán de distinción

El profesor Lázaro explica la razón del ‘dequeísmo’. Surge en el progreso de otra tendencia idiomática que, justamente, favorece el empleo del verbo seguido del complemento, en lugar del verbo sinónimo solo: «Dar la orden», en lugar de «ordenar»; «hacer una propuesta», por «proponer»; «dirigir una súplica», por «suplicar».

Parece ser que en algunos países de Hispanoamérica la lucha contra el ‘dequeísmo’ va teniendo éxito. Aquí debemos dudar por su mal empleo por locutores y periodistas, que, abrumados por la rapidez, no consiguen concentrarse en el empleo de las palabras más correctas.

Como ese horrible virus de los grafistas de televisión, que cada vez ponen más errores en lo que escriben. Particularmente, desde hace unos meses veo un desgraciado incremento de palabras mal escritas en la pantalla y que no son corregidas en el acto (se supone que hay un regidor o director responsable).

Hablen bien, en el idioma que sea. Es el puente del cerebro al exterior.

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